viernes, julio 03, 2009

Columna Asimetrías. Ante las Urnas...

Por Fausto Fernández Ponte



03 julio 2009

"No votaré porque ya me harté de la simulación. Simulo que elijo y el elegido simula que lo elegí, simula que me representa, simula que vela por mis intereses y simula que gobierna".
Pedro Aguilera Rojas.

I

En menos de 48 horas, la ciudadanía ejercerá su derecho constitucional a elegir a 300 diputados por mayoría y a 200 plurinominales para conformar, con ellos, la LXI Legislatura del Congreso de la Unión para un período que concluirá el último día de agosto de 2012.

Por otra parte, un buen número de connacionales --residentes en 11 de los 31 Estados Unidos Mexicanos y el Distrito Federal-- elegirá a candidatos postulados por los partidos políticos a puestos en los Poderes Ejecutivo y/o Legislativo locales, ayuntamientos y delegaciones.

Éste proceso de renovación parcial de ciertos órganos del poder político del Estado mexicano se ha desarrollado en un contexto que, al modo de ver de muchas ciudadanas y ciudadanos, es inédito, por inusual, en la historia de México. No fue así en 1910, 1929, 1940, 1946, 1952, 1988 o 2006.

Cierto. Nunca antes se habían realizado elecciones federales y locales en un contexto caracterizado por un estado de excepción de hecho y, lo que es gravísimo aun más, de derecho, aunque éste acusa contextura de dudosa constitucionalidad; parece conducta sociópata.

Además, otra inusalidad es la de que por primera vez en nuestro decurso histórico el número de ciudadanos inscritos en un padrón electoral no tiene precedentes estadísticos ni demográficos, pues el total de empadronados es de casi 78 millones.

Habría que añadir un tercer componente contextual inédito: el proceso electoral mismo se ha desarrollado y culminará el domingo y accderá a la fase poselectoral en un marco y un ambiente de concurrencia simultánea de varias crisis (económica, política, social e incluso cultural).

La crisis económica es asaz violenta, pues así es la naturaleza de su causalidad. Un modelo económico antisocial --el del capitalismo neoliberal salvaje-- ha incidido punzocortante en el corazón mismo de las expectativas sociales y pauperizado las esperanzas ciudadanas.

Otro componente adicional es que las políticas públicas diseñadas y aplicadas por los aparatos coactivos y coercitivos del poder político del Estado en materia de seguridad han creado una atmósfera de terror a las varias modalidades de represión en curso. Hay incertidumbre.

Y esa incertidumbre no es menor pues su fogarata es atizada por el terror desatado por el poder político del Estado, conformado, señálese, por personeros panistas, priístas y perredistas principalmente en las vertientes Ejecutiva, Legislativa y Judicial de la Unión Federal.

En ese contexto, un ejercicio constitucional de votar o abstenerse (éste también es un derecho de albedrío garantizado por la Carta Magna, subráyese) no es eximido de inducimientos --compra de voluntades-- y coacciones y otras prácticas probadas para conformar conductas electorales.

Otro hecho inédito es que del total de empadronados, más del 51 por ciento es conformado por mujeres, lo cual contrasta con un verismo de incongruencia: sólo el 30 por ciento del total de postalantes a un puesto de elección son del sexe femenino. No hay representatividad genérica.

El contexto aquí descrito no tiene causal espontánea. No surgió de la nada. Es consecuencia de la convección y convergencia de varios agentes activos y sin constreñimientos reales desde hace por lo menos desde 1946, aunque agudizado a partir de 1982, según hitos históricos.

Por añadidura, los personeros del poder político del Estado preconizan falazmente que la elección es, en sí misma, nada menos que "la" democracia. Ello es un sofisna tramposo, sin sustentos conceptuales filosóficos ni visos doctrinarios ideológicos o políticos. Espejos de humo.

Pero ese disfraz es, en realidad, una forma de organización política falsificada cuya naturaleza es verificable precisamente en su falsificación. Un modelo democrático así ostentado muestra a voz alta, con alocuencia, su vera laya antidemocrática. Su propia falsedad lo delata y nos colma.

III

La ciudadanía parece cierta de ello: exhibe indicios de que, uno, hay conciencia del hartazgo y, dos, de las causas de dicha saciedad, aunque adviértense diferencias orgánicas, pues algunos piensan que lo causativo es sistémico y otros que es efecto coyuntural, pasajero.

Empero, nadie toma al proverbial toro por la cornamusa. Algunos --como los proponentes y promotores del voto nulo o del abstencionismo táctico-- piensan que "castigando" a los candidatos a personeros del poder político del Estado será posible reformar el modelo. ¿Si?

Otros, en su turno, piensan que las reformas han sido realizadas a cuentagotas desde la creación de la figura de los diputados de partido, en 1963. A regañadientes, condicionadas y como favores a intereses políticos dados, más no para reconocerle albedrío a la ciudadanía.

En 1964, la Cámara baja tuvo 20 diputados de partido para Acción Nacional, nueve para el Partido Popular Socialista y cinco para el Auténtico de la Revolución Mexicana. Han transcurrido desde entonces 46 años, casi medio siglo. Las reformas posteriores han sido involutivas. Atrás.

Ello le da racionalidad a la búsqueda del cambio por vías ajenas a la electoral y descarta las reformas quelónicas --lentas y muy tramposas y condicionadas-- al sistema político en las urnas para mutarlo democrático. Sólo mediante el cambio político es posible el cambio económico.

Ésta racionalidad nos instala de sopetón en la naturaleza del hartazgo ciudadano, como bien describe el caro leyente Aguilera Rojas en el epígrafe de la entrega de hoy. Los políticos resistirán otro medio siglo más democratizar el sistema para preservar el modelo económico.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Convección: transporte en un fluido de una magnitud física, como masa, electricidad o calor
por desplazamiento de sus moléculas debido a diferencias de su densidad.

Quelónicas: relativo a los quelonios (tortugas), de peculiar lentitud para moverse en tierra.

1910, 1929, 1940, 1946, 1952, 1988, 2006: fechas de elecciones presidenciales con candidatos que algunos historiadores consideran vencidos mediante fraude electoral y represión violenta: Francisco I. Madero, José Vasconcelos, Juan Andrew Almazán, Ezequiel Padilla, Miguel Henríquez Guzmán, Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador.

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