viernes, abril 16, 2010

Viene el ama a visitar, de la mano de su sirvientita, su patio trasero.....

Qué ternura…

Viene el ama a visitar, de la mano de su sirvientita, su patio trasero y de paso le ordena que no siga convirtiendo en gordos con la comida chatarra con las que las transnacionales, que a su marido mandan también en el imperio a modo que su marido encabeza, se llenan los refrigeradores que sirven para dar de comer a los niños de la criadita. Qué ternura, una chulada ver cómo la sirvientita escucha y calla, como la lacaya, que se sabe que es, la mujer de quien usurpa el poder.
Crimen que no se resuelve en las primeras setenta y seis horas. Por no decir cuarenta y ocho por aquello de que hasta en la telebasura se sabe. Es difícil que sea resuelto. Aunque haya países con otra clase: de clase política, menos corrupta y más inteligente. Y con otra clase de gobernados: orgullosos de su pertenencia al país que es el suyo y por ende menos dejados y otra clase de ciudadanía: una ciudadanía capaz de poner candados a los, de suyo siempre, por poco que se les permita, abusivos gobernantes, en la que los investigadores se comprometen con algunos casos y aunque tarden años y años no cejan hasta dar con los asesinos. Países donde la regla impuesta por la clase política —que aquí al pueblo obliga a vivir a la deriva— no es la de que crimen cometido: crimen que impune se queda. Países donde la clase política nada tiene que ver con la que en México sufrimos de manera, por lo visto, irreversible.
Suertudos países, donde los crímenes por los cuerpos policiacos se resuelven, en lugar de que sean estos cuerpos los que, cuando no los cometen directamente, los encubren.
Aquí la regla es que todo crimen quede impune incluso aquellos que por sí mismos están resueltos desde la llegada de las autoridades al lugar del crimen. Y, claramente, hay dos crímenes, que sirven de ejemplo, curiosamente, los dos del Estado de México. El del asesinato del hermano de Salinas, que hasta el impresentable Navarrete, entonces procurador, antes abogadito de derecha encumbrado como defensor de los derechos humanos por la CNDH, luego policía en la PGR y en Gobernación, quien sabía, y así públicamente lo declaró, horas después de encontrado el cadáver dejado ex profeso en ese lugar para que él resolviera: como resolvió, es decir, encubriendo a los asesinos: “que en el asesinato de Enrique Salinas estaba la familia”. Pero… quien a cambio de la impunidad fue premiado con la patente de corso que el poder Legislativo con las curules otorga.
E igual ocurre con el caso del asesinato, muy probablemente a manos del padre, cometido en contra de Paulette, una víctima, menor de edad y con discapacidades, que debido a la exageración del drama televiso —les ganó la “necesidad” de raiting como siempre, por otro lado no saben de otra forma de hacer telebasura— se les salió de las manos el encubrimiento acordado con las autoridades.
Los que ya deberían ser indiciados por cómplices y ocultadores, por encubridores y por mierdas, funcionarios de la Procuraduría del Estado de México, seguirán en el puesto y queriendo implicar a las que coloquialmente llaman “nanas”, aunque fueran ellas las encargadas de la niña que a los padres estorbaba. E incluso, bien puede ser, como me hacía ver una psicóloga, que la madre sólo es una mujer más, abusada por el marido y víctima también de violencia intrafamiliar, en términos de la propias características que, la propia telebasura, encubridora también del pirruris cómplice del padre de la menor, que quiere imponernos la telebasura, como el objeto vendido que es, como el próximo usurpador, sucesor del actual usurpador, cuya mujer, tan poca cosa se ve: tan sirvientita, tan poco nana incluso, al lado de la mujer colonizadora, que su patio trasero revisa, aprovechando para dar la orden de que a los hijos de los criados no es sensato engordarlos, demasiado, con la comida chatarra que desde su país se envía, por aquello de que los criados deben estar en forma para cumplir raudos lo que los amos les mandan.

El plan McKinsey–Kessel



“La empresa consultora McKinsey fue contratada en enero de 2010, y está desarrollando actualmente una herramienta que sea capaz de integrar y optimizar los sistemas de refinación de petróleo, distribución de hidrocarburos y generación y transmisión de energía eléctrica para contribuir a la planeación integral del sector”.

El párrafo anterior es cita textual del documento elaborado por Georgina Kessel, secretaria de Energía del régimen de facto, mediante el cual responde a 137 preguntas parlamentarias que le formuló la Cámara de Diputados con motivo del procedimiento legislativo para ratificar, o no, la Estrategia Nacional de Energía, hoy conocida como ENE.

La ENE representa el primer ejercicio de planeación prospectiva del Estado mexicano que incluye dos variables jamás contempladas en la ley. En primer lugar la estrategia energética cuenta con una visión a 15 años. En segundo lugar, y no por ello menos importante, por primera vez corresponde al Poder Legislativo y no al Ejecutivo, otorgar la validez legal a este plan.

La importancia de este documento para los intereses de todas y todos los mexicanos contrasta con la desfachatez de quienes hoy controlan a este país. Por un lado Kessel reconoce haber contratado a McKinsey para “contribuir en la planeación integral del sector”. Por otro lado el Congreso actúa como si se tratase de un maestro corrupto.

Es el caso de la resolución del Senado en relación con la ENE. Resulta que el Senado optó por ratificar la ENE y después hacer observaciones para que una vez más corresponda toda la definición del plan al poder presidencialista. Como dijera Jaime Cárdenas: el Senado actuó como si un profesor calificara con 10 a un alumno y le diera, después de calificado, 90 días para contestar el examen. De ese tamaño es la visión republicana de Labastida.

