sábado, octubre 16, 2010

Las putas tristes del premio Nobel

El Presidente y la Primera Dama de Estados Unidos cambiaron sus planes y finalmente asistieron en Oslo al banquete del Nobel de la Paz presidido por la Familia Real noruega, mientras el prometido de la princesa Magdalena de Suecia se dio cita por primera vez en la cena paralela en Estocolmo de los prestigiosos galardones

The Prize, novela de Irving Wallace, adaptada al cine con el mismo nombre e interpretada por Paul Newman (1963), es la historia de Andrew Craig, un escritor norteamericano que va a recibir el premio nobel . Al llegar a la recepción del hotel , sin mucho disimulo consulta al recepcionista por la vida nocturna de Estocolmo. Este le comienza a enumerar una serie de eventos culturales, empezando por la ópera … y el otro le ataja inquiriendo por los sitios donde haya verdadero ambiente…; el recepcionista, aparentemente sorprendido, le refiere varios sitios, hasta que llega al Gramunken –una versión de nuestro antiguo Palacio Imperial mostrado por Olegario Barrera En Sabana Grande Nunca es de Noche- pero prefiere no recomendarlo, el escritor que ya ha mordido el anzuelo pregunta con curiosidad el motivo. “Es que en ese lugar hay chicas jóvenes con ideas equivocadas”, le responde maliciosamente, e incluso le anota el nombre del burdel para que no olvide no ir a ese sitio.

Andrew Craig, quien como su colega Mario Vargas Llosa, nobel hoy, igualmente ladillados por el frac y la pompa ceremonial, sólo esperan recibir el cheque y hacer mutis por el foro rumbo al lupanar. El cholo residente de Miraflores, y con blasones de gachupín también, sabe que allí lo espera el Capitán Pantaleón Pantoja para darse una rumba hasta el amanecer. Es probable que recele que de pronto puedan aparecer en ese escenario el compinche del Leoncio Prado llamado El jaguar o el incontinente Pedro Camacho y la discreta Tía Julia y otros sudacas coleados como aquellos Mangaches de La Casa Verde que, bajo efluvios del pisco, como sus lectores fanáticos siempre lo rondan para pedirle autógrafos o para martillarlo por doquier…

Los recuerdos lo envuelven al tercer escocés… Los premios no se hacen esperar, desde el “Rómulo Gallegos “(1967) bajo el gobierno de Leoni, -cuando se fue con la cabuya en la pata sin pagar el impuesto correspondiente al fisco nacional-, el niño mimado de la intelectualidad latinoamericana, también de los firmantes de la carta del Caso Padilla: fuera de la Revolución nada, niño mimado de la intelectualidad latinoamericano y socio del Pen Club Internacional, a partir del boom en defensa de los intereses del imperio cultural.

¡Para quienes decían que el nobel sólo se asigna a escritores ñángaras qué decepción! No somos inocentes, sabemos el significado político de premiar, independientemente de su calidad literaria, al lacayo más fiel que ha despotricado del actual proceso político Bolivariano en marcha.

Casas editoriales reimprimirán las pingües novelas de técnica y formalidad del laureado escritor neo-español, pero al devenir el tiempo –en olvido infiel- sus argumentos no convencerán, se irán diluyendo como todas las mercancías condicionadas del mercado globalizado neoliberal, y así, compromiso de vida palabra y libertad, en el cielo del arte brillarán para siempre la obra de José María Arguedas y Manuel Scorza, a la par de la fulgurante poesía de Vallejo el encendido verbo del Amauta José Carlos Mariáteguí, junto al Ecuatoriano Jorge Icaza redoblando la marcha con todos los hijos por los vientos que soplan para abonar el porvenir, y en respuesta a lo que, en la década del cincuenta del siglo pasado, Luis Alberto Sánchez una vez afirmara, nuestra América jamás será novela sin novelistas.

Mientras tanto en el Gramunken, entre chicas con ideas equivocadas y conversaciones como en la Catedral, en medio de euforia pasajera, la intelectualidad reaccionaria y presuntuosa, junto a Varguitas –también premio Jeta- celebra el premio nobel por blasfemar los avances sociales de una América latina unida como soñara el Libertador.

fredy.araque@gmail.com

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