miércoles, junio 03, 2009

Calderón y su guerra sucia

Jenaro Villamil

Los impulsores de la anulación del voto –cuya causa comienza a proliferar de manera vertiginosa en blogs, redes sociales y mensajes digitales— se han olvidado de un punto delicado: el problema fundamental en los comicios de 2009 no es la ingente pobreza de la “clase política” que aspira a ganar diputaciones, alcaldías y seis gubernaturas, sino la ostentosa guerra sucia que desde el poder encabeza el presidente Felipe Calderón con todos los instrumentos de facto que están a la mano para adelantarse a cualquier resultado electoral y anular, desde ahora, la voluntad popular.
La verdadera campaña en marcha es la emprendida desde Los Pinos por Calderón Hinojosa en contra de todas aquellas fuerzas e instituciones del Estado que amenacen su inclinación por la mano dura y su paranoia de perder el poder ante las torpezas de su gobierno.
Basta con enumerar los casos de la epidemia de influenza, del combate al narcotráfico y, sobre todo, de la grave crisis económica que amenaza con dejar más de un millón de desempleados en este año.
En los tres expedientes se observa una misma dinámica, un estilo peculiar de “gobernar”: primero se oculta o se minimiza el problema, y después se sobredimensiona el caso para finalmente otorgarle “facultades extraordinarias” al titular del Ejecutivo.
Lo sucedido con la influenza es el sello de la casa. Ahí comenzó el ensayo para aplicar el “estado de excepción”.
Y la redada aplicada en Michoacán contra autoridades electas presuntamente vinculadas a La Familia pasó por alto el mínimo apego al estado de derecho.
Lo mismo ocurre hoy en Nuevo León y parte de ello es la proliferación de versiones que apuntan a un “golpe espectacular” contra algún gobernador del PRI antes de los comicios del 5 de julio.
Estas medidas no son casuales. Tienen ingredientes muy similares a los de la guerra sucia del 2006, pero en un contexto mucho más delicado. Responden a un guión de los “aprendices de brujo” de Los Pinos. Su resultado ha sido empobrecer el entorno democrático y alterar las reglas elementales de convivencia política y partidista.
En 2009 no se trata de “ganar” la Presidencia utilizando las recetas de los “sembradores de odio”, sino de anular cualquier crítica, cualquier voz discordante que se atreva a cuestionar al “salvador del mundo”.
Se trata de las recetas del publicista Antonio Solá, el consultor aznarista que ahora se nacionalizó mexicano, como documentó la reportera Jesusa Cervantes en la reciente edición de Proceso (1700).
Bajo el guión de Solá, todos aquellos que se atrevan a cuestionar los desaseados métodos presidenciales son considerados un “peligro para México”. Las alianzas no se respetan. Y se traiciona de la forma más grosera a aquellos que no reditúen en el esquema de control autoritario.
Ahí está el caso de la profesora Elba Esther Gordillo, cuyo cacicazgo sindical se mantiene inamovible por ser clave para el control político-electoral.
La guerra sucia del 2009 inhibe mucho más el voto que la pobreza de los spots de los partidos, sus divisiones y fracturas internas, y la incapacidad del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE) para ejercer su verdadero papel de árbitro en medio de un proceso envenenado.
Este es el punto que no han observado los promotores del “voto en blanco”.
La guerra sucia del 2009 no sería posible sin el concurso de los medios masivos de comunicación y de no pocos columnistas y amanuenses que justifican y aplauden a Calderón y denostan a quienes critiquen la obvia aspiración autoritaria del presidente en turno.
A cambio de estos “favores”, desde Los Pinos se fortalece al monopolio de Televisa, se le destinan de manera directa o indirecta millones de pesos en publicidad, le prometen nuevas concesiones para telefonía celular y Calderón ni se ruboriza al avalar la campaña “ecologista” de una televisora como TV Azteca, empresa que ha expresado su abierto desafío a la reforma electoral.
La secuela de esta guerra sucia puede explicarse de esta manera:
1. En el caso de la influenza, la mayoría de los medios se sumaron al “estado de excepción” decretado desde el poder presidencial. La desinformación y el miedo proliferaron de manera mucho más eficaz que el virus H1N1, cuyos efectos más graves no fueron los sanitarios sino los económicos. Y ahora resulta que Calderón pretende borrar los errores de estrategia en el manejo del brote epidémico presentándose como el “salvador del mundo”, sin que la pantalla televisiva plantee una mínima crítica. Ahora lanzan una delirante campaña de autopromoción de México, como si el país se convirtiera en una marca turística. Se desconoce cuánto le ha costado al erario la difusión de estos spots.
2. Desde las oficinas gubernamentales y de los aliados de la derecha se financia una grosera campaña de tono intimidante para alabar a Calderón como “valiente”. Se confunde al presidente de la República con Pancho Pantera. Y el presidente panista Germán Martínez encabeza el coro para convertir los comicios del 2009 en un referéndum a favor de la mano dura, del orden y el silencio. La dirigente priísta Beatriz Paredes simplemente reaccionó tarde y mal a esta trampa de los panistas.
3. El procurador Eduardo Medina Mora, el sospechoso policía Genaro García Luna y el titular de Gobernación, Fernando Gómez Mont, salen al unísono para hacer una apología a las bravatas policiacas y militares que no han demostrado ni su eficacia ni su capacidad para frenar el crimen organizado. Eso sí, los expedientes de violación a los derechos humanos, de violación al pacto federal y de enrarecimiento del diálogo político se convierten en el sello del momento.
4. La crisis económica se conjura mediante discursos y no con medidas de apoyo real a los sectores más afectados por el mal diagnosticado “catarrito” (Agustín Cartens dixit). Pero hasta la debacle del sector productivo ha entrado en el guión electorero. El pasado lunes la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Desarrollo Social (Sedesol) y Medio Ambiente (Semernat) presumieron los programas de empleo temporal que son un gran engaño ante la acelerada caída del salario y del trabajo.
5. Ante cada problema que no puede resolver con medidas de fuerza y con la aplicación del “estado de excepción”, Calderón achaca la causa a las “amenazas que nos llegaron de fuera”, en especial, la crisis económica. Resulta que Pancho Pantera también puede ser Houdini. Pero muchos observadores también presienten que se parece cada vez más a Benito Mussolini.
Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx

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