viernes, mayo 14, 2010

Columna Asimetrías. Yucatán





14 mayo 2010
“En México, las elecciones no le resuelven los problemas a los mexicanos, pero a la élite política sí”.

Rodrigo Pérez Sansón.

I

El primer cotejo electoral del año se realizará el domingo próximo en el Estado de Yucatán, aunque sólo será un ejercicio para renovar ayuntamientos y la Legislatura local, quedando la gubernatura para su renovación en 2012.

Éstos comicios son, sin duda, importantes, aunque esa importancia no deviene de ser los primeros en el calendario, sino porque su desenlace confirmará una percepción general más allá del ámbito yucateco: el sentir ciudadano acerca del PAN y el PRI.

El Partido Acción Nacional, bien sábese, padece una severa –por honda— crisis que bien podríasele calificar de existencial, pues tendría que ver con su identidad filosófica, ideológica y político y su razón de existir en el espectro mexicano, histórico y actual.

El Partido Revolucionario Institucional, también sabríase con certeza, parece exhibirse como un ente a quien un electorado que sus cúpulas consideran ingrato lo reivindicará con creces, llamándolo a formar gobierno en municipios y el Poder Legislativo local.

El Partido de la Revolución Democrática y los demás en ese mismo entorno de instituciones partidarias creadas con fines crematísticos de grupos de interés y de presión e incluso de familias, también estaría, inferidamente, sometido a prueba.

Y una prueba difícil. El electorado hállase decepcionado, si no es que francamente irritado y agraviado, por lo que es, objetivamente discernido, una traición al pueblo por los partidos políticos, sus cúpulas y el régimen jurídico que los enmarca.

Esa traición ha sido no sólo evidente –por impune y, ergo, cínica--, sino dramáticamente aviesa. Los partidos han actuado con premeditación, alevosía y ventaja contra los intereses del pueblo. Su ineptitud tiene una razón de ser: es a propósito.

II

Y esa razón de ser no es la de la incapacidad y cortedades de miras y ausencia de habilidades de los políticos elegidos, sino de omisiones que sospéchanse comisiones –es decir, intencionada— porque ha existido una monstruosa inversión de prioridades.

Cierto, documentadamente. Los políticos elegidos en esos comicios tan irregulares, sospechosos y dudosos que instaló sin un mandato real a Felipe Calderón como Presidente de la República, tienen prioridades ajenas a las del pueblo.


Así, las prioridades de los políticos han sido –lo son aún más— establecidas en el orden jerárquico siguiente: primero, atender los intereses personales emblematizados en la corrupción; luego, las de facción partidista para esos mismos fines de corruptibilidad.

Y, más adelante –la tercera prioridad— la de los intereses reales de las cúpulas de los partidos políticos. Servir a los intereses populares ni siquiera alcanza, en los hechos, el rango de prioridad. Lisa y llanamente se actúa antisocialmente, contra el púeblo.

Caso fehaciente –característico incluso— es el de la votación de los diputados de la LXI Legislatura al Congreso de la Unión a favor de crear nuevos impuestos, elevar los ya establecidos y exaccionar aun más las magras finanzas familiares de los mexicanos.

Señálese que algunos de esos diputados que votaron contra los intereses del pueblo que en lo formal representan son candidatos a gubernaturas en varios Estados. En Veracruz, algunos de esos exdiputados pretenden ser elegidos gobernantes.

III

¿Guarda el electorado memoria de las traiciones de los políticos, los partidos y sus cúpulas al pueblo de México? En Yucatán se verá ello al concluir la jornada electoral o en los días siguientes. Algunos observadores piensan que sí; otros, que no.

En el caso yucateco se advierte la convergencia de vectores claramente identificados que harían de los comicios un proceso cívico distinguido por una gruesa y densa afluencia de votantes a las casillas. No se espera, por ello, mucho abstencionismo.

Pero la estantigua del abstencionismo no se ha ido del todo. En Yucatán, la ciudadanía ha mostrado hartazgo de la ineptitud y la corrupción de los gobiernos municipales panistas, pero también adviértense indicios de que desconfían del PRI.

La existencia y viabilidad del sistema de partidos políticos y de éstos mismos es, ante lo descrito, lo que estaría sin duda en juego. El desenlace electoral nos dirá si dicho sistema debe ser modificado o desaparecido, así como los partidos políticos.

La insatisfacción social y el descontento ciudadano por el régimen de partidos –partidocracia— que fomenta las traiciones de los políticos a sus representados formales podría manifestarse con espectacularidad ese domingo 16 en Yucatán.

Sin embargo, esa manifestación merecería lecturas perspicaces y honestas de los propios políticos a quienes el pueblo, decepcionado de ellos, ha degradado en su estima. Es posible que los partidos políticos traten de engañarse a sí mimos; así suele ocurrir..

Y, así, al hacerlo –entender a modo, estrechamente, las moralejas del desenlace comicial— subestimar el poder real de la energía ciudadana desatada por la frustración y el engaño. Éstas elecciones tienen, a nuestro ver, ese atributo de hito histórico.

ffponte@gmail.com

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