sábado, julio 25, 2009

El PRD ante los nuevos escenarios

Eric Villanueva Mukul

Cuando convocamos al primer Encuentro Nacional El partido que necesitamos, el PRD venía de una crisis de cerca de un año de duración por las elecciones internas y por la reciente selección de candidatos a puestos de elección popular para las elecciones de julio del presente año.
El entorno político social se caracterizaba por síntomas de una crisis social, económica, de desgaste del gobierno, de las instituciones, del sistema de partidos y de los partidos mismos, del fracaso en el combate al crimen organizado y el narcotráfico, más la polarización social y más el incremento de la pobreza.
Las conclusiones esenciales del Encuentro fueron claras: Se coincidía en el diagnóstico anterior del escenario político del país, pero también se señalaba la necesidad de alejarse de la vieja cultura política tomada del viejo régimen priísta que había acabado contaminando a todos los partidos, incluido el PRD; retomar y profundizar el apego a los principio ideológicos fundacionales, la ética y la institucionalidad interna; reforzar el compromiso social y actuar siempre viendo a la sociedad y no a las cuestiones y los intereses internos. En síntesis, el PRD necesitaba una profunda reforma en todos los ámbitos.
Vinieron las elecciones de julio y los resultados lamentablemente le dieron la razón a los que señalaban la existencia de la crisis generalizada económica, social, institucional, del sistema de partidos y de los partidos mismos. Pero también nos dio la razón a los que participamos en el primer encuentro sobre la necesidad de un extenso debate relativo a una profunda reforma del PRD.
Las elecciones dejaron un nuevo escenario político. El PRI se levantó como el gran triunfador con aproximadamente 237 diputados, mandando al PAN al segundo lugar con 143 legisladores y relegando al PRD, con 71 diputados, como tercera fuerza política. El PRI, en alianza con el PVEM, con 22, tendrá una mayoría simple muy cómoda que les permitiría realizar muchas acciones por sí solo. Calderón inauguró el Régimen de Gobierno en Minoría, en donde por sí solo no podrá ni vetar las resoluciones de la Cámara de Diputados.
Ante el desgaste y el desprestigio del PAN y del gobierno por los motivos ya señalados, pero ante la falta de un partido fuerte con propuestas y dirigencias claras del PRD, el PRI se presentó como el partido más fuerte y más confiable ante la falta de opciones.
No es que no esté desgastado el PAN, no es que el PRI sea el nuevo partido, moderno, con nuevos proyectos, con nuevas prácticas, democrático, nuevas personalidades y con programas vinculados a las grandes mayorías. El PRI sigue siendo el mismo partido antidemocrático de los 70 años de gobierno, autoritario, con las mismas prácticas, los mismos personajes, vinculado a los grandes grupos de interés nacional, neoliberal económico, neoconservador político y social, muchas veces hasta peor, pese a la campaña mediática y a su pretendida nueva imagen. Pero el PRD, no pudo presentar un perfil de partido unido, fuerte y con programas diferenciados del PAN y del PRI. Por el contrario, el terreno recuperado en el primer tramo de la precampaña y la campaña, se perdieron por varias circunstancias, pero particularmente por tres; la participación de perredistas en otros partidos y por dirigentes llamando a votar por otros partidos; por los acontecimiento de supuesta o real vinculación de autoridades y miembros del PRD con el narcotráfico y el crimen organizado y; los tristes y lamentables acontecimientos de Iztapalapa.
Enfrente la falta de propuestas y de alternativas el PRD se presentó como un partido, bastante parecido al PAN y al PRI, dividido, sin propuestas fuertes, desprestigiado y, salvo raras excepciones, carente de candidaturas sólidas y reconocidas en amplios sectores de la sociedad. El PRD, en el cumplimiento de cuotas de todo tipo, de corrientes, de género, externos, etc., se quedó sin candidatos fuertes. Si bien es cierto que tanto el PRI como el PAN usaron los recursos públicos para la presente elección, también es cierto que perdimos en muchos lugares donde éramos gobierno y que también hemos ganado elecciones sin ser gobierno, ni tener el nivel de recursos de nuestros adversarios. También es cierta la manera escandalosa en que PRI y PAN usaron los medios de comunicación, particularmente la televisión, eludiendo el cumplimiento de la ley. Es indiscutible que PRI y PAN invirtieron grandes recursos económicos, pues en un importante número de distritos, de manera impune y cínica, rebasaron los topes de campaña sin que nada ocurriera. Pero es irrefutable que también se ha podido, otras veces, revertir esa situación. Porque el uso de recursos públicos y privados en las elecciones, por parte del PRI y luego del PAN, ha sido una constante.