Hoy la Cámara de Diputados, con el tiempo encima, tendrá que definir si sigue el método Labastida o el procedimiento legislativo que establece la Constitución en su artículo 72, y que recomendó el licenciado Emilio Suárez Licona, secretario de Servicios Parlamentarios de la Cámara, a través de un estudio que elaboró el Centro de Estudios de Derecho e Investigación Parlamentaria.

En otras palabras, la Cámara de Diputados puede ratificar la estrategia nacional de energía y pedirle a otro poder que le haga caso, o bien puede modificar y adicionar los artículos del decreto que el Senado aprobó.

Desde este espacio hago un llamado a que el Poder Legislativo actúe como tal, como todo un poder independiente.

De pasillo. Georgina Kessel desconoce cuáles son las reservas de hidrocarburos en Chicontepec. Basa la rentabilidad del proyecto en una investigación de tecnologías que desconoce. Incluso en el mundo todavía no se ha inventado la tecnología para la extracción en ese tipo de yacimientos. Lo que paradójicamente sí se conoce en otras latitudes son los llamados contratos de desempeño (mejor conocidos en México como contratos de riesgo). Dicho modelo de contrato aún no es aprobado por el Consejo de Administración de Pemex y ya está en manos de las empresas. Según dijo el secretario de Economía en Davos, son las empresas trasnacionales las que participaron en su elaboración. En él se establecen, entre otras cosas, que Pemex renuncia a los tribunales mexicanos, otorga jurisdicción a tribunales extranjeros y cede a los contratistas extranjeros el derecho exclusivo de explotar el petróleo. ¿Será esta la razón de tantas anomalías en la ratificación de la ENE?

Lo tuvo que decir Sabina

Ricardo Monreal Avila

Joaquín Sabina, quien se encuentra en México para promover su nuevo disco “Vinagre y rosas”, avinagró la visión rosa del gobierno mexicano en su cruzada contra el narcotráfico.
“Calderón fue muy ingenuo, por decirlo de buena manera, cuando planteó esta batalla. Pareciera mentira que no supiera que la Policía estaba completamente infiltrada y a sueldo, y parece mentira que esa guerra no la puede ganar él ni la puede ganar nadie… Creo que todos los gobernantes y los centros del poder del mundo, antes o después, tendrán que hacer una cosa, que es la legalización, porque con la legalización no se acaba ciertamente con las drogas, pero sí con la corrupción, con las muertes, con los asesinatos y con la infiltración en el poder”.
A diferencia de los especialistas, académicos y críticos de la oposición que hemos cuestionado la estrategia contra el crimen y el narcotráfico, Sabina recibió en esta ocasión una respuesta empática del gobierno mexicano, por parte del secretario de Gobernación. “Respecto a Don Joaquín Sabina, toda crítica respetuosa que haga cualquier persona sobre un dilema universal como es la seguridad, el narcotráfico, todo eso debe ser aquilatado. Yo sé que el Presidente Calderón tiene especial gusto por la música de Don Joaquín Sabina y se encontrarán y ahí se dirán lo suyo. Como español, lo veo como hermano y es bienvenido a México”, declaró Fernando Gómez Mont.
Acerca de la posibilidad de aplicar el artículo 33 constitucional al cantante y autor español por inmiscuirse en los asuntos políticos del país, el secretario de Gobernación descartó tal posibilidad porque Sabina, apuntó, “no busca ser candidato o líder en nuestro país”. Candidato a un cargo de elección popular ciertamente no lo es, pero líder de opinión sí, a través de sus canciones, como lo muestra el gran número de seguidores que Sabina tiene en México, entre otros, al propio Felipe Calderón, según lo consigna la página personal del titular del Ejecutivo federal en Facebook.
A ver si ahora que lo dice Sabina, un mensajero con credibilidad y confianza para las cabezas del actual gobierno mexicano, se pasa de la ingenuidad a la asertividad, de la fantasía a la realidad y de la propaganda a la efectividad en la guerra contra el crimen, en su modalidad de tráfico de drogas.
Hace tres años era un tabú social en el país hablar de “legalización de las drogas”. Hoy es una expresión de uso corriente. Hace tres años era un tabú político hablar de retirar el fuero militar a los soldados que incurrieran en “daños colaterales”, hoy hasta una iniciativa de ley en ese sentido se prepara en el Senado.
El lado positivo de la guerra del gobierno mexicano contra las drogas es que ha ido derribando tabúes, pero en su lugar busca construir otros. Por ejemplo, que el combate al crimen es esencialmente policiaco y militar; que con penas más severas y un mayor número de cárceles de alta seguridad disminuirá la delincuencia; que el problema de la violencia es una cuestión de percepción y no de estructura y una realidad social.
Ahora que Sabina, con la agudeza de su prosa y los acordes de su música, resume el curso errático de la guerra al narcotráfico, cabe preguntarse qué es necesario hacer para que esta cruzada se gane y no sucumba el Estado y la sociedad ante su enemigo común número uno: el crimen organizado.
Retomo las sugerencias de una de las ONG que han destinado tiempo, recursos e ideas al tema de cómo emprender un combate eficaz en la guerra al narcotráfico, el Colectivo de Análisis de Seguridad con Democracia A.C. (CASEDE).
“Para que esta guerra se vuelque a favor del gobierno hay que tomar en cuenta cinco variables principales. En primer término, debe ser integral, no sólo militar o de inteligencia, y el Estado debe desplegar coordinadamente, con un fin compartido y sin rivalidades, burocracias o ineficiencias, los recursos de todas sus estructuras, incluyendo las de salud, educación, de comunicación o de infraestructura. Se debe comenzar por limpiar la casa para no estar durmiendo con el enemigo”. Es decir, un Estado desorganizado y minado por la corrupción, no podrá combatir al crimen organizado y corruptor.
La segunda característica es que el gobierno debe atacar por igual a todos los cárteles. “Si el gobierno no actúa simétricamente contra todos y en todos los frentes –no sólo tratando de desarmar las células de sicarios-, se beneficiará a quienes menos puedan atacar las fuerzas del Estado, o en otras palabras, se producirá un efecto de concentración de poder entre los cárteles. Este es el debate sobre la falta de energía contra la organización criminal de El Chapo Guzmán”, quien además de llevar 10 años colgando el título de “el narcotraficante más buscado”, su lugarteniente -el segundo capo más buscado en México- ofrece una entrevista al semanario político más importante del país.
En tercer término, “se deben respetar los derechos humanos. Contra el narcotráfico y en todos los frentes, el Estado es un ente superior, no puede emplear los mismos recursos que los cárteles y la población se debe sentir apoyada por su gobierno, sus Fuerzas Armadas y policiacas”. La muerte de personas inocentes, “los cateos, los retenes, las detenciones extrajudiciales, los interrogatorios in situ y la posibilidad de confundir ciudadanos con criminales podrían llevar a la población a no verse representada ni confiar en las fuerzas del Estado”.
Como cuarta característica, “esta guerra es global, por lo que la cooperación internacional es fundamental. Argumentar soberanía es vivir creyendo que esta guerra es como las guerras del siglo XX. Se dé en otros países, con medios nuevos, como el internet, las transferencias electrónicas e, incluso, beneficiándose de leyes permisivas como las de posesión y compra libre de armas en Estados Unidos”.
Por último, como quinto factor, “no se deben rechazar a priori otras formas de acción estatal, como la liberalización de algunas drogas ligeras para adictos, despenalizar el consumo para no mezclar enfermos con delincuentes, y abrirse a opciones como las que han aparecido en algunos países europeos o en algunos estados de Estados Unidos” (Raúl Benítez Manaut, “La encrucijada de la guerra y la inseguridad”, Enfoque, suplemento dominical del diario Reforma, 11 de abril de 2010, p.7).
En virtud de la eficacia de Sabina para ser escuchado, atendido y respetado por los altos mandos del actual gobierno mexicano, habría que pedirle el favor completo: que produzca una buena “rola” musical para acompañar y vestir estas cinco propuestas en materia de seguridad y democracia.
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx

