martes, agosto 03, 2010

Columna Asimetrías. Militares de EU en la Frontera

Por Fausto Fernández Ponte




03 agosto 2010
ffponte@gmail.com

“La guerra es una extensión de la política”.

Clausewitz.

I

La racionalidad del envío –anunciado en junio pasado— de elementos de la Guardia Nacional de Estados Unidos a su frontera con México tiene tres premisas mayores, una de ellas a corto plazo y las otras, las más ominosas, a mediano y largo vencimientos.

Sí, pero ¿cuáles son, en lo específico, esas premisas? La primera, la cortoplacista, es la que se sustenta sobre supuestos profundamente insertos en la psique colectiva de los estadunidenses, de que los migrantes mexicanos están vinculados al narco.

Esa premisa es, desde luego, equívoca; es decir, resulta falsa a la luz de la experiencia histórica y los hechos, pues quienes cruzan la frontera con EU y se internan en ese país no llevan estupefacientes ni psicotrópicos ni emigran para delinquir allá.

Emigran, demostradamente, en pos de empleo y no impelidos por un espíritu de aventura, como hace algunos años dijo Felipe Calderón, cuando era diputado federal y a quien le hicieron coro varios gobernadores panistas.

Emigran, sépáse, porque en México la inviabilidad de la forma de organización económica prevaleciente –el modelo neoliberal, pues— es asaz violento, antisocial o, por mejor decirlo, antipueblo, y ha creado aguda y muy lacerante pobreza.

II

Ello, desde luego, es sabido por los hombres y las mujeres de pro estadunidenses –en los cenáculos del poder formal y los poderes fácticos--, pero tan errada noción es manipulada por aquellos y éstas, los políticos, con fines electoreros, como en Arizona.

Tocante a las otras premisas, la segunda –la de mediano plazo-- es acusadamente política y no tiene nada que ver con México, excepto como pretexto. El Presidente Barack Obama envía así un mensaje a los estadunidenses, no a los mexicanos.

Y el mensaje equivale a decir “estamos vigilando nuestra frontera, de modo que no hay motivos para alarmarse; los mexicanos ya no vendrán a invadirnos ni a quitarnos empleos. Tu gobierno federal está preocupándose por ustedes”.

Es una manera política de desactivar el detonante del racismo, el cual es en Arizona, como bien afirma Elvira Arellano –la mexicana que vivió asilada durante un año en una iglesia de Chicago, escondida de La Migra—un hecho que ninguna ley va a erradicar.

Ese racismo es explotado por los del Partido Republicano –como el senador John McCain y la gobernadora de Arizona, Jan Brewer: ambos pretenden lograr la mayoría en el Congreso federal, en Washington, y abortar la reelección de Obama en 2012.

III

¿Y la tercera premisa, la de largo plazo? Habría que releer el libro de Caspar Weinberger, exsecretario de la Defensa, intitulado “La próxima guerra” (de EU), en el que elabora y describe un escenario prospectivo inquietante. El libro se publicó en 1998.

Weinberger, fallecido en 2006, fue el jefe del Pentágono durante los ocho años de gobierno de Ronald Reagan (1981-1989), desde donde dirigió la guerra secreta contra los sandinistas en Nicaragua, armando y financiando a los “contras”.

El citado político –quien publicó su libro en coautoría con Peter Schwaizer— afirma que, según uno de los escenarios, EU invadiría y ocuparía militarmente a México pues éste país se habría convertido en un peligro a la seguridad nacional estadunidense.

La invasión y ocupación militar de México no necesariamente sería para combatir al gobierno mexicano, sino para “salvarlo” de la ingobernabilidad –caos y anarquía no distinta de la actual-- que estaría ya afectando los intereses estratégicos estadunidenses.

Hoy, las tropas de EU situadas en la frontera tienen, deliberada o por omisión, un significado muy peligroso. Su presencia es disuasiva, pero de la disuasión es fácil acceder a otro tipo de acción: cruzar la frontera para “ayudar” a Felipe Calderón.

ffponte@gmail.com

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