jueves, septiembre 17, 2009

Columna Asimetrías ¿Qué Piensa Calderón?

Por Fausto Fernández Ponte





17 septiembre 2009

"El problema es que los panistas piensan que Hidalgo, Morelos, Madero, Zapata, Villa y Carranza eran del PRI. Por eso no entienden la historia ni la realidad actual".
Amado Mena.

I
Aun aquellos mexicanos que por simpatías y empatías o identificación ideológica y política apoyan a Felipe Calderón se inquieren qué píensa éste acerca de cómo salirle al paso y conjurar el enorme peligro que se cierne sobre el Estado mexicano y sus elementos constitutivos mismos.

Tocante a ese gran peligro podría decirse sin exagerar que los mexicanos consicentes del entorno y la realidad tenemos un registro variopinto de la amenaza. Sabemos, pues, que existe; pero tenemos dudas acerca de cómo y cuándo enfrentarla; ello nos polariza, nos divide.

Pero los mexicanos conscientes, si bien son millones, no son suficientes para disponer cómo y cuándo resolver lo pertinente para eliminar el peligro. Muchos más viven en parálisis, secuela de los atavismos culturales del atraso social: baja escolaridad y desconocimiento de la historia.

En vena didascálica, explíquese aquí que usamos la expresión Estado mexicano en su sentido político y social más amplio, el cual caracterizaríamos según la definición científica de ordenación jurídica y política de la sociedad y régimen de asociación humana.

En el caso que nos ocupa, caracteriza al Estado su grado de organización de la aurtoridad pública que se ha dado en llamar institucionalización del poder político. Éste es el atributo propoio y, diríase también, diferencial del Estado.

Definir al Estado ha sido --y es-- tarea de no pocos pensadores; algunos le asignan latamente la significación de sociedad política. Es, pues, una sociedad basada sobre la territorialidad, sobre el concepto de una relación permanente entre comunidad humana y el territorio.

Ésto nos indicaría que el Estado es un fenómeno histórico que emergió al mismo tiempo que el concepto de soberanía y de una serie de elementos que, según nos dice Rodrigo Borja, aparecieron en el Renacimiento. Soberanía sobre el territorio y sus riquezas, por ejemplo.

En la naturaleza de fenómeno histórico del Estado los pensadores coinciden. Empero, todas las definiciones son imprecisas y contradictorias, como lo son otras nociones de la ciencia política --libertad, justicia, democracia, derechos humanos, desarrollo, etc.--.

II

Mas existen denominadores comunes que le dan unidad a una definición general, aceptada, del concepto con arreglo al reconocimiento de que sus elementos constitutivos son insoslayablemente cuatro, a saber:

Uno, el pueblo, el principal y más importante, al que también se le denomina la sociedad. Muchas veces, como en el caso del Estado mexicano, el pueblo es en realidad el conjunto de varios pueblos según una definición étnico-cultural-sociológica-política-historica exacta.

Otro, el territorio, que es el entorno físico del pueblo y, desde luego, del Estado, bajo las premisas de una relación histórica con la geografía. En algunos casos, como la diaspora mexicana en Estados Unidos, hay una relación histórica con el sur y suroesta de este país.

El tercer elemento constitutivo del Estado es el poder político, que en el caso del régimen mexicano está conformado por los Poderes de la Unión, entendida ésta última como la federación de los 31 Estados y el Distrito Federal. El poder político se centra en el gobierno.

El último elemento constitutivo del Estado es la soberanía, que es la capacidad de aquél para autobligarse y determinarse a sí mismo sin sufrir interferencias o injerencias exteriores que en México han sido, desde la Independencia, de varias potencias imperiales.

La soberanía reside esencialmente en el primer elemento constitutivo --el pueblo--, por el cual tiene el derecho irrenunciable e inalienable de modificar las formas de organización del poder político --el gobierno-- y establecer las que, por cualesquier vías, considere convenientes.