Calderón es ingenuo con su guerra contra el narco: Sabina

http://www.youtube.com/watch?v=np2JBJlbPqI

Sabina y Felipe


“Con la legalización no se acaba con las drogas, pero sí con la corrupción, con las muertes… y con la infiltración en el poder.”
Joaquín Sabina

El presidente Felipe Calderón no puede decirse sorprendido. Conoce bien a Joaquín Sabina, ese cantante y compositor español del que se ha confesado admirador. El bardo de Úbeda no es precisamente alguien que cuide sus declaraciones o se incline por las causas conservadoras. Más que liberal, Sabina es libertario. Es autor de “19 días y 500 noches”, ese canto de un hombre abandonado: “Y regresé a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas… pagando las cuentas de gente sin alma, que pierde la calma con la cocaína.”
Este lunes 12 de abril Sabina ofreció una conferencia de prensa previa a su gira de conciertos “Vinagre y rosas” en México en la que dijo en referencia a la guerra contra las drogas: “Calderón fue muy ingenuo, por decirlo de buena manera, cuando planteó esa batalla… Parece mentira que no supiera que la policía estaba infiltrada y a sueldo, y parece mentira que no supiera que esa guerra no la puede ganar él ni la puede ganar nadie”. Sabina se pronunció, como en otras ocasiones, por la legalización de las drogas.
La declaración pudo haber quedado ahí, en un simple dicho de un músico bohemio, pero el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, le dio otra dimensión. En una conferencia de prensa el 13 de abril descartó que pudieran tomarse medidas contra el cantante español por haber cuestionado la política mexicana y dijo que los puntos de vista se habían expresado de forma respetuosa. Añadió: “Yo sé que el presidente Calderón tiene un gusto especial por la música de don Joaquín Sabina y se encontrarán y ahí se dirán lo suyo”. Más tarde la propia Secretaría de Gobernación emitió un comunicado en el que señaló que lo verdaderamente ingenuo es suponer que los delitos del crimen organizado “se van a resolver si el gobierno federal no hace nada”.
La información disponible señala que el presidente regresó de Washington en la tarde del martes para asistir al primer concierto de Sabina en el Auditorio Nacional. Yo no lo vi, pero me preguntó si coreó al final, junto con los casi 10 mil asistentes, las palabras de la canción “Crisis” con la que Sabina cerró el concierto: “Crisis en la escuela, quien no corre vuela; sexo, drogas, rock and roll.”
Sabina no es el único personaje importante que está pidiendo la legalización de las drogas. Recientemente el escritor Carlos Fuentes se pronunció por la despenalización. Antes, el ex presidente de México Ernesto Zedillo, con los ex presidentes de Colombia, César Gaviria, y Brasil, Fernando Henrique Cardoso, firmaron un estudio de la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia que hacía la misma recomendación. Me imagino que Barack Obama habría asumido la misma posición en el pasado, ya que ha confesado haber utilizado drogas en su juventud.
El propio presidente Calderón ha tocado este tema antes tabú en una entrevista para Fareed Zakaria de CNN. Dijo ahí que él en lo personal no está de acuerdo con la legalización, pero que en todo caso, si ésta se hace, tendría que empezar en Estados Unidos.
Me pregunto, por lo pronto, si el presidente Calderón se encontró con Sabina al terminar su concierto del martes. ¿Se habrán dicho lo suyo?, como sugirió el secretario de Gobernación. ¿Habrán conversado acerca de la posible legalización de la droga al calor de un buen tequila, estimulante que sí es legal hasta este momento?

