lunes, enero 11, 2010

Plan B. Coyotes convertidos en dragones

Por Lydia Cacho







11 enero 2010
Salim Boughader, restaurantero mexicano de ascendencia libanesa, fue sentenciado en 2008 por encabezar una red que internaba iraquíes y libaneses a Estados Unidos. El arresto respondió a la investigación del Departamento de Estado norteamericano, porque Salim había traficado a miembros de Hezbolá de Tijuana a San Diego. Cualquiera creería que no es lo mismo pasar 10 guatemaltecos por Chiapas que internar un avión con 15 iraquíes o 60 chinos por los aeropuertos más vigilados de México. De alguna manera sí lo es.

Hace unos días arrestaron a 15 agentes de migración del aeropuerto de Cancún por haber permitido la entrada a 35 chinos con pasaportes falsos que volaron de su país hasta Cuba, entrando vía Cancún con destino final en Guadalajara.

Quintana Roo es el centro de operaciones de las mafias de traficantes de personas desde hace una década. Las mafias cubanas se instalaron en Cozumel hace años y más tarde se vincularon a los narcos mexicanos que les venden el paso franco por sus propias rutas, incluida la protección de altos mandos migratorios. Sus centros operativos son los puertos aéreos de Cancún y ciudad de México.

En 2007 llegaron a Cancún 35 chinos indocumentados en el vuelo 063 de Air Europa. Embarcaron sin problema en Madrid. Ninguno de los agentes de migración arrestados ha sido sentenciado, y las redes de traficantes quedaron intactas. Cecilia Romero, la comisionada del INM, informó: “No en todos los casos hemos logrado concretar una denuncia como ahora, y no siempre se puede integrar una averiguación previa”. Intuye el resultado, sabe que basarán la “investigación” en dichos de quienes no conocen a los traficantes, porque ellos son sólo un eslabón. Las indagaciones casi siempre se quedan en los eslabones perdidos.

Bastaría investigar a los miles de empresarios reconocidos que usan la mano de obra grupal ilícita, restauranteros, hoteleros, maquiladores y constructores. Comprar ilegales “desechables” a pedido les permite evitar contratos y prestaciones, saben que no se organizarán ni les protegerá un sindicato ante jornadas de 14 horas; dormirán en el piso y que no hablan el idioma para pedir ayuda.

La laxitud ante esos empresarios no es exclusiva de México, sin embargo este fenómeno de aviones cargados de chin@s es diferente de la migración ilegal tradicional. Los migrantes latinos contratan coyotes y cuentan con la corrupción para pasar la frontera, se juegan la vida ante la pobreza y la falta de oportunidades. El caso de los chinos tiene el mismo origen económico, pero los patrones delincuenciales son diferentes. La demanda específica de trabajadores con ciertas características se origina en empresas que generan la esclavitud. Contratan chárters y pagan a brokers que manejan una empresa criminal a la luz del día. Los buenos criminólogos de la PGR, que sí los hay, podrían investigar el lavado de dinero, a las aerolíneas, el enriquecimiento subrepticio de ciertos empresarios, de agentes migratorios y de administradores de los aeropuertos. Allí está el secreto a la vista de todos; lo demás es amarrar al coyote y dejar libre al dragón.

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