Ese fue el fundamento filosófico, ideológico y político que inspiró a Miguel Hidalgo y Costilla y, luego, a José María Morelos y Pavón, al proponer como objetivos estratégicos la abolición de la esclavitud (el primero) y constituir un régimen de tres poderes (el segundo) y contrapesos.

Las guerras civiles posteriores a 1824 --pasando por las promovidas, financiadas y realizadas por la Iglesia Católica y las intervenciones extranjeras que enfrentó Benito Juárez-- hasta el golpe militar de Porfirio Díaz en 1876 han tenido un eje axial inequívoco: hacer valer ese derecho.

III

Ese derecho del pueblo a cambiar la forma de organización del poder político (o gobierno) ha sido desvirtuado por éste, erigido de facto en facultad mandante y no mandataria sobre la sociedad. Hoy esa distorsión aberrante es más obvia que nunca en la historia de México.

Ésta reflexión lógica nos conduce a la interrogante que titula la entrega de hoy. ¿Qué piensa hacer Calderón? La crisis ha mutado a ojos vistas su natualeza precisamente de crisis --por definición efímera-- y adquirido un atributo nuevo. Existen nuevos eslabonamientos y contextos.
Ese nuevo atributo define a nuestra realidad como un estado permanente, crónico y orgánico, de cosas que ha abandonado su condición de síntoma y síndrome y adoptado una modalidad estructuralmente distinta. El síntoma, devenido en síndrome, es hoy, ya, la enfermedad misma.

Y la enfermedad misma a la que alúdese aquí es la de la inviabilidad del poder político como elemento constitutivo del Estado, que le ha usurpado al pueblo su actual condición mandante y se niega, bajo muchas guisas leguleyas y rituales, a volver a su estatus de mandatario.

La respuesta a la interrogante aludida (¿Qué piensa Calderón?) es nítida: lo que piensa no es devolverle al pueblo su derecho como mandante del poder político, sino salir lo mejor librado posible de una guerra feroz entre facciones de dicho poder polúitico por el control del Estado.

Dígase de otro jaez, caro leyente, que don Felipe piensa en el cortísimo plazo --de aquí a 2012-- al tratar de imponerse, sin lograrlo hasta el momento, a las otras facciones del poder político del Estado. Salirle al paso al peligro que nos amenaza y superarlo no es su prioridad.

Ello explica que don Felipe intente exaccionar aun más brutalmente al pueblo, el-que manda, no su mandatario --el que obedece--, pues su objetivo estratégico no es servir los intereses de éste, sino los de su facción en lucha contra otras facciones por el control del Estado.

Por esos motivos, don Felipe trata de fortalecer presupuestariamente a su facción, sacrificando al pueblo. Y por ello propone aumentos en el gasto corriente del 7 por ciento, en el gasto administrativo del 4 por ciento y en el gasto general del 5 por ciento. Sin recortar sus salarios.

ffponte@gmail.com
www.faustofernandezponte.com

Glosario:
Régimen de tres poderes: en 1810, la forma de organización política de los tres poderes --contrapesos uno de cada otro-- conformados por vertientes ejecutiva, legislativa y judicial ya existía en Estados Unidos. La idea, empero, no fue estadunidense, sino francesa, específicamente de Montesquieu (1689-1755), cronista y pensador de la Ilustración en cuyo espíritu crítico se formó. Morelos, quien --al igual que Hidalgo-- había abrevado en las ideas de Montesquieu, iba más allá de la división de poderes: en vez de un presidente del Poder Ejecutivo, proponía tres, elegidos con sus ministros respectivos cada tres meses, siendo el Poder legislativo el de mayor autoridad.

Lecturas recomendadas:

Intervención, de Isidro Fabela. UNAM.
Para comprender la historia, de Juan Brom. Nuestro Tiempo.
Todo es historia, de Luis González y González. Fondo de Cultura Económica.vela

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