martes, mayo 25, 2010

Columna Asimetrías. La Huelga de Hambre del SME






25 mayo 2010
“Los triunfos morales reivindican conciencias de los oprimidos, no de los opresores”.

Sergio Aguilar Ortiz.

I

El abogado Aguilar Ortiz, autor de un libro intitulado “Exigencias y comparaciones de aptitudes y actitudes de políticos y funcionarios con poder”, sostiene además que el enemigo mayor de la política es la moral y del político la ética.

Así es como se derrota a un mal político, a una mala política o a un mal gobierno, sostenía no ha mucho William Safire, autor del, entre otros libros, del “Diccionario de Política Estadunidense”. Describe la moral política como “arma punzo-cortante”.

Esos aforismos son atañederos al ayuno colectivo o huelga de hambre que miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas --damnificados por el monstruoso fiat de Felipe Calderón de extinguir a Luz y Fuerza del Centro-- realizan en el zócalo de la capital.

Esa extinción, cuestionable constitucionalmente por muchos juristas de nota, tuvo por móviles reales los intereses creados de la corrupción del poder político panista del Estado, para dispensa discrecional del usufructo del negocio de la fibra óptica.

Esa dispensa discrecional era imposible para esos intereses creados de la corrupción del poder político panista del Estado si no se eliminaba a LyFC y al sindicato del ramo, obligados contractualmente a operar el negocio de la fibra óptica instalada por aquella.

En el mes de huelga, varios ayunantes han sufrido crisis de salud severas, con riesgo altísimo de perder la vida. Un ayuno tan prolongado y documentadamente absoluto –excepto agua-- tiene por secuela inmediata una anemia galopante.

II

Éste ayuno –que los participantes llaman huelga de hambre— tiene por móvil aleatorio protestar por la a todas luces ilegal extinción de LyFC y, al mismo tiempo, ejercer presión moral sobre el señor Calderón para revertir su decreto extintorio.

Un tercer móvil sería el de mantener viva la llama –al parecer bien atizada por la solidaridad que el SME inspira en muchos ciudadanos-- de la lucha por la reivindicación de derechos brutalmente conculcados por el Presidente de Facto.

Un móvil adicional, tal vez no discernido previamente, es el de que la huelga de hambre es un acto de tal dramatismo y sacrificio que activa el detonante del proceso de toma de conciencia social acerca de la opresión en la que vivimos casi todos.

Subráyese que la huelga de hambre no ha merecido del señor Calderón reacciones algunas, aunque su secretario del despacho de Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano, ha descalificado ese acto de sacrificio heroico de los trabajadores ayunantes.

Pero el señor Lozano, ya es sabido, se distingue por su grotesca proclividad venal por la cancerbería y su jefe, el desubicado (ignora cuál es la realidad del país) don Felipe, son impermeables a las tragedias de los mexicanos, sobre todo de los trabajadores.

Éstos, en enorme desigualdad frente al poder político panista y priísta del Estado mexicano, no tienen alternativas para defender sus derechos sistémicamente conculcados por aquél, que la de incurrir en acciones políticas de gran fuerza moral.

III

En ese andamiaje filosófico, ideológico y político-reivindicatorio se inserta la huelga. Los huelguistas saben que su heroísmo no conmoverá al señor Calderón --cuya prioridad imposponible es la de vender en ganga a México-- ni lo hará rectificar.

Pero los huelguistas también saben que su sacrificio no es en vano. Con su acción despojada de egoísmos han llevado más allá el despertar de la conciencia de los mexicanos de que tener dignidad demanda gran sacrificio. De todos los dignos.

Un sacrificio permanente, al cual son ajenos en todo sentido, los señores Calderón y Lozano, sujetos de una cultura de la arrogancia, la prepotencia, la alevosía y el abuso sofista, tramposo, de sus potestades constitucionales y, sobre todo, de la sinrazón.

La sinrazon del poder –en particular el político panista del Estado— tiene dialéctica propia que, en el caso, es evidentísimo: el gobierno actúa por corrupción como agente subrogado y beneficiario colateral interesado y, por ello, agravia a los gobernados.

Éstos, en un contexto político como el mexicano, de simulación jurídica en gradación variopinta de brutal zafiedad, viven oprimidos por mecanismos de control social y de violencia legal del Estado y sin conciencia de su potencial para liberarse.

Eligen y reeligen, incluso, a sus opresores. Esa situación sólo le deja una alternativa a los trabajadores que defienden sus derechos: la huelga, como herramienta de política. Para que sus derechos dejen de ser conculcados y se les reconozcan.

El heroísmo de los electricistas nos habla de un legado: el poder político real es moral, pero debe cincelarse organizada, colectivamente, para ejercerse en acciones conjuntas y concertadas. Eso es lo que nos enseña ésta huelga.

ffponte@gmail.com

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