MORALISMO SEXUAL
“Los problemas de la pederastia se deben a varios factores. La sociedad ha tendido a ser muy liberal en ética sexual y se ha promovido la no prohibición (sic), sino la tolerancia a todo desorden”. Esto dice Víctor Rodríguez Gómez, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Pero si la pederastia fuera producto del libertinaje, no se entendería porqué hay tantos casos de pederastia entre sacerdotes que viven en un ambiente de moralismo y no de libertinaje.
www.sergiosarmiento.com

Columna Asimetrías ¿Desobediencia Castrense?





16 abril 2010


“¿Sabra el Presidente Calderón las consecuencias de sus acciones para los mexicanos? Ayer yo dudada; hoy, ya no; parece que él vive en otro país”

Francisco Reyes Arjona.

I

Anticípase sospechosa la afirmación de Fernando Gómez Mont, secretario del despacho de Gobernación del titular de facto del Poder Ejecutivo federal, Felipe Calderón en el sentido de que los generales ofrecen resistencia a cumplir órdenes.

El señor Gómez Mont –cuya rotundez retórica va a la par de su rotundez abdominal y su prominente papada en la sobarba-- desmintió de esa guisa un reiterado aserto del general Guillermo Galván, secreario del despacho de la Defensa Nacional.

En el curso de la semana pasada, el mílite había dicho en dos ocasiones a diputados y, luego, a senadores que enfrentaba resistencias de sus generales a combatir a los cárteles del tráfico ilícito de estupefacientes y psicotrópicos.

¿Cuáles son los motivos de esa resistencia de los generales en el frente de guerra a cumplir las órdenes giradas por el comandante supremo, el señor Calderón, y por su segundo en la línea de mando, el general Galván?

Don Guillermo fue breve, contuendente y explícito en ambas ocasiones: los generales se sienten desprotegidos jurídicamente, pues actúan en un limbo de franca inconstitucionalidad que puede traducirse, llegado el caso, a riesgos enormes.

¿Y cuáles serían –si no es que ya son— esos riesgos? Ser acusados de la comisión de un delito my grave, de lesa humanidad: crímenes de guerra. El Ejército está mal distinguiéndose por sus atropellos y homicidios de civiles desarmados e inocentes.

II

El Ejército y, en menor medida, la Armada de México, libran una guerra cuyos planificadores políticos subestimaron la capacidad de organización de los cárteles y desestimaron el poder de fuego de éstos.

Ignoraron, además, la incapacidad estructural y orgánica y hasta superestructural del Ejército Mexicano y la Armada de México para realizar tareas muy ajenas a las que realizaban hasta entonces. Carecen de la filosofía y la doctrina para ese tipo de guerra.

El enemigo no es uno convencional, aunque tampoco es una insurgencia atípica ni mucho menos una guerrilla urbana y/o rural. Es una guerra sui generis que escapa, hoy, a la definición taxonómica. “Den la cara”, les grita el señor Gómez Mont.

Para ese tipo de guerra, el Ejército Mexicano y la Armada de México no están preparados. Su doctrina se inspira en la filosofía de un conflicto entre ejércitos en un campo de batalla dado. Ello configura la génesis de un error tan grave por fatal.

Y es que cuando el comandante supremo, el señor Calderón, dio la orden de atacar a los cárteles, ni el Ejército ni la Armada estaban preparados logísticamente, ni mucho menos en lo operativo y ni siquiera en lo psicológico. Han tratado de cumplir la orden.

Pero no lo han logrado; cae en lo posible que tampoco lo logren en los diez años que, al decir del general Galván, el Ejército debe estar en las calles y zócalos e incluso en zonas rurales –otrora ejidos-- del país, y no replegarse a los cuarteles.

Ello es causal de enorme frustración en los jefes militares, vigilados por añadidura por el monitoreo celoso y puntual de los organismos no gubernamentales por los derechos humanos y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, ente del Estado.

Esos organismos han documentado actuaciones sangrientas atroces y han compilado una larga relación de víctimas civiles y desarmados del Ejército y la Armada y presentadas ante la CNDH; ésta ha originado cientos de recomendaciones.

III

Las recomendaciones de la CNDH y las quejas y denuncias de los ONG no son atendidas por las Fuerzas Armadas, aunque algunos generales –entre ellos el propio señor Galván— tengan o no tienen conciencia de la importancia del monitoreo civil.

Pocos minutos después de la segunda declaración del general Galván, el señor Gómez Mont afirmó que los generales no se resisten a marchar al frente de batalla, acatando y cumpliendo las órdenes del comandante supremo, don Felipe.

El general Galván no es un político; es un soldado. Pero ninguno de sus generales es suicida. El señor Gómez Mont es un político, no un soldado, que también acata y cumple órdenes sin chistar del mismo comandante supremo.

Por ello, su declaración opuesta a la del señor Galván obedece a un propósito de controlar daños, pues el aserto del mílite mueve a suponer, informadamente, que se han dado y tal vez continúen dándose casos de desobediencia castrense.

¿Qué hará el comandante supremo ante esas manifestaciones que pueden rayar en indisciplina --o desobediencia--, negativa e incluso motín y hasta rebelión? ¿Cuántos generales apoyan a ese comandante supremo al parecer inepto y sin autoridad moral?

¿Qué lectura nos merecen esas palabras, las del general Galván y las del secretario del despacho de Gobernación? Entre líneas, esos mensajes contradictorios tienen varios significados, el principal de los cuales es que nadie, en realidad, está al mando del país.

ffponte@gmail.com

EDITORIAL. De entre lo malo.

