martes, noviembre 17, 2009

Cártel de Tijuana, hablan los testigos protegidos

Los testimonios ministeriales de los testigos protegidos Moisés Robles Vizcaíno, con clave confidencial Félix; Luis Héctor Puente Cota, Jorge Arturo; Sergio Rodríguez Tapia, Juan López; Eduardo Gómez Angarita, Raúl; y Elihud Ochoa Brizuela, Marco Antonio, revelan las rutas marítimas, la participación de elementos de inteligencia del Ejército Mexicano y la incursión del cártel de Tijuana en el trasiego de éxtasis de Europa a México.

Tercera y última parte
El cártel de Tijuana tejió una amplia red de contactos en la esfera del poder político-militar-policiaco y se hizo de especialistas en el manejo financiero, en falsificación de documentos, atención médica, localización de rutas marítimas, terrestres y áreas para pasar drogas a Estados Unidos. Contaba además con barcos, aeronaves y vehículos propios para realizar sus operaciones.
De acuerdo con los testimonios de personajes claves de la organización que se acogieron al programa de testigos protegidos de la Procuraduría General de la República (PGR), bajo los seudónimos de Félix, Jorge Arturo, Juan López, Raúl y Marco Antonio, a mediados del sexenio de Ernesto Zedillo, en 1997, en Baja California floreció el narcotráfico al amparo de la protección de autoridades militares y del gobierno local y federal.
El testigo protegido Eliuht Ochoa, Marco Antonio, por ejemplo, fue el responsable de contactar a mandos de inteligencia militar para llevar a cabo las actividades relacionadas con el narcotráfico bajo el mando de Gilberto Higuera Guerrero, el Gilillo, el subteniente Granados, el Gato, Gildardo Emilio Liébano y el teniente Marco Antonio Benítez Armijos.
El 21 marzo de 2001, Marco Antonio declaró que el teniente de inteligencia de la tercera región militar, Edgar Rene López Delgado, participó en la entrega de un paquete de dinero que efectuó un tal Ariel, quien le presentó a Gilberto Higuera, a quien vio con Germán Núñez Balderrain, el Buzo, Javier y Ricardo Palomera, el Eme 2 y el Eme 3, respectivamente, quienes pertenecían a la célula de Efraín Pérez Pasuengo, el Efra.
De acuerdo con la declaración ministerial del exagente Edgar René López Delgado, comisionado al Grupo de Información de la Tercera Región Militar en Mexicali, oficiales del Ejército colaboraron para el cártel de Tijuana con suministro de información de inteligencia. El hoy testigo protegido reveló a la Unidad Especializada contra la Delincuencia Organizada que el teniente Marco Antonio Benítez Armijo avisó desde el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) sobre un operativo militar a Gilberto Higuera Guerrero, el Gilillo.
“El teniente Marco Antonio Benítez Armijo trabaja en la Secretaría de Gobernación y me estuvo pasando información que le proporcioné a Gilberto Higuera, el Gilillo”, dijo el testigo protegido, según la averiguación previa PGR/UEDO/071/2003. Los Arellano Félix tenían infiltrados los órganos de inteligencia militar, al menos desde 1997. El hoy testigo protegido era uno de ellos, así como Benítez Armijo y el teniente de Caballería Ramón Martínez Jiménez, quienes presuntamente protegían la llegada de aviones con cocaína. Benítez fue comisionado por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) al Cisen, y en marzo de 2000 filtró al Gilillo que un contingente del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE) se había trasladado del Distrito Federal a Tijuana para detener a miembros de la organización.
La fecha y el lugar que señala López Delgado coinciden con el operativo que llevó a cabo la Sedena el 11 de marzo de 2000 en Tijuana, donde efectivos del GAFE capturaron a Jesús Labra Avilés, el Chuy Labra, lavador de los Arellano Félix.
Miembros del cártel de los hermanos Arellano Félix se infiltraron al Grupo de Inteligencia Militar y al Cisen entre 1997 y 2000 para conocer de operativos castrenses en su contra.
El falsificador
Para cruzar los retenes por territorio bajacaliforniano cuando escoltaban a Gilberto Higuera, el Gilillo, sus lugartenientes se identificaban como agentes de la PGR, de la Fiscalía Especializada en Delincuencia Organizada, como agentes de la procuraduría del estado o como agentes ministeriales. Y cuando portaban armas, llevaban los oficios de comisión y portación de arma falsos, dice el testigo protegido Félix en su declaración del 18 febrero de 2001.
Félix, quien formó parte de la organización entre 1997-200l, falsificaba documentos oficiales, credenciales de elector, pasaportes, credenciales de distintas corporaciones policiacas, para lo cual los integrantes de la agrupación le proporcionaban material e instrumentos tecnológicos de punta que requería para reproducir a la perfección hologramas, códigos de barras, fondos de agua. Todo era falsificable.
