miércoles, julio 22, 2009

Venezuela desconoce autoridad del gobierno de facto en Honduras

Sólo a un ultraderechista o a un militarista global se le puede ocurrir que vamos a bajar la cabeza precisamente cuando estamos celebrando los años bicentenarios de nuestra independencia de los imperios de otrora, precisó el embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la OEA, este miércoles

( MPPRE)

El embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Roy Chaderton Matos, ratificó este miércoles durante su intervención en la reunión del Consejo Permanente, que el Estado venezolano desconoce la autoridad del gobierno de facto en Honduras, al dar por no recibida la disposición de desalojar a todo el personal diplomático y administrativo, acreditado ante el gobierno constitucional hondureño

A continuación, la intervención completa del embajador Chaderton Matos:

A estas alturas, es una verdad de Perogrullo decir que el Gobierno de Venezuela, como todos y cada uno de los aquí representados, sólo reconoce como Gobierno en la República de Honduras al de quien asumió la Presidencia de ese hermano país por las vías democráticas; es decir el de José Manuel Zelaya. Por lógica inversa, al no reconocer autoridad de facto alguna, surgida de la violación de los principios y normas constitucionales, la República Bolivariana de Venezuela da por no recibida la disposición de autoridades espúreas de desalojar a todo el personal diplomático y administrativo adscrito a nuestra Embajada en Tegucigalpa.

Por estas razones, habremos de señalar como imputables ante la justicia internacional, a los responsables de cualquier abuso a la dignidad de la persona humana, y la integridad física de estos ciudadanos venezolanos en las circunstancias amenazantes que deberán encarar en plazo muy breve.

La ultraderecha internacional, especialmente interamericana, antidemocrática, violenta y fascista, asesorada por expertos en manipulación de almas y cerebros, se prepara para generar focos de distracción en diversos lugares de nuestro continente; pero procurando hacer de Washington una meca, donde los desestabilizadores pueden encontrar oídos nativos amistosos en diversos círculos radicales de poder, atemorizados por la onda de cambios sociales que se está propagando en las Américas y ansiosos por desviar hacia el Presidente Hugo Chávez la atención de los medios controlados por sus intereses.

La reciente intensificación de las agresiones verbales, mediáticas y administrativas contra el Presidente Hugo Chávez Frías, así como los nuevos montajes cibernéticos contra el Presidente Rafael Correa del Ecuador, quien también emprendió el camino de la democracia con justicia social, nos revelan al mismo tiempo la determinación de los más violentos y privilegiados.

Los cambios sociales en Venezuela aprobados en una sucesión de elecciones y consultas populares como nunca se habían dado en América Latina, han contribuido a un despertar continental que de todas maneras estaba destinado a rechazar la exclusión, la injusticia social y la dictadura mediática, que es la nueva forma de hacer la guerra; pero ahora los pueblos tienen la palabra.

Resulta curioso que la orquestada y global campaña para presentar a Venezuela como un Estado forajido y narcotraficante, tenga su origen en los territorios de la mayor producción y del mayor consumo de droga en el mundo. La obsesión santurrona de certificar y des-certificar países y Gobiernos, al gusto y conveniencia de quienes tienen una viga bíblica en sus ojos, persigue crear condiciones progresivas para tomar por asalto a las democracias que han tenido el atrevimiento de optar por la disidencia y la independencia. Lo paradójico es que para quienes pretenden provocar incendios, saldrían más baratas la paz y la cooperación que la guerra y la desestabilización, con la ventaja de que no se quemarían.

Sin embargo, es propio de enajenados de ultraderecha artillar bases complacientes en encrucijadas territoriales estratégicas para que belicistas embriagados y envalentonados con el aroma de pólvora ajena pretendan encender en llamas la pradera, sin contar con que el viento puede devolverse, y pasando por alto que sus propios espacios pueden ser no sólo combustibles, sino también comburentes. Pero para los violentos históricos es irresistible, en este momento, la tentación de desempolvar viejas hipótesis de expansión transfronteriza alentados en su fantasía por el acompañamiento de un musculoso hermano adoptivo y aprovechando deslealtades en el vecindario geográfico familiar.

¡Pero qué locura! Sólo a un ultraderechista o a un militarista global se le puede ocurrir que vamos a bajar la cabeza precisamente cuando estamos celebrando los años bicentenarios de nuestra independencia de los imperios de otrora.

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