sábado, noviembre 27, 2010

EDITORIAL ¿Milagro, corrupción, o desvergüenza?

Año 8, número 3546
Sábado 27, noviembre del año 2010


Aunque era de suponerse que todo fue una burda farsa, el hecho de que el obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, haya reaparecido el miércoles tomando en demasía (aunque ya no le hace falta ingerir mucho alcohol para que se noten sus efectos) y comiendo carnitas y barbacoa por gula.

Cuando dos días antes había salido del hospital donde le había “operado del corazón”; y precisamente unas horas después de que milagrosamente le fue otorgado un amparo de la corrupta Justicia Federal (ante las evidencias no se puede llamar de otra manera)

Un amparo con el que sus defraudados por la nada despreciable suma de 130 millones de dólares, “se la pellizcaron” (para utilizar sus mismas expresiones) y cuando el lavado de dinero es un delito que se persigue de oficio.

Es una dolorosa muestra de la podredumbre que hay dentro del aparato de Justicia de nuestro México; y por supuesto que dentro del Vaticano, donde históricamente la inmoralidad no ha tenido límites.

Además de ser una evidencia clara e irrefutable de que los milagros, con dinero e influencias, existen (como se quiera ver, el obispo se salvó de ir a la cárcel por milagro)

Pero lo cierto es que después de este tongo jurídico; el del diputado Julio César Godoy Toscano; y sobre todo después de lo de la pequeña Paulette. Felipe Calderón no tiene cara para pedirle a sus conciudadanos unidad en torno a un Gobierno que se burla de las Leyes y que por lo tanto es dictatorial.

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