lunes, noviembre 15, 2010

La lucha descontextualizada por aumentar los sueldos es aceptar el capitalismo

Rómulo Pardo Silva

www.malpublicados.blogspot.com

Mejores sueldos es una consigna del lenguaje socialista revolucionario; pero hoy sin limitarla explícitamente a solo para los pobres valida la ideología consumista del capitalismo y la depredación.

Un artículo del estimado James Petras (1) propone una lucha por mejoras salariales como “primer paso en la construcción de una alternativa” al postneoliberalismo. Escribe Petras:

“Los trabajadores y los campesinos ven cada vez más claro que no son ellos los beneficiarios de los éxitos económicos, del crecimiento y de la estabilidad celebrados por los dirigentes de los regímenes desarrollistas. La izquierda debe animar, organizar y capitalizar las crecientes expectativas de las masas por conseguir un nivel de vida más elevado en vista de la subida record de los precios.”

“Los dirigentes de la izquierda deben tener presente que los regímenes desarrollistas son ricos en divisas, tienen superávit presupuestarios y que sus estrategias de desarrollo están produciendo un crecimiento razonable. Dicho de otro modo, la izquierda debe ser consciente de que el capitalismo latinoamericano, globalmente hablando, no está en crisis, y que el régimen y los dueños del capital deben pagar en forma de sustanciales subidas salariales y con un aumento del gasto social. Los recursos financieros disponibles, los ingresos económicos del estado y los beneficios públicos y privados de los sectores agro-industriales, de los sectores minero-extractivos, del sector bancario y de las élites comerciales y manufactureras pueden permitir el aumento de los salarios y de las prestaciones sociales entre un 10% y un 20% anual.”

“El estado desarrollista está concentrando la “nueva riqueza” en los estrechos límites de la parte media y alta de la burocracia estatal que se ha convertido de hecho en la nueva burguesía. La esencia burguesa de este régimen se encuentra en la profunda y creciente desigualdad en lo que se refiere a la estructura de propiedad y la cuantía de los salarios, en las transferencias unilaterales de los ingresos del estado a los acreedores bancarios y en las subvenciones y los créditos a las empresas exportadoras agro-minerales, mientras que las ayudas sociales a los pobres siguen siendo minúsculas y el nivel de los salarios mínimos son realmente mezquinos.”

Petras habla de los pobres, de los salarios mínimos, de un paso en el levantamiento de una alternativa. El peligro es que otros no lean esas condiciones que él no remarcó.

Se sabe de oportunistas que para ganar espacios impulsan campañas por aumentos de sueldos y pensiones esperando la continuidad del sistema y sin importarles las consecuencias laterales. Dirigentes de izquierda han encabezado huelgas de mineros que pedían bonos con los que planeaban renovar sus autos; organizaron paros multitudinarios para poderse jubilar y hacer turismo por el mundo.

Hay hechos objetivos presentes y próximos con los que se debe evaluar la táctica de ‘aumentos de sueldo’ generales.

Existe un consumismo banal masivo; miles de millones de personas carecen de los servicios básicos, trabajo, alimento; se agotan el petróleo, el gas, los minerales estratégicos, las tierras nuevas de cultivo, la fauna marina que sirve de alimento; el cambio climático provocará trastornos incontrolables; la población crece; la economía empresarial no crea puestos de trabajo; hay escasez de agua; una masa gigantesca de capital financiero no tiene respaldo en la economía real; los residuos y la contaminación destruyen los medio ambientes.

La economía capitalista necesita un crecimiento permanente que es imposible porque los recursos naturales son finitos. La OTAN lo sabe y se prepara desarrollando armas nucleares y convencionales para gobernar el mundo.

En este marco el socialdemócrata Lula de Brasil pide a los países desarrollados que consuman más, y por consiguiente aumenten los sueldos.

A los socialistas les corresponde la dura tarea de impulsar una civilización poscapitalista sostenible, sin consumismo depredador. Los pobres sí deben ganar más; pero los otros deben limitarse a un consumo responsable solidario.


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