Año 8, número 3321
Viernes 16, abril del año 2010

Sin negar que la decisión que tomaron los senadores priístas de no condenar a Cuba por los presos políticos. Por haber dejado morir de hambre al activista Zapata quien falleció a los 85 días de haber suspendido su alimentación. Y por no hacer nada para evitar que Guillermo Fardiñas, quien se encuentra en una extraña huelga de hambre, pues lo alimentan vía endovenosa y así pudiera seguir vivo mucho tiempo, corra la misma suerte.

Puede obedecer a que mal nos veríamos pidiendo la liberación de presos políticos a otros gobiernos. Además de que correríamos el riesgo de que nos dijeran lo mismo. O peor, que primero liberáramos a los que tenemos nosotros, antes de andar abogando por los demás.

Sin embargo, como la decisión se tomó respaldada en la Doctrina Estrada, que establece el respeto por la autodeterminación de los pueblos. Basada por supuesto en el principio juarista del respeto al derecho ajeno, se puede decir que es lo mejor que se pudo haber hecho.

Siendo una lástima que en otros asuntos de tanto a más interés social, los honorables senadores no sean tan aplicados.


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Diario Libertad
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Reunión secreta de los titulares de Defensa y Marina con altos mandos del Pentágono

Galván Galván y Saynez Mendoza.

J. Jesús Esquivel

WASHINGTON, 15 de abril (apro).- Bajo el más estricto hermetismo por parte de las autoridades militares y civiles de México, el secretario de Defensa Nacional (Sedena), general Guillermo Galván Galván, y el secretario de Marina (Semar), Mariano Francisco Saynez Mendoza, realizaron una visita al Pentágono, para abordar con los mandos militares estadunidenses el tema de la cooperación bilateral en la lucha contra el narcotráfico, entre otros asuntos.
“El jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, almirante Mike Mullen, se reunió hoy en el Pentágono con el secretario de la Defensa Nacional de México, general Guillermo Galván Galván; el secretario de la Marina mexicana, almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, y con el Comandante de las Fuerzas Armadas de Colombia, general Freddy Padilla de Leon”, informó, en un comunicado de 4 párrafos, la oficina de prensa de Mullen.
Como ya es común en los viajes secretos a Washington de los titulares de la Sedema y la Semar, las autoridades mexicanas mantuvieron en el más estricto secreto la presencia en esta ciudad de los mandos militares mexicanos.
“Durante el largo curso de la sesión de todo el día, los cuatro lideres hablaron de una amplia rama de retos de seguridad mutua, incluyendo los esfuerzos para combatir al crimen transnacional de las drogas y sus asociaciones con la violencia”, subraya el comunicado.
En Washington aumentan las voces en el Congreso federal de Estados Unidos que piden al presidente Barack Obama enviar a la Guardia Nacional a vigilar la frontera sur, para evitar un contagio de la narcoviolencia ante la falta de éxitos de la lucha militarizada contra los carteles de la droga que emprendió hace tres años el presidente Felipe Calderón.
Al mismo tiempo, aumentan las denuncias, en el sentido de que el Ejercito mexicano comete graves violaciones a los derechos humanos bajo la bandera de la lucha contra el narcotráfico, argumento que también sustentó este año el Departamento de Estado en su informe anual sobre la situación de los Derechos Humanos en el Mundo durante 2009 y que dio a conocer en marzo pasado.
Esta fue la primera ocasión en que líderes militares de estos tres países (Estados Unidos, México y Colombia) se reúnen en Washington para hablar de los retos comunes. El almirante Mullen destacó “la utilidad y candor de las conversaciones”, informó la oficina del Estado Mayor Conjunto, aunque no dio a conocer ningún detalle de los temas abordados ni de acuerdos.
Como parte de la llamada Iniciativa Mérida, el gobierno de Estados Unidos ofrece a México asistencia militar en materia de inteligencia, además de que especialistas del Pentágono entrenan a grupos especiales del Ejercito y la Marina mexicana para fortalecer la lucha contra el narcotráfico.
También, bajo la Iniciativa Mérida, está pendiente la entrega a las autoridades militares mexicanas por parte del Pentágono, de equipo militar, como helicópteros y aviones Casa, que son la parte esencial de la cooperación bilateral antidrogas.
“Todos tenemos algo que aprender de cada uno, y creo que el hecho de haber compartido nuestra experiencia positiva en los últimos años, tanto con el Ejercito mexicano como con las fuerzas de Colombia, nos ha instruido sobre como afrontar la amenaza regional que representa el crimen relacionado con las drogas”, señaló el almirante Mullen.

Brzezinski delinea plan de paz para el Medio Oriente

Bajo la Lupa
Fotografía oficial de la cumbre de seguridad nuclear realizada en WashingtonFoto Ap


En su fase acelerada de decadencia pareciera que con Obama Estados Unidos desea otorgar su oportunidad a la diplomacia cuando fracasó su fuerza bélica con la dupla Cheney-Bush y sus controladores neoconservadores straussianos.

Pareciera que Obama se ha inclinado por “contener” a Irán (más que a Norcorea), a quien pretende cercar mediante el despliegue de su cosmogonía nuclear (la nueva “doctrina Obama” de revisión de postura nuclear, el Start II, la Cumbre de Seguridad Nuclear y la próxima revisión en la ONU del Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares) hasta el esbozo de un desgarrador reajuste en el Medio Oriente.

Tres días después a la trascendental firma de la segunda versión del Start (siglas en inglés del Tratado de Reducción de Armas Nucleares), y en vísperas de la relevante Cumbre de Seguridad Nuclear de 47 países convocada por Obama en Washington (ver Bajo la Lupa, 11/4/10) –ya no se diga a tres días de la notable cumbre del BRIC en Brasil– Zbigniew Brzezinski –muy influyente geoestratega, ex asesor de seguridad nacional de Carter e íntimo de Obama–, delineó un “audaz (sic)” plan de paz para el Medio Oriente en The Washington Post (11/4/10), rotativo del establishment estadunidense.