Ante el fastidio de amplios sectores de la sociedad y ante la falta de opciones reales diferentes la mayoría de la población optó por abstenerse, por no votar o, en un porcentaje importante, anular de manera conciente su voto. El mensaje de los cerca de dos millones de votos nulos es muy claro, el sistema de partido y los partidos actuales ya no le sirven a la sociedad, ya no cumplen las expectativas de la ciudadanía. En el corto plazo ese señalamiento se incrementará.
Después de las elecciones el PRD ha continuado con sus pugnas internas y sin las acciones adecuadas para recomponerse y prepararse para las elecciones estatales que siguen el año próximo y las elecciones presidenciales del 2012. La falta de actuación apegada a los estatutos, privilegiando el acuerdo político entre corrientes mantiene al PRD sin la posibilidad de empezar a reposicionarse ante la sociedad. Por el contrario, se corre el peligro de repetir el mismo escenario vivido en las elecciones pasadas.
Después de las elecciones el partido mejor posicionado para las próximas es el PRI. Pero para 2012 falta mucho tiempo y mucha tinta por correr. Pero el PRD, no puede seguir por la ruta actual.
La propuesta de un congreso nacional en diciembre que realice las reformas que requiere el PRD parece ser una buena posibilidad. Siempre y cuando sea una propuesta leal y honesta que ponga en el centro los intereses más generales del partido y de la sociedad mexicana a la que no puede perder de vista el PRD y a quien debe su éxito o fracaso. Pero si las corrientes, los caudillos y los poderes fácticos del partido vuelven a anteponer sus intereses sobre el conjunto del partido, no entraremos a la competencia real del 2012, y seguiremos atrapados en nuestras contradicciones internas.
El PRD actual ha sido rebasado por las circunstancias actuales; pero si el partido está rebasado, las corrientes como funcionan actualmente también están agotadas. Por lo tanto reformar a profundidad el PRD, es una necesidad impostergable.
Necesitamos un partido que represente a la mayoría de la sociedad, con propuestas viables, creíbles, certeras y que le den certidumbre. El PRD debe plantearse gobernar el país y por lo tanto sus formas de hacer política deben cambiar radicalmente. Necesitamos convencer a la sociedad de que el PRD, es capaz de conducir el Estado y la economía nacional y para eso debemos dar una imagen de mucha seriedad.
Por lo tanto debe readecuar sus programas, diferenciarse del PRI y el PAN y construir una propuesta integral para la economía, la sociedad y el Estado. Internamente tenemos que retomar los principios éticos y programáticos del PRD y la izquierda. Pues ese es uno de los grandes déficit del PRD, el vaciamiento de los principios y de la ética. Desechar toda las viejas prácticas de compra de votos, clientelares y corporativas. Reformar los estatutos de tal manera que las corrientes, los dirigentes y las autoridades y los legisladores emanados del PRD, estén al servicio del partido y la sociedad y no al revés como ahora ocurre. Democratizar la vida interna del partido. Eliminar las cuotas, particularmente las de las corrientes. Poner niveles mínimos, éticos y de perfil, para ser miembro y representante y candidato del PRD. Obligar a los gobiernos también a apegarse a los programas, lineamientos y ética del PRD o excluirlos del PRD. De ese tamaño es la reforma que requiere el PRD.

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Mientras Jesús Ortega se mantenga en la presidencia del PRD ninguna de las reformas que se necesitan puede llevarse a cabo. De manera que lo primero es sacarlo de ahí.

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