jueves, enero 27, 2011

Barbas a remojar


Manuel Bartlett Díaz

Para Escucha al autor AQUI.

Aturdidos por la guerra de Calderón, noticias apabullantes de muertos y armas, no vemos más peligro que el narcotráfico y desatendemos eventos internacionales como la insurrección popular en Túnez, ejemplo de otros peligros.

Túnez, el más occidentalizado del mundo árabe, modelo neoliberal, festejado por Europa y Norteamérica, con un presidente Ben Alí admirado por éstos por su “habilidad política”, en unos cuantos días se derrumbó y el presidente huyó. El mundo occidental se pasmó.

La autoinmolación de un joven profesionista desempleado, vendedor ambulante, despojado de su mercancía por la policía y que desesperado se incendió en la plaza de una pequeña población tunecina, fue la chispa que incendió al país, se multiplicaron las protestas, el pueblo se levantó, aun reprimido creció hasta demoler al gobierno.

Ningún líder destacado dirigió al movimiento, ninguna organización, fue explosión popular irrefrenable. La calle se impuso, el jefe del Ejército se negó a disparar contra la multitud y recomendó al presidente abandonar el país. La policía represora se despojó del uniforme y se sumó a la insurrección. Intentos de funcionarios del dictador por establecer un gobierno fracasan, el pueblo rechaza al antiguo grupo, exige la erradicación del partido gobernante. Miles de pobres del sur del país ocupan las plazas de la capital, exigen cambio radical, rechazan toda intromisión extranjera. Cuatro semanas después de la inmolación, el movimiento se sostiene a través de redes sociales, de videos digitales. El pueblo derrocó una dictadura de más de 23 años sin más armas que la movilización y la determinación en sus propósitos libertarios, impecable revolución democrática.

Cables difundidos por WikiLeaks exhiben ambivalencia de EU hacia Ben Alí (The New York Times) por un lado describe la cleptocracia de la familia del dictador, cuasimafia, la corrupción generalizada y, por otro, expresan agradecimiento por su habilidad para “mantener el orden ante la preocupación de EU por el terrorismo”. Igual apoyo brindó Francia al dictador de su antigua colonia, apreciado socio comercial.

La prensa internacional ha cubierto profusamente esta explosión y coincide en sus causas, que nos parecen conocidas. Reconocen que, pese a la creación de una clase media, la pobreza es dominante; la admirada habilidad del presidente para mantener el orden e impedir la entronización del islamismo significó proliferación policiaca —más policías que Francia—, espionaje, cancelación de libertades, cooptación y dominio de los medios de comunicación; élite sumisa; oposición fracturada por la represión y manipulación; desocupación generalizada, 20% de los jóvenes graduados, 27% entre los de 20 y 29 años; riqueza concentrada y pobreza creciente; corrupción, destacando la esposa y familias del dictador. Este coctel de agravios explotó en Túnez generando admiración en los países árabes, ya en Egipto provocó enormes manifestaciones, convocadas por redes sociales: reclamos de corrupción, “no tenemos pan, cómo vamos a vivir”, “es el día de la ira”. Para las “potencias” defensoras del statu quo es una amenaza, para muchos más, una esperanza. Para nosotros, ¿advertencia?, ¿qué tan ajenas nos son las causas de la explosión?

Ben Alí se refugió en Arabia Saudita; Francia, su protectora, le negó la entrada; empiezan a congelar cuentas y analizar propiedades. “En 2008 un cable diplomático informaba a la secretaria de Estado Condoleezza Rice, quien estrechó reconociente la mano de Alí —hoy en fuga—, que Túnez es un país que funciona”; el sha de Persia, recordamos “gran servidor de Occidente”, huyó y murió apestado. La reciente felicitación de la actual secretaria de Estado, Clinton, a Calderón por su guerra sangrienta, útil para la seguridad de EU debería recibirla con un ojo en la historia de la sinceridad de esos apoyos diplomáticos.

mbartlett_diaz@hotmail.com

Ex secretario de Estado

No hay comentarios.: