miércoles, octubre 21, 2009

Columna Asimetrías. Cambio y Sacrificio y lo Posible



21 octubre 2009

“No creo que el cambio sea posible, no porque no hayan condiciones para ello, que sì las hay, sino porque los mexicanos desean un cambio sin sacrificios ni sufrimientos, que no cueste nada”.
John C. Fowler Aguilar.

I

El caro leyente Fowler, quien, dícenos, léernos en Diario Libertad (www.diariolibertad.org) desde la circunscripción neoyorquina de Queens, en Estados Unidos, autor del epígrafe de hoy, sostiene,
además, lo siguiente:

“Como mexicano de padre estadunidense (tengo la doble nacionalidad, pues nací y viví en México hasta los 38 años de edad que cumplí hace un lustro), lo que ocurre en mi país materno y el “aguante” de mis connacionales son un caso extraordinario…

“Por ello, coincido con usted en el sentido de que las reacciones populares a la crisis son, si las analizo mediante la sociología y la historia (soy egresado de Columbia University), ejercicios en
futilidad, como dirían mis también paisanos gringos…

“Usted preguntará por qué creo eso. Por que siendo mexicano muy informado y a la vez gringo puedo ver la realidad mexicana al través de varios prismas, aunque mi condición de (miembro de) clase media cómoda en México y EU los distorsione…

“Empero, comprendo bien el fenómeno. Las clases medias están siendo afectadas terriblemente por lo que usted acertadamente llama “contagiosa descomposición del poder político del Estado”, pero no realizarán cambios de fondo…

“Las clases marginadas –que ya se traslapan con los estratos más bajos de las clases medias-- son afectadas mucho más en todos sentidos que éstas. también pagan impuestos y padecen desempleo…

“Son, como usted los califica, “damnificados en extremo o mayores” de los modelos económico, político y social prevalecientes. Por los efectos tan graves de la prevalecencia de esos (modelos) pienso como usted que son antisociales”.

“Todos –clases medias y marginadas-- en México deseamos cambiar el statu quo, pero todos tenemos la voluntad de hacerlo gradual, parcial o radicalmente, pues sabemos que ello implica, usted lo dice, un enorme sacrificio que no queremos hacer…

“Éste es, como bien dicen los toreros (aclaro que no soy taurófilo ni me gusta ese bárbaro ritual que como escribió un poeta es mengua de España), el momento de verdad para los mexicanos. Un cambio, aun leve y cosmético, implica sacrificios…

II

Prosigue el leyente Fowler:

“Pero si el cambio de statu quo (así lo define usted) es más que leve y cosmético, el sacrificio será creciente conforme esos mismos cambios van adquiriendo profundidad o radicalidad. Las clases medias han perdido ya mucho; no quieren perder más…

“Piensan que un cambio de medio a radical del statu quo sería como lanzar una moneda al aire, sin tener certidumbre si caerá del lado del águila o del sol (como eran antes las monedas en México). No quieren correr el riesgo. No se la juegan…

No serían, en mi opinión, agentes ni promotores del cambio de fondo, radical. Por eso han vuelto a votar, aunque pobremente, por el PRI, que es, como usted señala, el causante desde 1982 de la triste situación que padece México…

“Pero los estratos bajos de las claes medias –esos son los que participan en mayoría en marchas y otras manifestaciones públicas de protesta-- sí están dispuestos a jugársela. Han perdido su presente, todo o casi todo, y perderán su futuro si no hacen algo…

“Pero le temen al sacrificio material y psicológico e incluso emocional que tendrían que hacer si se empeñan en un cambio digamos de más o menos radical a radical. Ese sacrificio durará el tiempo que le tome al proceso de cambio, años, décadas tal vez…

“Sacrificio es sinónimo de inseguridad física y social, zozobra, riesgos de sufrir prisión o incluso de morir, aumentar las carencias (alimentos, servicios públicos, etc.) y vivir en angustia y estrés. Vivir sin fútbol, telenovelas, alcohol, comida chatarra…

“Las clases medias-medias, pese a estar estacionadas (usted las llama calcificadas) en la cultura de la esperanza providencial, van que vuelan para abajo, acercándose a las clases medias-bajas ya proletas, y a las marginadas, se oponen al cambio radical”.