“Miguel Ángel Fernández Loera, el Gritón, me pagó 1 mil 200 dólares para gastos. Me decía que los acreditados con los gafetes y credenciales que yo elaboré eran gentes muy pesadas y que yo ya no me podía salir. Este trabajo duró aproximadamente un mes, expidiéndose las credenciales con vencimiento al 31 de diciembre de 1997. Habiendo tenido que renunciar a mi trabajo en la inmobiliaria, me quedé sin ingresos económicos debido a que el Gritón así me lo había indicado; se justificaba diciendo que no teníamos trabajo, pero que ya iba a llegar la renovación de las credenciales, por lo que esto duró hasta principios de 1998.
“En febrero de 1998, pasaron por mí conduciéndome al fraccionamiento Las Fuentes, en Mexicali, donde se encontraban varios vehículos estacionados en convoy, entre ellos una pick up dorada Ford Lobo con dos sujetos, descendiendo uno e indicándome el otro que abordara el vehículo, presentándome a Gilberto Higuera Guerrero. De inmediato lo reconocí como el mismo para el que yo había elaborado una credencial y un gafete de la Policía Judicial, a nombre de Juan Carlos Ramos.
“Gilberto me indicó que elaborara las nuevas credenciales de la Policía Judicial, y como yo había visto que las nuevas ya contaban con un holograma porque se había detectado una falsificación en Guadalajara, le indiqué que iba a estar más difícil y se tenía que comprar equipo nuevo. El Gritón decía que yo pedía mucho dinero y que no quería trabajar, dándome en ese momento cuenta que el Gritón se había quedado con la mayor parte de mi paga, e incluso me dijo Gilberto que ya me iban a levantar, por lo que me indicó que les investigara el precio del equipo y se los informara, por lo que en ese momento me entregó 2 mil quinientos dólares.
“Habiendo instalado dicho equipo en un departamento que renté en la Calle de Lago Rudolf, número 654, fraccionamiento Jardines del Lago, Mexicali, regresó el moreno con las fotografías de aproximadamente 30 sujetos, entre ellos Gilberto y otro sujeto de quien me dijo que era el mero jefe al cual yo le había hecho la primera credencial a nombre de Rodrigo Sánchez Ellis, nombre que yo había inventado. Posteriormente me enteré de que su verdadero nombre es Ismael Higuera Guerrero, el Mayel, por lo que me puse a elaborar las credenciales, con vigencia al 31 de diciembre de 1998, que los acreditaban como agentes de la Policía Judicial del Estado de Baja California”.
El testigo elaboró credenciales falsas para Ismael Higuera Guerrero, el Mayel con el nombre de Rodrigo Sánchez Ellis; a Gilberto Higuera Guerrero, el Gilillo, como Juan Carlos Ramos; a Efraín Pérez Pasuengo, el 8-5; Carlos Cáceres, el Quemado; César Jiménez Reyes, Rubén Cortes Flores, Carlos Pineda Muñoz, Bernardo Araujo, el Jabalí, y Miguel Ángel Fernández Loera, el Gritón.
Dice que en varios casos no supo el nombre real de los miembros del cártel de Tijuana, puesto que recibía las fotografías y les daba el nombre que él quería. Elaboraba las credenciales de elector, de la PGR y de la Procuraduría de Justicia del Estado para gente de la organización, entre ellos, a Héctor Montoya, quien le proporcionó recursos monetarios para el equipo de cómputo y el material necesario para su elaboración.
Mario Enrique Anaya Morales, jefe de la Policía Ministerial de Baja California, recibió oficios originales con su firma, los cuales le entregaban Gilberto Higuera o Miguel Ángel Fernández Loera.
A Efraín López, el Efra, Rogelio Herrera, a quien le inventó tal nombre. Al Macumba, el Quemado, quien presentaba cicatrices de quemaduras y falta de dedos en las manos. Mario Figueroa (Russel), el Jabalí, cuñado de Ismael Higuera. La credencial a nombre de Raúl Mario Figueroa Vázquez, al cuñado de los hermanos Higuera, Mario Alberto Russel Gámez.
La credencial de elector a nombre de Mario César Maldonado Silva corresponde al Pelucas. La credencial de la PGR y licencia de chofer a nombre de Miguel Ángel Fernández Loera corresponden al “escolta favorito” de Gilberto Higuera Guerrero, el Buzo (Alejandro). La licencia a nombre de Adalberto Malvarrosa Cepeda corresponde a Alberto Mendoza Sauceda.
El testigo protegido Félix dice que Gilberto Higuera se hacia acompañar de Miguel Ángel Fernández Loera o Germán Núñez Velderrain, el Buzo; Óscar Rochín López, el Erre uno; Raygoza, el Cero; el Niño, de nombre Eduardo; el Peque, el Compadre, el Guayo o el Aguayo, así como en un par de ocasiones por un militar de nombre Édgar.
La ruta marítima
El testigo protegido Jorge Arturo era escolta de Ismael Higuera, el Mayel. Realizaba levantones, escoltaba cocaína y marihuana, y llevaba dinero de Tijuana a Ensenada. Declaró en marzo de 2001 que la cocaína de Colombia llegaba a las costas de Oaxaca y de ahí era trasladada en lanchas a las costas de Michoacán, donde la recibía Salvador López, el Chavo. Luego se trasladaba a Tepalcaltepec, en la Sierra de Michoacán, en una pista aérea registrada, propiedad del Quemado.

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