jueves, agosto 12, 2010

Columna Asimetrías. Diálogo por la Seguridad

Por Fausto Fernández Ponte




12 agosto 2010
ffponte@gmail.com

“En México hay 450 mil drogadictos”.

Secretaría de Salud.

I

El Presidente de Facto Felipe (del Sagrado Corazón de Jesús) Calderón, considerado espurio por millones de sus conciudadanos, abrió, tal vez sin proponérselo, el debate acerca de la despenalización de la producción, abasto y consumo de la marihuana.

Ese debate, señálese, fue abierto en el contexto de un sucedido de mayor alcance, Diálogo por la Seguridad, aun corriente, con la participación de académicos, funcionarios gubernamentales en materia de seguridad y salud, políticos, etc.

Pero el tema dominante ha sido el de la “legalización de la marihuana”, que es una simplificación imprecisa y equívoca de un proceso asaz complejo que implicaría despenalizar la cadena productiva del bien final, listo para ser consumido.

El, propio señor Calderón, así como sus secretarios de despacho –como el de Salud—hicieron público su parecer contrario a la despenalización, pero no ofrecieron razones científicas, sociales, políticas, culturales e históricas contundentes o de peso.

El debate ha trascendido el ámbito del citado Diálogo para la Seguridad, durante el cual, el director general del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, la agencia de espionaje del Estado, informó acerca de los 28 mil muertos de la “narcoguerra”.

II

Así, el tema es debatido no sólo en los cenáculos del poder político y entre los intelectuales, sino en los estratos varios de la sociedad mexicana. No sorprendería saber que incluso es discutido por los miembros de la llamada Mafia en el Poder.

El telón de fondo de ese debate es también el contexto de éste: el brutal saldo de muertos –asesinados--, heridos, encarcelados (y luego liberados por falta de pruebas), secuestrados, torturados, huérfanos,viudas y madres sufrientes y otros damnificados.

La futilidad de la “narcoguerra” fue descrita por el propio Presidente de Facto el 28 de marzo en la CNN: “Mi objetivo principal no es acabar con las drogas ni eliminar su consumo; es imposible”. Así dicho, ¿por qué la guerra? ¿Por controlar el negocio?

En la “narcoguerra”, el poder político del Estado mexicano (y éste mismo) ha invertido recursos –que son del pueblo-- que podrían destinarse a crear empleos de calidad y reactivar la economía, aunque ésta acuse crisis de inviabilidad.

Parte de ese mismo telón de fondo es el desempleo, por un lado; por otro, las causales reales, objetivamente discernidas, del aumento del consumo de estupefacientes y psicotróipicos en general, no sólo de la marihuana en particular.

III

A ese telón de fondo añadiríase el papel que el Ejército, la Armada y los cuerpos policíacos federales representan en el proscenio de los “daños colaterales” cuyo epítome es la monumental suma de violaciones de los derechos humanos de civiles inocentes.

Componente igualmente central de ese telón de fondo es el que se refiere al carácter intimidatorio e inhibidor de las Fuerzas Armadas a la actividad política de discrepantes y disidentes organizados y en tareas reivindicatorias de índole revolucionaria.

Y es que so pretexto de combatir a los cárteles, los convoyes militares en las calles de nuestras ciudades y en carreteras conforman un instrumento disuasivo y en no pocas veces represivo. Los militares han desaparecido también a varios activistas políticos.

Ante la propia admisión de don Felipe en su entrevista, ya muy referida, a CNN, el debate acerca de la despenalización y la negativa, aun a priori, del propio mandatario, la ciudadanía confirma suspicacias de años acerca del vero motivo de la “narcoguerra”.

Don Felipe aduce que los críticos de su “narcoguerra” no le proponen “ideas concretas”. A nuestro ver, lo de la despenalización es acusada y claramente concreta. Con ello acabaría el fratricidio mexicano, el de los 28 mil muertos.

ffponte@gmail.com

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