lunes, diciembre 26, 2011

Pemex-Repsol: un tropezón que huele mal

La empresa española Sacyr envolvió en una complicada trampa a Pemex, instancias ambas que poseen acciones en la petrolera hispana Repsol. En sus planes estaba unirse accionariamente para tomar el control de la entidad española de hidrocarburos, pero los empresarios españoles, agobiados por las deudas, simplemente vendieron la mitad de sus acciones y dieron por terminado el acuerdo con Petróleos Mexicanos… y ésta quedó metida en un doble predicamento: falló su gran maniobra internacional y aquí se hizo evidente que el director de la paraestatal firmó contratos sin avisarle a su Consejo de Administración.
La torre de Pemex.


Sin beneficios para México y con un injustificado endeudamiento de mil 120 millones de dólares por la innecesaria compra de acciones de Repsol YPF concluyó el fugaz acuerdo de “voto sindicado” firmado entre Petróleos Mexicanos (Pemex) y la inmobiliaria española Sacyr Vallehermoso, que entre otras cosas inició una guerra por el control de la trasnacional.
El “hostil” acuerdo –así calificado por Rogelio Gasca Neri, consejero independiente de Pemex– se dio en sigilo, sin el permiso del Consejo de Administración de la paraestatal el pasado 29 de agosto.
De la misma forma, sin previo aviso al gobierno mexicano, a las autoridades de Pemex o a sus consejeros independientes, la inmobiliaria se deshizo de la paraestatal al vender la mitad del 20% de acciones que tenía en Repsol YPF, cancelando con ello el acuerdo.
Y mientras el equipo de funcionarios mexicanos impulsor del acuerdo con Sacyr ofrece explicaciones imprecisas y no da la cara públicamente, se fortalece ingresando a la nómina del gobierno federal a uno más de sus hombres: Antonio Murrieta Cummings, recién colocado en la gerencia de Administración Financiera del Corporativo Pemex.
Antonio Murrieta Cummings es hermano del secretario de Finanzas del Estado de México, Raúl Murrieta, y de Carlos Rafael, director Corporativo de Operaciones de Pemex, así como primo del subsecretario de Infraestructura de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, Fausto Barajas Cummings, quien participa en los consejos de Administración de Pemex Petroquímica, Pemex Exploración, Pemex Refinación, Pemex Gas y Petroquímica Básica.
Raúl Murrieta sustituyó a Luis Videgaray en la Secretaría de Finanzas del Estado de México durante el gobierno de Enrique Peña Nieto y aún permanece en ese puesto. Raúl Murrieta y Videgaray fueron compañeros de Ernesto Cordero en el Instituto Tecnológico Autónomo de México, donde Felipe Calderón estudió una maestría.