Brzezinski compartió los créditos de su artículo con el muy controvertido anterior congresista por Nueva York Stephen Joshua Solarz, muy cercano a los intereses de Israel, quien quizá fue requerido para seducir al poderoso “lobby israelí” (ver libro de John J.Mearsheimer y Stephen M.Walt) que desde el Congreso puede torpedear la agenda de paz –local, regional y global– de Obama.

Cabe señalar que Joshua Solarz, personaje menor en la política, se presenta ahora como “miembro del consejo” de International Crisis Group, entidad filo-sionista donde figuran, como era de esperarse, el megaespeculador George Soros y el cordobista Zedillo (encargado en sepultar la otrora banca nacional de México y confeso admirador del etnocida Henry Kissinger).

¡Por piedad!: ¿Qué sabe Zedillo de “crisis internacionales”?

Brzezinski sintetiza ahora su previo ensayo en la muy influyente revista Foreign Affairs (enero-febrero 2010): “Por qué la política exterior de EU debe moverse de la esperanza a la audacia (sic)” –en alusión al conocido libro de Obama La audacia (sic) de la esperanza– en el que explaya persuasivamente los obstáculos, en particular al interior de la presente administración que cuenta con muchos operadores que anteponen los intereses unilaterales de Israel a los de EU.

Pareciera que el inapelable tiempo venció el gran diseño de la política exterior de Obama cuando, después del desastre bushiano en Iraq –sin contar la caída de Kirguizistán en Asia Central que beneficia a Rusia– se empieza a desmoronar el andamiaje de la intervención militar de casi nueve años en Afganistán, donde hasta el presidente Karzai se ha percatado de la notoria vulnerabilidad estadunidense y se ha acercado tanto a Irán como a Turquía (lo que valió un vuelo dramáticamente intempestivo de Obama a Kabul por unas cuantas horas).

En la misma línea de pensamiento del general Petraus (ver Bajo la Lupa, 21/3/10), Brzezinski considera que el plan de paz “es del interés nacional (sic) de EU, debido a que la ocupación del Margen Occidental palestino y el aislamiento forzado de la franja de Gaza aumentan el resentimiento (sic) a EU, y obstaculiza los objetivos diplomáticos y militares en la región”. Nótese el orden secuencial entre “diplomático” y “militar”.

No hay que perder de vista lo que hemos denominado la “línea Brzezinski”: la concatenación de los contenciosos palestino-israelí, Iraq, Irán y Af/Pak (Bajo la Lupa,19/7/09).
A juicio de Brzezinski, la inminente exhumación de un plan de paz para el Medio Oriente por Obama “no será suficiente” y requiere un gesto audaz (sic) y dramático”.

El plan de Brzezinski se centra en dos aspectos: la parte coreográfica, con mucha pirotecnia, y la otra parte sustancial.

La coreografía pirotécnica, nada desdeñable, consta de un viaje espectacular de Obama –prácticamente a suplicar por la paz mediante su vibrante retórica– tanto al Knesset (Parlamento) de Jerusalén, en imitación del viaje histórico del asesinado presidente egipcio Anuar Sadat, como a Ramala (hoy la capital de facto de la Autoridad Nacional Palestina), donde “deberá (sic) ser acompañado por los “líderes árabes” y el llamado Cuarteto (el grupo diplomático conformado por EU, Rusia, la Unión Europea y la ONU).

¿Aceptará el belicoso premier israelí Bibi Netanyahu, quien padece ostensiblemente el “complejo Massada” (la masiva muerte fundamentalista) y acaba de boicotear la relevante Cumbre de Seguridad Nuclear en Washington, recibir a Obama para ser solemnemente pontificado en Jerusalén?

Basta leer la apreciación autista de Debka (12/4/10), presunto portal del Mossad (el vilipendiado servicio de espionaje israelí), que desecha el plan de Brzezinski, “repleto de falacias”.

En caso de la esperada intransigencia del belicoso primer ministro israelí, entonces “EU deberá buscar el apoyo del Consejo de Seguridad” al plan de paz de Obama.

Brzezinski expone que las cuatro líneas generales básicas del inminente Plan Obama “son conocidas por todos”, cuya “mayoría de parámetros ha sido endosada (sic) por el plan árabe de paz de 2002 y el Cuarteto”, así como por dos ex-primer ministros israelíes, el general Barak y Olmert:

1. Una “píldora amarga” para los refugiados palestinos a quienes se les prohibiría su “principio sagrado: el derecho de retorno” a Israel del que “no se puede esperar se suicide (sic) en aras de buscar la paz”.

2. “Reparto de Jerusalén como capital de cada Estado”. El este de Jerusalem sería la capital palestina.

3. “Arreglo territorial basado en las fronteras de 1967”.

Y 4.“Estado palestino desmilitarizado (¡súper sic!) con soldados de EU o la OTAN a lo largo del río Jordán para proporcionar mayor (¡súper sic!) seguridad a Israel”. Brzezinski no aborda la dotación clandestina de alrededor 400 bombas nucleares de Israel.

Nos detendremos sucintamente en el muy polémico primer punto, que expone obscenamente las dos pesas y dos medidas sobre el mismo tema.

Mientras prohíbe el “retorno sagrado” de los refugiados palestinos a su tierra de origen, EU ha permitido que en Israel el mismo principio haya sido erigido en ley, la Ley del Retorno de 1950, que le “confiere a los judíos, de origen judío, y a sus esposas el derecho de emigrar y asentarse en Israel y obtener la ciudadanía”.

No nos adentraremos en el más polémico asunto de la multiplicidad de definiciones entre judío, israelí, hebreo, semita y “khazar”, lo cual expone lúcidamente Shlomo Sand, insigne historiador de la Universidad de Tel Aviv en su libro imprescindible La invención (sic) del pueblo judío.

