viernes, julio 24, 2009

Justicia... no simulada


Maria Fernanda Campa Uranga

El Consejo de Naciones Unidas para los Derechos Humanos hizo más de 90 llamados de atención sobre violaciones graves a los derechos humanos desde hace 40 años en México, sin que se hayan corregido hasta hoy. Los derechos humanos no son violados por estados o gobiernos en abstracto. Tienen nombres y apellidos, como dice Roitman, de banqueros, empresarios, militares, transnacionales y policías amparados por los estados, gobiernos y el vaticano.

El Comité del 68 y otras organizaciones presentaron ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos el caso de Rosendo Radilla –secuestrado en un retén militar de Guerrero y desaparecido durante la guerra sucia–, con lo cual se establece un precedente de reclamo internacional.

Fernando Gómez Mont llevó la audiencia a nombre del Estado Mexicano con un discurso contradictorio, donde acepta evidencias presentadas, pero pretende avalar al fuero militar ante las múltiples evidencias de violaciones continuas sobre la población civil en la actual guerra contra el crimen organizado, lo único organizado aparentemente en México.

Tres asuntos ocupan el centro de estos litigios: 1) el cuestionamiento al fuero militar, que tendrá que ser modificado; 2) el reconocimiento formal de más de 60 casos de desparecidos documentados; y 3) el reclamo de justicia expedita sostenido por los afectados de los casos en curso del 10 de junio, el 2 de octubre. Yo misma soy sobreviviente del 2 de octubre.

La caracterización de crímenes de Estado, la formalización de los litigios que se presentan ante la CIDH y la obligatoriedad de acatar las resoluciones de ese tribunal, en términos de las necesarias adecuaciones de los instrumentos legales internos, son complementarios a todos los esfuerzos y demandas para llevar a efecto juicios justos reales, no simulados, en el ámbito nacional.

Es necesario replantearse los temas de la agenda legislativa electa, pues abierto como está el tema de ajuste de cuentas con los crímenes de los regímenes autoritarios, nuestras luchas libertarias por derechos reales y no virtuales, tienen la oportunidad de lograr con paciencia y valentía, que sean corregidas a fondo las simulaciones de justicia que nos oprimen hasta hoy.

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