martes, junio 02, 2009

Columna Asimetrías ¿Votar o no?

Por Fausto Fernández Ponte












02 junio 2009



“El IFE no funciona bien; el TEPJF no funciona bien. No ejecuta, el primero, lo que la ley dice; no es capaz de interpertar y decir el derecho el segundo”.

Arnaldo Córdova.

I

La interrogante formulada aquí hace ya algunas entregas –“Votar, ¿Vía Ilusoria?”—ha concitado respuestas de no pocos. La cara leyente María de Jesús Rivera Hoyas sintetiza: “Sólo votando podemos transformar a éste país; es la mejor opción”.

Añade: “El problema de votar no es la filosofía de la acción misma ni los atributos intrínsecos de expresar nuestra voluntad en las urnas, sino la estructura institucional, burocrática y política que vigila el proceso electoral, y la pobre calidad de los candidatos…

“También es parte del problema la preceptiva constitucional deficiente, incompleta, e engañosa, falaz, capciosa y francamente tramposa, reformada y vuelta a reformar y parchar a modo de los intereses de los personeros del poder político del Estado”.

A la leyente Rivera Hoyas –abogada que leénos en el Distrito Federal-- le hace eco Xavier Razo, quien, infórmanos, es ingeniero civil que se asoma a nuestro sitio en la “web”, y que escribe: “No podemos hablar de un “voto útil”, sino de un voto inútil”.

Explicita: “La inutilidad de nuestro voto se ve claramente en la pobreza filosófica, ideológica y política de los candidatos a diputados federales, pues jamás van a interpretar o entender para qué los mandamos a la Cámara”.

Agrega: “Hasta hoy ningún candidato ha dicho cómo saldremos del tremendo atolladero en el que el PRI y el PAN (con la complicidad del PRD y los demás partidos) nos han metido. Es obvio que sólo harán una cosa: nada. Entonces, ¿para qué votar?”.

En los círculos sociables –entornos informales— de amigos y parentelas , vecinos,, conocidos y colegas-- el tema ineludible que suélese abordar se sincretiza en el dilema de votar o no el 5 de julio próximo.

II

Ello, desde luego, da lugar a discusiones de toda laya, incluso algunas cuyo desenlace es el desencuentro en gradación variopinta de sentires y pareceres –emociones— que no se exime de tintes ideológicos e incluso políticos y hasta partidistas.

En esas confrontaciones prevalecen algunos denominadores comunes: uno, el de la existencia de polarización ideológica y política en los mexicanos, en particular, acentuadamente, aquellos en aptitud jurídica para ejercer el derecho de votar.

Otro denominador común es la desconfianza generalizada acerca de los partidos políticos y en los hombres y las mujeres cuyo modus vivendi es el ejercicio del poder político del Estado en todas sus vertientes. Los políticos están muy desacreditados.

Un tercer denominador común es la conciencia, cada día más evidente, de que la presente situación de crisis general y particular en México exige revisar, por lo menos, la forma de organización económica y política prevaleciente y realizar cambios.

Identificaríanse otros denominadores comunes: uno más es el relativo a la percepción de que los personeros del poder político del Estado no le hablan con la verdad a la ciudadanía acerca de los motivos reales de sus afanes de servir al pueblo.

Tampoco hablan acerca de sus ideas en torno a cómo enfrentar la crisis y superarla, lo que nos lleva a otro denominador común, el de la percepción ciudadana de que los personeros del poder político del Estado no quieren cambiar el statu quo.

Es percepción epicena que la inmensa mayoría de los políticos no tiene conciencia de la gravedad de la situación y una minoría muy influyente en aquella que sí la tiene, carece de ideas para sacarnos del hoyo, además de que si pudiere hacerlo no lo haría.

III

Esto nos lleva al meollo mismo del dilema de votar o no y a los méritos y deméritos reales o supuestos de hacerlo o no bajo alguna modalidad recursiva. “¿Por quién vas a votar?”, es pregunta recurrente. O “¿vas a votar?”

La respuesta es presumible (si nos acogemos a lo que el discernimiento empirico o intuitivo de la representatividad sociopolítica de quien pregunta) que sea con arreglo a percepciones; éstas pudieren ser subjetivas.

Éstas, predeciblemente, se sitúan en un espectro conformado por sus vectores y elementos constitutivos de la cultura del estrato social del que procede el inquiriente, su cosmovisión política, escolaridad y su idiosincrasia.

Anticiparíase, dado el contexto cuyos componentes más amplios se han descrito en la entrega de hoy, que los verismos de la realidad tienen una constante dicotómica: o abstenerse o darle al voto un propósito ajeno al convocado.

Despulpemos el tema. El propósito del abstencionismo sería el de refrendar la creciente convicción ciudadana de que ya no se cree en el modelo económico y político actual ni en la integridad de sus promotores. No elegir, pues, sino des-elegir.

La vía opuesta –la de votar-- sería transitada para enviar a la Cámara de Diputados una mayoría de mujeres y hombres comprometidos con la misión de refundar al Estado legislativamente. El problema: no existen esos candidatos comprometidos.

Pero refundar al Estado es un concepto mayor que requeriría albedríos y voliciones ciudadanas ciclópeas, articuladas y visionarias, y las fuerzas colosales de conciencia de lo urgente e imposponible del cambio ante la dramática caducidad del modelo actual.

Ningún candidato a adherirse o reinsertarse al ámbito legislativo del poder político del Estado en septiembre próximo tiene el genio y el valor de intentar ese cambio. No hacen falta diputados así, anodinos, cobardes, oportunitas, inconscientes y cómplices.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Epiceno: comùn. General. Genèrico.

IFE: Instituto Federal Electoral.

TEPJF: Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

“Web”: vocablo inglés que se traduce al castellano como red o telaraña y metafóricamente como estructura.

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