lunes, abril 25, 2011

Bienes públicos, negocios privados

México SA
Bienes públicos, negocios privados

Paraestatales para los barones

Fibra óptica, regalo a particulares

Imagen de la fibra óptica

Carlos Fernández-Vega

En eso de utilizar bienes públicos para hacer jugosos negocios privados nadie le gana al autodenominado gobierno mexicano y a la oligarquía autóctona, sin olvidar la cada día más gruesa rebanada que se come el capital trasnacional. Norma desde tiempos de Miguel de la Madrid, la desincorporación (léase privatización) de la infraestructura productiva del Estado sólo ha sido un traspaso a los barones de siempre, con los resultados de siempre: mayor concentración del ingreso y la riqueza, fortalecimiento de la tendencia monopólica y nulos beneficios para quienes deben cubrir exorbitantes precios por algo construido y desarrollado con recursos fiscales.

El referido ex inquilino de Los Pinos, más Salinas, Zedillo, Fox y Calderón no dejaron viva una sola empresa del Estado: de las líneas aéreas a los ferrocarriles; de la banca a generación eléctrica; de los ingenios azucareros a las carreteras; de los fertilizantes al abasto de alimentos; del petróleo a los satélites, más lo que se quede en el tintero. Con tal de entregar los bienes de la nación a los monopólicos barones, no se tentaron el corazón para desaparecer empresas paraestatales y echar a la calle a miles de trabajadores, tal cual sucedió recientemente con Luz y Fuerza del Centro, la cual escondía un exquisito bombón –pagado con recursos de los mexicanos– que el capital privado exigió para sí.

Con el pretexto de que tal paraestatal consumía crecientes subsidios (cerca de 40 mil millones de pesos, producto de las elevadas tarifas que le imponía la Comisión Federal de Electricidad, y los no pocos regalos que la directiva de LFC entregaba a las grandes empresas al no cobrarles el consumo de energía eléctrica), el gobierno calderonista extinguió Luz y Fuerza del Centro y de inmediato, en charola de plata, entregó el bombón escondido: un tendido mayor a mil kilómetros de fibra óptica (Internet, televisión por cable y telefonía), con potencial económico inmejorable.

LFC impedía el negocio privado, luego entonces era imprescindible extinguir la paraestatal, tal cual procedió el calderonato. Superado ese impedimento, el inquilino de Los Pinos procedió a entregar el bombón a Televisa, Megacable y Telefónica Movistar, no sin añadir la red de fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad (otros 20 mil kilómetros). ¡Y listo! Un filón más para los de siempre, con los resultados de siempre.

Apenas dos semanas después de la extinción de LFC, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con el inefable Juan Molinar Horcasitas en funciones de titular, anunció que licitaría el tendido de fibra óptica de la Comisión Federal de Electricidad y el correspondiente a Luz y Fuerza del Centro. Para conocer el jugoso alcance del negocio vale precisar que la red de CFE tiene un potencial de 2 mil 961 clientes por kilómetro; la de LFC, de 27 mil 273 clientes por kilómetro (en una de las zonas del país con mayor poder adquisitivo y desarrollo tecnológico). Se licitó, y por una casualidad de la vida el ganador (y único postor) fue un grupo de inversionistas (constituido ex profeso) conformado por Televisa-Megacable-Telefónica Movistar.

Cuando se dieron a conocer las bases de la licitación quedó claro que la concesión será por 20 años (con 10 de prórroga) y el valor mínimo se fijó en 858.6 millones de pesos, más una oferta hasta 3 por ciento superior a ese monto, con el añadido de que el mantenimiento del tendido de fibra óptica será realizado por la Comisión Federal de Electricidad, con cargo al permisionario. ¿Cuánto ofreció el llamado Televisa-Megacable-Telefónica Movistar en la solitaria puja? Exactamente el valor mínimo más el 3 por ciento de rigor. Ni un centavo adicional en esa competencia en solitario, mejor conocida como traje a la medida.

Vale recordar lo anterior, porque en su edición dominical, La Jornada (Israel Rodríguez) denunció que los beneficiarios privados de este nuevo filón –construido con recursos e los mexicanos– han incumplido con lo originalmente pactado. El compromiso oficial (Calderón dixit) fue que la entrega de la red de fibra óptica a nivel nacional “busca la expansión ordenada, competitiva, bajo reglas claras y no discriminatorias a los servicios de telecomunicaciones en las próximas dos décadas al menos. Para garantizar el acceso neutral, no discriminatorio a su red de fibra iluminada, la CFE pondrá a disposición de los operadores 111 puntos de entrada a la red, denominados hoteles de telecomunicaciones, en los cuales podrán conectarse entre sí, transmitir voz, datos, video y acceder a una red de cobertura nacional. Con la fibra óptica se esperaba que las universidades públicas, las entidades federativas, los centros de investigación e incluso los hogares tuvieran acceso mediante el fluido eléctrico a la transmisión de voz, datos e imagen, lo que no ha sucedido.

¿Qué alcance tiene el nuevo negocio privado con bienes de la nación? El Comité Nacional de Estudios de la Energía explica de qué se trata: la fibra óptica tiene un amplio campo de aplicaciones además de la telefonía; automatización industrial, computación, sistemas de televisión por cable y transmisión de información de imágenes astronómicas de alta resolución, entre otras. En México existe una red troncal de comunicación por fibra óptica que enlaza las ciudades más importantes del país a través de un tendido de miles de kilómetros de fibra. Además se encuentra en operación la línea de cable submarino de fibra óptica Columbus II, que comunica a Estados Unidos, México y Centroamérica con Europa y el resto del mundo. La ruta trazada en 1492 por las carabelas del almirante, es hoy la red de telecomunicaciones más importante en América y Europa. La capacidad de transmisión de datos entre ambos continentes por esta red se ha incrementado en más de 500 por ciento, lo que equivale a miles de canales de televisión; 350 mil llamadas telefónicas simultáneas o la transmisión de 200 millones de caracteres en sólo tres segundos. Gracias a este cable submarino se puede intercambiar información en segundos por fax, red digital integrada, audio, texto, servicio digital, videoconferencias, televisión, datos por computadora y telefonía de larga distancia.

Las rebanadas del pastel

El tendido de la citada red costó 30 mil millones de pesos (recursos públicos). En 2010, primer año de ejercicio privado, la CFE obtuvo ingresos por 266 millones 984 mil pesos, pero al descontar los gastos de operación, la depreciación y amortización y otros gastos, la utilidad neta se redujo a solamente 103 millones 401 mil pesos (La Jornada). ¡Negocio redondo! (obvio es que no para los mexicanos).

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