miércoles, octubre 14, 2009

En Huautla de Jiménez (Oaxaca) también se mueren de hambre

Alvaro Cepeda Neri
Conjeturas

De los 570 municipios de Oaxaca, unos 450 son comunidades indígenas que se rigen, aparentemente, por el sistema jurídico de “usos y costumbres” en los términos del Artículo 2 de nuestra Constitución Política.
Pero en realidad los desgobernadores de la entidad (sobre todo a partir de Heladio Ramírez, ahora diputado federal, Diódoro Carrasco, Nelson Murat y el troglodita de Ulises Ruiz) han corrompido de tal manera a los dirigentes de los pueblos indígenas, que el viejo priísmo los manipula para hacer que apoyen los intereses económicos y políticos de los caciques indígenas, priístas y, sobre todo, de los desgobernadores y sus pandillas.
Los restantes 120 municipios urbanos con oaxaqueños indígenas, mestizos y no pocos “blancos” (hay colonias alemanas, estadounidenses y de otras naciones que se han ido a vivir como reyes con sus pensiones o sus fortunas) son controlados –salvo las disidencias que, como las dos o tres golondrinas, no hacen verano– por el desgobernador en turno con brutales represiones, baños de sangre, encarcelamientos, secuestros... y por hambre.
La mayoría de sus habitantes están en la miseria. Cientos de miles han emigrado al Estado de México, al cinturón conurbado del Distrito Federal; a Puebla y a Veracruz; pero, nada como los que van como esclavos a lugares estadounidenses, desde donde envían dólares a sus familiares, aunque hoy esas remesas han disminuido drásticamente.
Esas comunidades se están muriendo de hambre (apenas unas tazas de café y, cuando cosechan sus milpas, tortillas de maíz) abandonados por sus dioses, que incluye la religión que les impusieron, y por los gobiernos federal y de la entidad.
Calderón y Ulises Ruiz sólo se ocupan de la capital oaxaqueña y, de uno que otro, cuando salen de gira; pero, nada les importa, por ejemplo, que en Huautla de Jiménez, sus habitantes padecen hambruna. No son pobres. Están muertos de hambre, sobreviviendo a las faldas del Pico de Orizaba, colindando con Puebla y Veracruz, sin poder emigrar y cautivos de su miseria.
Uno de sus indígenas: Salomón Alavez, recolecta hierbas medicinales y como puede llega a la Ciudad de México a casi rematarlas, hizo un dramático resumen de la infernal situación que soportan sus hermanos indígenas en Huautla de Jiménez. No pudo contener el llanto por la desesperación de su pueblo. Padecen fríos. Comen apenas. Como pueden se curan.
Sus mujeres y niños padecen desnutrición. Nadie los socorre. El troglodita Ulises Ruiz y, Calderón tras la resaca de sus bohemias no saben de esa desgracia y si se enteran, sólo se encogen de hombros y suponen que los pobres se irán al cielo... ¡mientras viven en el infierno!
Se mueren esos mexicanos a los que el triunfo de papel de la Constitución les dedica más de 20 párrafos (“obedézcase, pero no se cumpla”, decían los gachupines y repiten los panistas). Esto se repite por todo el país y, como en tiempos del porfirismo, ahora con millones de mexicanos empobrecidos, los panistas se preparan a celebrar lo que en 1810 y 1910 se convirtió en dos revoluciones.

cepedaneri@prodigy.net.mx

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