Sin el ánimo de aguar la fiesta de Brzezinski, pero suena absurdo prohibir el retorno de palestinos –de raza árabe semita– cuando se ha permitido y alentado la emigración y colonización a Israel de alrededor un millón de “khazares” –de raza mongol no semita y conversos a la religión judía– de Rusia y otros países de la antigua URSS de Europa oriental.

¿Por qué nadie logra frenar a Israel?

MÉXICO, D.F., 15 de abril (apro).- En contra de todas las disposiciones internacionales, de los exhortos de sus aliados y de los reclamos de sus opositores, en su reciente visita a Washington el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo que continuará la construcción de asentamientos judíos en la zona este de Jerusalén, asignada en 1948 por Naciones Unidas a los palestinos y que Israel se anexó en 1980.

“El pueblo judío construyó Jerusalén hace 3000 años y lo sigue construyendo hoy. Jerusalén no es una colonia, es nuestra capital”, sostuvo Bibi, como se conoce popularmente a Netanyahu, entre atronadores aplausos de los miembros del Comité de Asuntos Públicos Estadunidense-Israelí (AIPAC, por sus siglas en inglés), el principal grupo de presión proisraelí de Estados Unidos.

La construcción de asentamientos continúa, pues en Jerusalén y los territorios ocupados, las relaciones entre palestinos e israelíes han vuelto a tensarse hasta la violencia, y el riesgo de una nueva incursión militar en Gaza, desde donde milicianos de Hamas han lanzado cohetes en las últimas semanas, gravita en el aire. Ni hablar de retomar las pláticas entre unos y otros para llegar a un acuerdo.

A nadie sorprende realmente esta situación con un gobierno israelí integrado por el ala más belicosa del Likud, encarnada en Netanyahu; los ultranacionalistas del canciller Avigdor Lieberman, quien se ha pronunciado por “limpiar a Israel de los árabes”, y un conjunto de partidos religiosos, la mayoría ultraortodoxos, cuyo principal motor es recuperar el “Gran Israel”.

Por lo demás, salvo algunas excepciones como la del asesinado premier Yitzak Rabin, todos los gobiernos israelíes, independientemente de su color político, han continuado la construcción de asentamientos judíos en las zonas ocupadas y no han vacilado en utilizar la fuerza militar contra quien se oponga a sus políticas expansionistas. El mejor ejemplo es la última incursión en Gaza, dispuesta por los partidos Kadima y Laborista, que se declaran como de centro y socialdemócrata.

Lo novedoso es el choque diplomático entre los gobiernos de Netanyahu y Barack Obama, que tanto la prensa de Estados Unidos como de Israel han coincidido en señalar como la mayor crisis entre los dos países desde hace 37 años. Y es que Bibi optó por anunciar la construcción de mil 600 viviendas más en Jerusalén Este, justo cuando el vicepresidente estadunidense, Joe Biden, aterrizaba en Tel Aviv para intentar reanudar las conversaciones de paz con los palestinos.

Biden fue duro al señalar la inoportunidad del anuncio, y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, fue más allá al afirmar que se trataba no sólo de un insulto al vicepresidente, sino a Estados Unidos, porque socavaba la confianza entre ambas naciones y lanzaba un mensaje negativo a la comunidad internacional. “Por fin estalló la crisis”, publicó el diario centroizquierdista Haaretz, habiendo previsto con anterioridad que la relación Obama-Netanyahu no fluiría sin roces.

Y es que después de ocho años de coincidencia del gobierno neoconservador de George Bush con los activos grupos de cabildeo proisraelíes en Estados Unidos, el replanteamiento del conflicto en Medio Oriente y de la relación con las naciones árabes y musulmanas por parte de Obama, necesariamente en algún punto colisionaría con la postura de Israel, particularmente con un gobierno como el de Netanyahu.

El daño estaba hecho, pero algo ocurrió para que, por lo menos a nivel discursivo, los duros conceptos estadunidenses fueran rápidamente matizados.

Netanyahu, quien participó en la reunión anual del AIPAC, fue convocado a la Casa Blanca y, aunque no hubo fotografía ni comunicado conjunto, el vocero Robert Gibbs, Biden y Clinton se apresuraron a declarar en diferentes foros que, pese a las divergencias, los lazos con Israel eran “indestructibles”. En el mismo sentido se expresaron también numerosos congresistas, republicanos y demócratas.

¿Qué pasa que cada vez que alguien intenta poner en su lugar a los gobiernos de Israel da marcha atrás y encima pide disculpas, cuando debería ser al revés?

Es cierto que los fantasmas del antisemitismo y el Holocausto meordean siempre por ahí, y que nadie quiere ser su cómplice. Pero se requiere de algo más, de una acción concertada para que eso surta efecto. En marzo de 2006, con el estudio El lobby israelí y la política exterior de Estados Unidos, los profesores John J. Mearshimer, de la Universidad de Chicago, y Stephen M. Walt, de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, develaron parte de esta mecánica.

En su documento de 82 páginas, los profesores plantean que el eje de la política de Washington en Medio Oriente ha sido su inquebrantable apoyo a Israel, no siempre en beneficio de Estados Unidos. Su extraordinaria generosidad –3 mil millones de dólares anuales en asistencia externa, armas de última generación como cazas F-16, 32 resoluciones vetadas desde 1982 en el Consejo de Seguridad y una laxitud en el manejo de los territorios ocupados– podría ser comprensible si Israel tuviera un valor estratégico o moral para Estados Unidos; pero no es el caso, sobre todo con el fin de la Guerra Fría.

