lunes, octubre 12, 2009

Columna Asimetrías. El Golpe y el Golpismo





12 octubre 2009

“Cuando el poder golpea, las razones son las de menos”.
Rosa Luxemburgo.

I

Como bien lo califica Fernando Amezcua Castillo, secretario del Exterior del Comité Ejecutivo del Sindicato Mexicano de Electricistas, con el golpe a esa entidad gremial el poder político del Estado se “reconoce ser un Estado fallido”.

El señalamiento del líder sindical no antojase exageración, si situado en el contexto de la amarga, ominosa, lacerante y, desde luego, muy peligrosa realidad económica, política, social y cultural y de anomia de México.

El Estado se reconoce a sí mismo fallido por fracasar su poder político (panista y priísta, etc.) en el ejercicio del compromiso filosófico, ideológico y político, moral y ético, humanístico, que justifica su existencia según las teorías históricas.

Y al fracasar en ese empeño deontológico y epistemológico, desde el punto de vista del derecho y la historia, ese Estado ha adquirido ya una peculiaridad criminógena, si no es que abiertamente delincuencial, la de ser un ente antisocial. Anti-pueblo.

Y por anti-pueblo definiríase aquella conducta diseñada y aplicada con prejuicio extremo para cercenar deliberadamente, con arreglo a un plan estratégico del poder político de ese Estado, los anhelos históricos y actuales de justicia social y societal.

Mas la justicia social y societal es en la dialéctica de la historia del desarrollo y evolución de la humanidad una de devenimientos consecuentes de la interacción y concatenaciones y correspondencias de la desigualdad en su definición más amplia.

Esa desigualdad no conoce fronteras. Es económica; es política también y es social; es, así mismo, cultural, pues crea y desarrolla un acervo experiencial –la cultura del poder, en todas sus variantes y layas-- que se ceba opresivamente en los más.

Es la desigualdad –iniquidad-- que deviene, en su turno, del verismo sociológico de la explotación del hombre por otro hombre que, en el caso mexicano, es la explotación brutal y enajenante, por cautiva, de los más –110 millones—por los menos.

Contra la desigualdad económica, política y social y sus corrosivas secuelas se crearon las uniones y los sindicatos de trabajadores –de la ciudad y del campo principalmente—e incluso las sociedades cooperativas para producir y vender bienes y servicios.

También bajo esa lógica compensatoria de las desigualdades --todavía monstruosas, como en México—surgieron las mutualidades o sociedades mutualistas. En nuestro país, el sindicalismo y el mutualismo existen desde el siglo XIX.
En el caso de México, esos menos –los 39 clanes de familiaridad consaguínea y política, socios, operadores y afines-- conforman la élite de pudientes a quienes la ciencia política llama oligarcas y que instalan gobernantes mediante guisas golpistas.

Y guisa golpista fue, en 2006, la instalación de Felipe Calderón como jefe panista del poder político del Estado mexicano. Esa instalación fue financiada por esos pudientes que ven en el sindicalismo independiente un “peligro” a sus intereses antisociales.


Los intereses antisociales de esa élite se representan en el saqueo de los bienes patrimoniales de los mexicanos –como la producción y el abasto de energía eléctrica, por ejemplo— mediante leyes promulgadas a modo e impunidad.

El contexto dentro del cual regístranse las actuaciones antisociales del poder político del Estado --y, por inferencia válida, las de éste mismo-- nos conduce a la definición del dirigente sindical Amezcua. El Estado se reconoce, por su conducta, como fallido.

Ese es un reconocimiento que trasciende lo implícito y accede al estadio de lo explícito. Es, lisa y llanamente, un acto de represión en la mejor tradición histórica del poder político del Estado mexicano. Una tradición perversa. De dictadura.

Y es que, como bien sabríase, el titular de facto del Poder Ejecutivo, Felipe Calderón, considerado espurio por millones de sus compatriotas que en 2006 no votaron por él y que sospechan fundamentadamente un fraude electoral, decretó lo siguiente:

III

Ítem 1: la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y la liquidación de sus activos, los cuales serían adjudicados, por ahora, a la Comisión Federal de Electricidad, paraestatal en fase de privatización de tangibles y producción de energía.

Ítem 2: la liquidación de los trabajadores de la LyFC conforme a lo que establece la legislación laboral vigente, la cual no sólo es vulnerada en la práctica y estatutariamente –mediante violaciones claras a su letra--, sino también conculcada con cínica flagrancia.

Ítem 3: las razones esgrimidas por el autor del decreto, el señor Calderón, que muéstranse falaces y sofisteras y francamente calumniosas en agravio del Sindicato y sus miembros, así como del sindicalismo independiente mismo, oprimido y reprimido.

Ítem 4: y más allá: exhíbense también esas prácticas con un atributo historicista documentado: reprimir las manifestaciones de reivindicación de grupos gremiales y sociales del pueblo de México, empeñados en luchar por mejorías para sus miembros.

Ítem 5: el método empleado por el señor Calderón para instrumentar las dudosísimas razones de Estado del golpe contra el sindicalismo independiente –y las luchas reivindicatorias históricas de los pueblos de México-- es propio de golpistas.

Ítem 6: el golpismo como ejercicio del poder y estilo de hacer política en agravio de los trabajadores en México tiene antecedentes trágicos que la memoria registra bien: indígenas, ferrocarrileros, maestros, médicos, estudiantes, electricistas…

El Estado mexicano es fallido si su vocación fuere, como debiere ser, social. Pero tiene éxito como ente antisocial. Para la oligarquía a la que obsequiosamente sirven los personeros panistas –calderonistas— y priístas del poder político, el golpe es “exitoso”.

Cierto. El golpe calderonista –dado por los golpistas Javier Lozano, Fernando Gómez Mont y Georgina Kessel— abre otra gran puerta al saqueo del patrimonio de los mexicanos mal amparados en un sindicalismo endeble por sus propias contradicciones.

ffponte@gmail.com

www.faustofernandezponte.com

Glosario:

Anomia: en sociología, falta de correspondencia entre los individuos y/o la sociedad y las leyes o normas. Estado de caos y/o anarquía. Descomposición.

Deontológico: de deontología; tratado o ciencia de los deberes.

Epistemológico: de epistemología; doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico.

Razones de Estado: viene de la antigua expresión francesa “raison d´État”, por la cual se establece que las acciones de gobierno secretas o inconfesables sólo pueden ser juzgadas por su éxito. La seguridad estatal, la estabilidad del gobierno, los intereses económicos de un grupo nacional o extranjero de poder con influencia en el gobierno, la conveniencia personal o política del gobernante, etc., son las principales razones de Estado.

Lecturas recomendadas:

Estructura agraria y clases sociales en México, de Roger Bartra. Serie Popular Era.

Los medios de control de la constitucionalidad. Documento público de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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