miércoles, agosto 10, 2011

“Los Caballeros Templarios” atacan…

“Donde hay debilidad allí el templario debe llevar su fuerza. Donde no hay voz allí el templario debe llevar la suya. Donde están los más pobres allí el templario debe distribuir su generosidad”. Así, con una retórica propia del medioevo, están redactados los 53 puntos del Código de Los Caballeros Templarios de Michoacán. No en balde copian el nombre de la legendaria milicia que protegía a los peregrinos cristianos hace un milenio. Según fuentes de inteligencia, la nueva organización criminal es sucesora de La Familia Michoacana y, como ésta, recurre a la mística para reclutar a sus soldados.

Los Caballeros Templarios, escisión del cártel del narcotráfico que se conoció como La Familia Michoacana, lleva a cabo un intenso proceso de reclutamiento para fortalecerse, conservar su papel en el tráfico de drogas entre Centroamérica y Estados Unidos, y continuar su guerra contra el titular de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP), Genaro García Luna.

En respuesta a la Policía Federal (PF) –dependiente de la SSP–, que inicialmente la minimizó, la organización delictiva desplegó en Michoacán una campaña intensiva de incorporación de nuevos miembros, a quienes da un adoctrinamiento más sofisticado que el de su antecesora y que, según estimaciones de funcionarios de la secretaría, ha redundado en la integración de al menos mil 200 hombres.

Desde que el pasado 11 de marzo anunció con mantas su existencia como sucesora de La Familia Michoacana, la nueva organización ha distribuido de mano en mano, en bares, tiendas, fondas y mercados, el Código de los Caballeros Templarios de Michoacán, un cuadernillo de 24 páginas que emula las reglas de disciplina y honor de la Orden de los Templarios, esa milicia creada en la época de las Cruzadas para defender a los cristianos que peregrinaban a Jerusalén.

También distribuye panfletos y camisetas con el nombre del grupo estampado al frente y en la espalda. Apenas el pasado 14 de julio repartió playeras y dinero en una colonia popular del norte de Morelia, donde también dejó volantes en los que ofrece combatir el robo a casas, autos y comercios, además de proteger a los michoacanos de los secuestradores, violadores y extorsionadores.

Los Caballeros Templarios crearon su escudo, como lo hicieron los caballeros de la Orden del Temple: adaptado de símbolos medievales, es púrpura y tiene en la parte superior una corona con una flor de lis al centro, flanqueada por puntas de lanzas como las utilizadas por la caballería del medioevo.

Debajo de la corona, a la izquierda, figura un retrato de Nazario Moreno González, El Chayo, ideólogo de lo que fue La Familia Michoacana, y a la derecha de éste, delineado apenas, un mapa del estado de Michoacán.

También a la derecha aparece el rostro de Jesús. Debajo de la imagen de El Chayo está la cruz templaria, y bajo la de Jesús un mazo y un hacha de batalla cruzados. Todos estos elementos se hallan enmarcados por una guirnalda de laurel y están sostenidos por un par de manos, bajo las cuales se despliega una banda que reza “Caballeros Templarios” en letra gótica; en la base del escudo una leyenda dice: “Guardia Michoacana”.

El escudo ilustra la presentación del Código, donde los templarios michoacanos dicen: “Esta lucha es por tu gente, por mi gente, por nosotros mismos y por nuestras futuras generaciones”.

A diferencia de otros cárteles de la droga que operan en México, Los Caballeros Templarios decidieron hacer públicos los principios y parte de las reglas que se impusieron.­

En ningún momento se refieren a sus actividades de narcotráfico, como tampoco lo hizo La Familia Michoacana cuando se dio a conocer en noviembre de 2006 a través de desplegados en la prensa local. Pero a diferencia de ese grupo, el material propagandístico de Los Caballeros Templarios supera en definiciones a Pensamientos, una publicación en forma de libro de autor escrito por El Chayo.

Según el tiraje indicado en las sucesivas ediciones de Pensamientos, La Familia Michoacana logró distribuir más de 150 mil copias del texto en el que se hacía una reivindicación regional de la Tierra Caliente michoacana, se alababa a Dios y se alentaba la superación personal.

El texto estaba firmado por El Más Loco, como también se conocía a Nazario Moreno, desaparecido en diciembre pasado como resultado de una incursión de la PF en los bastiones del grupo en Apatzingán.

Aunque el cadáver de El Chayo nunca fue mostrado, su ausencia derivó en la escisión de La Familia Michoacana, en La Familia –bajo el mando del ahora detenido Jesús Méndez Vargas, El Chango– y Los Caballeros Templarios, que según la SSP están a las órdenes de Servando Gómez Martínez, La Tuta, y Enrique Plancarte Solís, El Kike o La Chiva.

53 reglas

Como la orden medieval que se dio reglas de disciplina y un modo de vida sencillo para defender la religiosidad de los cruzados, El Código de los Caballeros Templarios de Michoacán –ilustrado con imágenes de la histórica milicia templaria– establece los principios y conductas que deben seguir sus miembros en su “misión principal de proteger a los habitantes y al territorio sagrado del estado libre, soberano y laico de Michoacán”, y de mantenerse firmes “en las causas justas de Dios”.

El Código… informa que la Orden –como se hace llamar– nació el 8 de marzo de 2011, tres días antes de que se diera a conocer con 30 mantas colocadas en Morelia, Pátzcuaro, Apatzingán, Lázaro Cárdenas y Zitácuaro, zonas de gran influencia de lo que fue La Familia Michoacana. “Brindaremos el servicio de protección que daba La Familia”, anunciaron sus mensajes.

En Morelia las mantas fueron puestas en puentes peatonales, frente a Ciudad Universitaria y en las salidas a Quiroga, Salamanca y Pátzcuaro, mientras que en Apatzingán una fue colocada en una ventana de la Casa de la Constitución, el histórico inmueble donde Morelos promulgó la Constitución de 1814.

En sus 53 reglas, de acatamiento obligatorio para todos sus miembros, se establece que para ingresar a la Orden “es necesaria la aprobación del consejo, compuesto por los hermanos de mayor experiencia y criterio”. El ingreso se hará bajo juramento en un ritual establecido por el propio consejo.

El documento no precisa en qué consiste el ritual. En el caso de La Familia Michoacana, para convertirse en uno de sus “guerreros celestiales” los aspirantes tenían que ser sometidos a 12 tablazos o perpetrar una ejecución. Además 12 eran los “apóstoles” que tenía El Chango Méndez como equipo de seguridad.

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