La tesis que, si se discierne con amplitud, ofrece el señor Fowler es de que las clases medias no conforman un potencial revolucionario –modificación cualitativa de un statu quo o sustitución de éste por otro-- pues no parecen dispuestas al sacrificio material.

Plantea también como enunciado implícito que las clases sociales marginadas –los pobres en gradación variopinta que, según las definiciones, sumarían unos 70 millones-- que modificar el statu quo tienen que apoyarse políticamente en aquellas, las excluidas.

III

Esa percepción, si bien obsérvase escolarizada y al parecer responde a premisas verificadas por la experiencia histórica (la Revolución Francesa, por ejemplo), otras filosofías del conocimiento sociológico ofrecerían discrepancias.

Parece sustentar don John –quien ha publicado en el acreditado cuaderno trimestrario estadunidense “Rethinking Marxism” (Repensando el Marxismo)-- que si bien una revolución no la hacen los opromidos (los pobres), sí es inspiración y base de apoyo.

Esa inspiración suele ser filosófica, ideológica y, desde luego, política. Miguel Hidalgo no habría lanzado el “grito” sin esa advocación, pero el apoyo político le era escamoteado por los pobres hasta que promulgó la abolición de la esclavitud.

Lo mismo ocurrió con José María Morelos. El apoyo político popular de los pobres y, por ello, oprimidos-- engrosó cuando promulgó la Constitución de Apatzingán. Un siglo después, Francisco I. Madero no aprendió esa moraleja, pero Emiliano Zapata sí.

Y Venustiano Carranza también. Asímismo Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas: ambos, nótese, fundaron partidos políticos revolucionarios, en congruencia con las condiciones prevalecientes a la sazón. Además, don Lázaro hizo la reforma agraria.


Y, más allá, también reivindicó para la nación –epicenamente, las naciones y pueblos que ocupan el territorio de México-- el patrimonio tanto natural como el creado como plusvalía por el esfuerzo de los trabajadores. Conclusión: la historia nos da la clave.

Y esa clave es que los mexicanos que hemos tomado la calle como protesta y “resistencia” (aguantar aun más) zarpazos y embestidas del poder político calderonista y priísta del Estado, traduzcamos esa energía colectiva , sin duda enorme, en iniciativas.

No hay méritos revolucionarios en resistir –reiteremos: aguantar mas— pasivamente; de hecho, es contrarrevolucionario, a la luz experiencial histórica, tratando sólo de “cachar” votos y simpatías y ejercer presiones sobre el poder político. Éste es cínico.

¿La vía? Una equivalente moral a la lucha armada. Realizar un congreso constituyente ciudadano, de trabajadores, y promulgar –como Hidalgo, Morelos, Zapata-- un nuevo proyecto de Estado social y popular. Y difundir el proyecto.

Para transitar de lo puramente reactivo –resistir, aguantar mas” en protesta callejera— a tácticas orientadas a tomar la iniciativa política dialéctica y propositivamente se requiere una gran energía social; ésta existe. Más no hay claridad en los lideratos.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Proletas: apócope coloquial de proletario o proletarizado.
“Mengua de España”: expresión final del poema “Muerte del Toro”, del cubano (fallecido en México) José María Heredia (1803-1839), que le precede con la frase: “¡Espectáculo atroz, mengua de España!”.
Statu quo: estado de cosas. Realidad.

Lecturas recomendadas:
Decreto de Miguel Hidalgo de abolición de la esclavitud en la América Mexicana. Varias editoriales.
Constitución de Apatzingán. Varias editoriales.
Plan de Ayala. Varias editoriales.

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