jueves, abril 29, 2010

Ven la tempestad y no se hincan

Por Guillermo Fabela Quiñones

Es cierto que México requiere, con suma urgencia, reformas estructurales a fondo, pero no desde luego las que pretende la oligarquía para seguir usufructuando privilegios faraónicos a la sombra del poder, sino las que demandan las clases mayoritarias para superar una realidad adversa totalmente, que así como va nos condena a sufrir calamidades inimaginables. Es increíble que después de tres décadas de implantado el neoliberalismo en el país, lapso en el que la elite se enriqueció a niveles insospechados, al mismo tiempo que la corrupción se apuntalaba como un mecanismo idóneo para acrecentar sus ganancias, ese grupo privilegiado quiera seguir ampliando la estrategia que favoreció su extraordinario enriquecimiento.
Como dice el dicho popular: “ven la tempestad y no se hincan”. México está al borde del caos por tanta voracidad y corrupción, y en vez de reflexionar sobre las causas y efectos de tal realidad, la oligarquía sigue como si nada estuviera ocurriendo en el territorio nacional. No quieren darse cuenta sus integrantes que mucho de lo que estamos padeciendo los mexicanos es consecuencia de su irresponsabilidad social. Y lo peor es que la burocracia dorada a su servicio, en vez de hacerles ver su error de apreciación, los alientan para que los siga apoyando, a fin de seguirse enriqueciendo también, como lo patentizan los hechos.
De ahí que sea muy preocupante que Felipe Calderón quiera que el Congreso apruebe su iniciativa de crear lo que denomina Organismo Promotor de Medios Audiovisuales, según esto con el fin de fortalecer y ampliar a escala nacional la señal de Canal 11. Es obvio, de acuerdo con el signo ideológico del grupo en el poder, que la verdadera intención detrás de esta propuesta es tener el control no sólo del canal del Instituto Politécnico Nacional, sino de todos los medios públicos con la finalidad de usarlos de conformidad con los fines políticos de la oligarquía. Como bien lo dijo el diputado priísta Carlos Flores Rico, “¿no será que esto es la simiente de un ministerio de propaganda?”.
La respuesta es obvia, lo mismo que el firme rechazo del secretario de Gobernación a la alusión al periodo de Adolf Hitler al frente del Estado alemán. Lo cierto es que el canciller nazi no hubiera logrado lo que hizo si no hubiera contado con la fuerza propagandística del ministerio a cargo del doctor Joseph Goebbels. Dada la similitud de proyectos políticos, es perfectamente válido suponer que Calderón busca contar con un aparato propagandístico semejante al de Hitler, pues sólo así sería factible seguir engañando a una población incauta que sufre los embates de una pobreza lacerante y de los abusos cada vez más cínicos de una elite insensible y apátrida.
En contrapartida, el duopolio televisivo seguirá siendo intocable, pues cumple muy bien su tarea enajenante de conformidad con los intereses de los poderes fácticos, los cuales son en realidad un estado dentro del Estado mexicano. Y Televisa y Televisión Azteca son parte fundamental de dichos poderes, razón por la que será imposible, mientras siga Calderón al frente del gobierno federal, que pueda ser aprobada una reforma integral a la Ley Federal de Radio y Televisión. Son muchos los intereses en juego, aunque en honor a la verdad debería decirse que son demasiados los privilegios que desean seguir manteniendo las cuatrocientos y poco más familias que detentan el 80 por ciento de la riqueza nacional. Por ello les urgen “reformas” que más bien son contrarreformas pensadas para apuntalar su poder.
Con un poder omnímodo, como el que pretenden, los oligarcas y sus secuaces buscan quedar a salvo de indagaciones legales por sus enormes corruptelas, que cada día salen a la luz pública. Buen ejemplo de esto es la investigación que la Suprema Corte de Justicia de la Nación se vio forzada a llevar a cabo, para deslindar responsabilidades en un fraude más al IMSS, del que se acusa a la empresa Álvarez Puga y Asociados. Este caso sería uno más si los propietarios principales de la misma no fueran Ernesto Zedillo Ponce de León, Santiago Creel Miranda y Marcelo de los Santos, personajes del medio político ampliamente conocidos.
Todos los días constatamos que la voracidad de la elite en el poder no tiene límites, realidad que nos está llevando a un caos del que no sería nada fácil salir indemnes como nación organizada. De ahí la urgencia de avanzar en la conformación de reformas estructurales de verdadero alcance social, que permitan avanzar hacia el fortalecimiento de un Estado de firmes raíces democráticas, y se ponga a salvo a la sociedad en su conjunto de crisis cada vez más graves y violentas. No actuar en esa dirección tendrá consecuencias irreparables, y la realidad que ahora estamos viviendo será un juego infantil en comparación con las consecuencias de un “proyecto” fascista implantado de la manera más insensata y deshumanizada.

(gmofavela@hotmail.com)

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