sábado, febrero 12, 2011

México y grandes regiones del mundo, en riesgo de hambrunas

Trasnacionales agropecuarias imponen una nueva división internacional del trabajo donde las naciones ricas y desarrolladas venden sus excedentes en el mercado internacional y las naciones pobres y dependientes son proveedoras marginales de frutas o verduras que completan el consumo de los ricos del mundo. Este nuevo poder alimentario mundial amenaza con hambre y muerte a millones de personas.

La dificultad para acceder a los alimentos es lo que sitúa a millones de personas en todo el mundo al borde de la inseguridad alimentaria. Aunque en muchas regiones del planeta la producción de alimentos aumentó, el número de personas hambrientas también creció por la falta de una distribución efectiva de esos alimentos y el rápido crecimiento de la población. Esto se traduce en la inseguridad alimentaria que, en un futuro cercano, podría generar grandes conflagraciones, advierten especialistas mexicanos y organismos internacionales.

La falta de nutrientes lleva al subdesarrollo, que trae consigo enfermedades y muerte. Asimismo, lleva a que los trabajadores tengan baja productividad y los países, cuya población está en estas condiciones, presenten bajísimos índices de competitividad internacional. La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece, en su artículo 25, que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, salud, bienestar y, “en especial, alimentación”.

Sin embargo, el derecho a una alimentación adecuada no es una realidad para los habitantes de ninguno de los continentes, advierten los organismos internacionales y académicos. Un gran número de países, dependientes de los alimentos que compran en el exterior, tampoco cumplen con los tres requisitos que impone la Declaración: respetar el acceso a la alimentación adecuada, evitar que empresas o particulares priven a las personas de una alimentación adecuada, facilitar y cumplir el acceso de la población a los recursos que aseguren sus medios de vida.

Actualmente, las principales instituciones relacionadas con la seguridad alimentaria en el mundo –incluyendo gobiernos y especialistas– están alarmadas por considerar que es inminente que durante 2011 se inicie una nueva etapa de la crisis global alimentaria, expresada, sobre todo, en alzas en los precios de los alimentos básicos.

Esta crisis alimentaria afecta a todo el mundo, con mayor o menor intensidad. No obstante, es una crisis donde hay ganadores y perdedores, señala Emilio Romero Polanco, coordinador del Seminario de Economía y del Tercer Mundo de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Indica que hay naciones que se han transformado en los graneros del mundo, como Estados Unidos y la Unión Europea, que resultan beneficiarios de este proceso. Esto ocurre porque ellos son los principales exportadores de granos que ahora se cotizan al alza.

Por el contrario, los principales afectados son los países pobres, en particular aquellos que carecen de petróleo y los que guardan los más altos grados de dependencia alimentaria. Esta situación impacta directamente sobre sus reservas y divisas, montos de exportaciones que deben colocar internacionalmente para seguir comprando los volúmenes de alimentos, aunque a precios mayores.

Romero señala, como una particularidad, que este fenómeno también afecta a los pobres de los países ricos. Aunque Estados Unidos sigue siendo la principal potencia hegemónica, se beneficia de la crisis alimentaria por sus grandes excedentes de granos que coloca en el mercado internacional y por ser cuna de algunas de las principales empresas trasnacionales agroalimentarias vinculadas al agrobusiness.

Apunta el investigador que, no obstante ese poderío, la escalada actual en los precios también afecta a los estadunidenses más pobres. Actualmente, hay alrededor de 40 millones de personas en ese país que viven en situación de pobreza alimentaria, es decir que sus ingresos no les permiten el acceso a la canasta básica.

Viven en condiciones de pobreza extrema similares a las que se registran en el Tercer Mundo. Se ha señalado que ahí también existe desigualdad. Como ironía, se dice que no es lo mismo ir a recoger los restos alimenticios en la basura de los barrios de Beverly Hills, California, que en Haití. La pobreza se ha globalizado: no sólo se da, como en la década de 1980, en los países pobres del mundo.

A pesar de distintos diagnósticos desarrollados por investigadores, prácticamente son ignorados en el centro de la toma de decisiones. En países como México, las autoridades han desarrollado políticas que, de manera incondicional, benefician los intereses agroalimentarios, particularmente a los estadunidenses, que en función de sus intereses remodelan el sector rural y agroalimentario en nuestro país. Romero sostiene que esto ocurre, por lo menos, desde 1982 a la fecha.

Tiene la impresión de que, en ocasiones, esos altos funcionarios vinculados a la problemática agropecuaria y alimentaria “actúan y piensan más como empleados de empresas trasnacionales que como funcionarios del Estado mexicano”.

Romero Polanco hizo una reseña crítica del informe El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo. Los precios elevados de los alimentos y la seguridad alimentaria: amenazas y oportunidades, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, FAO (Revista Latinoamericana del Desarrollo, 156, 2009). Este documento, que revisa lo ocurrido hasta 2008 y se hizo público en 2010, señala la crisis alimentaria en que viven millones.

El investigador sostiene que desde la década de 1970 hasta la fecha, se ha ido conformando una nueva división del trabajo agroalimentaria internacional. Describe que en la actualidad, un puñado de países altamente desarrollados se transformó en los graneros del mundo, dejando a los países del Tercer Mundo el papel de mercado para sus excedentes alimentarios y como suministradores marginales de productos tropicales, flores, frutas, verduras para complementar estacionalmente el consumo doméstico del Primer Mundo.

Es decir, las naciones más poderosas del mundo, particularmente Estados Unidos, la Unión Europea, Australia, entre otros, son los principales productores, exportadores e importadores de todo tipo de alimentos. En ellos se concentra el nuevo poder alimentario mundial. Se ha estimado que cada uno de los productos que se comercializan en el mercado mundial es de dos o tres firmas trasnacionales.

Decisiones de Estado

Este escenario no es producto de la casualidad, sino de decisiones de Estado que se han impulsado desde los países ricos, del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, del Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros, inducido en países como México, refiere Romero.

“Esa política de transformar a los países pobres en mercados cautivos de esos excedentes se ha fomentado a través de políticas. La crisis alimentaria es expresión de la guerra alimentaria que se vive en el planeta. Es una parte de la lucha entre Estados por la hegemonía del mercado mundial, los conflictos por el proteccionismo entre Estados Unidos y Europa, pero también entre grandes empresas trasnacionales agroalimentarias, como Danone, General Foods, Cargill, entre otras.”

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