¿Entonces? Mearshimer y Walt no tienen duda, se trata del poder incontestado del lobby proisraelí, del que AIPAC sólo es la cabeza más visible, pero que cuenta con otros grupos como la Liga Antidifamación y está además asociado con cristianos evangélicos, neoconservadores (tanto judíos como gentiles), centros de reflexión como los institutos para la Política del Cercano Oriente, American Enterprise y Hudson, y hasta un comité que supervisa la “precisión” de los informes de prensa sobre esta región en conflicto que se distribuyen en Estados Unidos.

El lobby proisraelí por supuesto no es el único que condiciona políticas públicas en Estados Unidos. Por encima de él se ubica la poderosa Asociación Nacional del Rifle y le siguen otros grupos de presión, como el de las petroleras árabes del Golfo o el conjunto de instituciones y congresistas cubanos que desde la Florida busca derrocar al régimen de los Castro.

“Pero ninguno como el lobby pro Israel ha logrado convencer a Estados Unidos de que sus intereses son básicamente idénticos”, dicen los profesores universitarios, al grado de llevarlo a una guerra como la de Irak y al riesgo de otra igual con Irán.

Aunque el trabajo de Mearshimer y Walt fue criticado desde diferentes posiciones por “falta de rigor académico”, su mérito fue probar la real existencia de este lobby proisraelí, que reaccionó con virulencia poniendo en marcha los mecanismos de descrédito que los universitarios describían en su investigación. Muchos políticos estadunidenses han sido destruidos de esta manera, mientras que otros reciben jugosas aportaciones para sus campañas y proyectos, siempre y cuando coincidan con “la causa”.

Uno de los mejores ejemplos de cómo puede operar el lobby, se da nada menos que en la pareja de los Clinton. En 1993, cuando Rabin y Arafat firmaron los Acuerdos de Oslo, AIPAC los apoyó públicamente, pero buscó una manera sutil de socavarlos, y la encontró en el asunto de dónde debía estar ubicada la embajada de Estados Unidos en Israel.

A diferencia de la mayoría de los países, Washington tenía su embajada en Tel Aviv y no en Jerusalén, respetando su condición en disputa. Según los acuerdos, el estatuto final de la ciudad se empezaría a discutir en 1996, pero los activistas proisraelíes en el Congreso introdujeron en 1995 una iniciativa que proponía trasladar la embajada estadunidense a Jerusalén en menor tiempo. Rabin y Bill Clinton estaban en desacuerdo, porque sabían que esto irritaría a los árabes y entorpecería el proceso de paz; pero de eso se trataba. Con mayoría republicana, ambas Cámaras aprobaron la iniciativa.

Atrapado entre árabes e israelíes, Bill optó por la cláusula de exención, que impedía el traslado físico de la embajada, pero que lo obligaba a una revisión de la iniciativa cada seis meses. La presión sobre los Acuerdos de Oslo se volvió intensa y fue peor, cuando Hillary decidió buscar una curul en el Senado por Nueva York. Ansiosa por cortejar el importante voto judío, declaró a Jerusalén “la eterna e indivisible capital de Israel” e inclusive discutió con su oponente, Rick Lazio, sobre quién sería el más rápido en trasladar la embajada.

Al final, ésta nunca fue trasladada, pero “metió mucho ruido”, según dijo Dennis Ross, el principal negociador de Bill en los acuerdos, que a la postre quedaron estancados. Hillary, por su parte, llegó al Senado y, aunque declarativamente, apoyó la creación de un Estado palestino. A la hora de votar siempre lo hizo en consonancia con AIPAC. Se calcula que en su campaña recibió unos 80 mil dólares en dinero proisraelí. Otros conspicuos demócratas también se han visto beneficiados con estos fondos, entre ellos Nancy Pelosi, la actual presidenta de la Cámara de Representantes.

En cuanto a la relación de este poderoso lobby con Obama, los datos son contradictorios. Algunos señalan a AIPAC como la fuente de donde provino la insidiosa campaña que lo señalaba como “un musulman encubierto”, debido a su segundo nombre, Hussein, y a que se crió en Indonesia, el país con mayor población musulmana en el mundo. Pero otros aseguran que Barack habría sido captado desde años atrás por “cazatalentos” proisraelíes, y que una evidencia de ello sería la inclusión de Rahm Emmanuel y David Axelrod como su jefe de gabinete y de campaña, respectivamente.

Esto no prueba nada. Casi 80% de los poco más de 5 millones de judíos que viven en Estados Unidos votó por Obama y la mayoría no comulga con las posiciones de AIPAC. El político afroamericano, en cambio, ya ha sentido los embates de los activistas proisraelíes en varias ocasiones. Durante su campaña, fueron ellos los que más presionaron para que se distanciara de su pastor, Jeremiah Wright, por supuestamente apoyar terroristas, y le exigieron que condenara al “Islam radical” como la causa de los conflictos en Medio Oriente.

Ya como presidente, Obama tuvo que prescindir en 2009 de Charles Freeman, a quien había nombrado al frente del Consejo Nacional de Inteligencia. Diplomático, con amplia experiencia en Medio Oriente y en asuntos de seguridad, Freeman siempre criticó la agresiva política expansionista israelí, ya fuera vía asentamientos o campañas militares, y se pronunció contra la invasión de Irak, las amenazas a Irán y, en general, el manejo de toda la guerra contra el terrorismo. Las presiones en su contra fueron tales, que acabó por renunciar.

En la relación directa con Netanyahu, el saldo para Obama ha sido hasta ahora negativo. Tanto en la reunión de mayo del año pasado como en la que acaba de ocurrir, el israelí no dio un solo paso atrás en sus posturas y, al contrario, se dio el lujo de desafiar al gobierno estadunidense en pleno. Dado el recule declarativo de éste, es de inferirse que el activismo de las fuerzas duras que apoyan a Bibi en casa y en Estados Unidos, volvió a imponerse sobre la mayoría silenciosa.