jueves, agosto 13, 2009

Detrás de la Noticia. México quebrado

Por Ricardo Rocha







13 agosto 2009


En más de un sentido: vivimos hoy, como nunca, una quiebra social de proporciones gigantescas; rota está también la confianza en las instituciones; hendido el ánimo colectivo por la inseguridad y la violencia de cada día. Ahora la versión oficial reconoce al fin que el país está también en quiebra económica, según lo dicho por el secretario de Hacienda, Agustín Carstens: México enfrenta el “shock” financiero más grande en 30 años, por lo que la economía tendrá un faltante de 780 mil millones de pesos en 2009 y 2010; equivalente a la cuarta parte del presupuesto de este año.

A ver: la palabreja no está en el Real Diccionario; pero en inglés —que es la lengua que mejor domina Carstens— significa choque, sacudida, conmoción, horror y colapso; así que la cosa está como para salir corriendo.

Pero antes, hay que exigir al gobierno calderonista que nos responda algunas cuestiones extremadamente graves: porqué pospuso la verdad hasta después del 5 de julio con fines electoreros; por qué se negó a escuchar las voces que desde el año pasado han advertido del agravamiento sistemático de la economía; por qué se ha puesto en riesgo la viabilidad de la nación en beneficio de unos cuantos.

Además, mucho nos tememos que el diagnóstico del doctor Carstens sea otra vez engañoso. Porque no se trata únicamente de un “shock financiero”. Desde hace meses estamos inmersos —aunque el gobierno haya pretendido engañarnos— en la más profunda recesión, en la parálisis productiva y en un decaimiento sistemático del empleo y los niveles de vida de cada vez más millones de miserables y pobres; con una clase media depauperada y sin esperanza. Ese ocultamiento de información ha sido no sólo un insulto a la inteligencia, sino acelerador de la propia y ahora incalculable crisis económica a la que enfrentamos tardíamente. Que tenía que haber sido la prioridad de este gobierno, en lugar de una cuestionable y desgastante guerra antinarco en la que ha consumido el quehacer público.

Peor todavía, la receta gubernamental para nuestros grandes males proviene otra vez del vademécum neoliberal: recortes presupuestarios, más impuestos y aumento de tarifas de servicios públicos; otra vez la contracción del mercado, la explosión social del desempleo y la carga de la crisis sobre el lomo de los causantes cautivos.

En el mismo foro del Senado en que hizo sus shockeantes anuncios el secretario de Hacienda estuvo también José Narro Robles. El rector de nuestra UNAM estableció una vez más la urgencia de un nuevo modelo económico que anteponga el interés de la gente. A lo que Carstens respondió que no es un asunto de doctrina.

No, señor secretario; lo que se plantea es modernizar la economía y salvar a la nación haciéndola más justa. Los doctrinarios son ustedes. Podrían haberle preguntado a mister Obama por qué está aumentando los impuestos a los ricos en apoyo a los pobres y a la reactivación económica, a riesgo de que lo empiecen a llamar socialista. Lo hubieran consultado ahora en Guadalajara. Ustedes que tan bien hablan inglés.

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