Rompimiento anunciado

Luego de que en México los consejeros independientes de Pemex y el resto de la población se enteró por la prensa española de que la paraestatal firmó el 29 de agosto con Sacyr un acuerdo que la obligaba a comprar 4.6% de acciones de Repsol, para luego de manera “sindicada” ejercerlos conjuntamente y hacer valer su fuerza en el consejo de administración, el director de la paraestatal, Juan José Suárez Coppel hubo de dar la cara y afirmar que su actuar fue “legal” y que no estaba obligado a pedir autorización al consejo.
Explicó que el costo para el gobierno mexicano fue de mil 600 millones de dólares; 480 millones los tomó de la caja de Pemex y el resto, mil 120 millones, lo obtuvo con la contratación de créditos con cuatro bancos: Inbursa, Crédit Agricole CIB de Francia, Natixis y HSBC de Inglaterra.
El 18 de octubre, a petición de los consejeros independientes Fluvio Ruiz Alarcón, Héctor Moreira Rodríguez y Fortunato Álvarez, se reunió de manera extraordinaria el Consejo de Administración de Pemex. Suárez Coppel dio una breve explicación de la relación Pemex-Repsol y el abogado de la petrolera, Marco Antonio de la Peña dijo que no se requería la autorización de ellos para firmar el convenio.
En privado Gasca Neri recriminó a Suárez Coppel que ni siquiera les entregara copia del acuerdo, que alegara que no requería de permiso y calificó de “ilegal” la compra de acciones y de “hostil” el acuerdo. En general, sostuvo, el acuerdo hace que se “perciba un ambiente negativo y de desaprobación en los medios financieros, empresariales y políticos”.
Reclamó que el voto de Pemex en Repsol se estuviera atando, mediante el acuerdo, a los intereses de Sacyr.
Antes de este acuerdo Pemex tenía 4.8% de acciones de la petrolera española; La Caixa (caja e ahorro española) 13%, Sacyr 20% y el restante 62% estaba fraccionado entre una serie de empresas y bancos, cada uno con menos de 1%.
Con la compra de acciones de Pemex por mil 600 millones de dólares llegó a 9.9% que sumado al 20% de Sacyr, debido al acuerdo, alcanzaba 29.9% lo que les daba supremacía sobre el resto, derecho a tomar las principales decisiones en Repsol e incluso se buscaba impulsar, según el acuerdo, que Antonio Brufau dejara de ser director de la petrolera española y presidente de su Consejo de Administración.
En la reunión extraordinaria del 18 de octubre Gasca Neri fue más allá: dijo que no se podía atar el voto de Pemex al de Sacyr por 10 años –como establece el acuerdo– y develó los motivos de Sacyr para buscar el respaldo de Pemex: “Obtener dinero fresco para pagar sus deudas a través de la obtención de mayores dividendos en contubernio con Pemex”. El acuerdo previó también nuevas formas de distribución de dividendos entre los accionistas.
En 2006, cuando Sacyr adquirió 20% de Repsol, obtuvo créditos con 39 bancos por cinco mil millones de euros con vencimiento al 21 de diciembre de 2011. “Esta situación”, dijo Gasca, “implica la necesidad apremiante de Sacyr por aumentar dividendos, ordinarios y extraordinarios, mediante la venta de activos de Repsol”.
Recordó que luego del anuncio del acuerdo Sacyr-Pemex, Crédit Agricole informó que la inmobiliaria tiene una deuda impagable e incluso le recomendó que venda “activos, entre ellos una parte importante de sus acciones en Repsol”.
Ante la recomendación, el consejero independiente sugirió desde el 18 de octubre cancelar el convenio Sacyr-Repsol, pues seguramente ya no podría alcanzarse el objetivo de tener 29.9% de acciones de Repsol en forma conjunta.
Suárez Coppel y el director de Finanzas de la paraestatal, Carlos Rafael Murrieta Cummings, no hicieron caso a Gasca y el pasado martes 20, a un día de que se venciera el plazo de Sacyr para restructurar su deuda, la inmobiliaria vendió 10% de sus acciones a los bancos acreedores para pagar parte de su deuda. Las instituciones bancarias a su vez ofrecieron esas acciones a Repsol, que las adquirió de nuevo.
Lo anterior, sin avisarle a su contraparte mexicana.

“Era previsible”

En entrevista con Proceso el consejero independiente que llegó a dicha posición a propuesta del PRD, Fluvio Ruiz Alarcón, reconoció que Sacyr nunca les informó nada de la venta de sus acciones y mucho menos que pretendiera acabar con el acuerdo.
Sin embargo aclaró: “Se jugó con esa posibilidad (de que vendiera y por lo tanto, que el contrato quedara sin efecto); era claro que iba a ser difícil que pudiera restructurar su deuda sin deshacerse de esas acciones. Desde hacía 10 días circulaba entre nosotros esa versión”.
Repitió lo que Pemex dijo a través de un impreciso comunicado: que Sacyr avisó a Pemex de la venta “una vez que se hizo la operación” y no antes.
El 20 de diciembre Pemex también estableció en su comunicado que “mantiene canales abiertos de comunicación y negociación con los distintos accionistas de Repsol y su administración. Repsol ha ofrecido realizar un convenio industrial para maximizar las oportunidades de colaboración conjunta, además de ciertas medidas que le darían un mayor peso en el consejo de la empresa. Pemex y Repsol mantienen pláticas acerca de las características y condiciones de estos acuerdos”.
Pero nunca precisó cuáles serían esas “ciertas medidas” que darían mayor peso en el consejo.
El consejero de Pemex explicó que la paraestatal perdió de facto el derecho de tanto, es decir que le ofrecieran antes que a nadie el 10% de acciones que vendió a los bancos.
Esto, detalló Ruiz Alarcón, porque Sacyr se acogió al punto 8 del acuerdo que define las salvedades para la aplicación de esa medida. Ese punto pone como salvedad que “cualquiera de los instrumentos derivados de cobertura contratados por cada una de las partes en relación con su participación en Repsol hiciera recomendable dicha transmisión…”, como fue el caso, pues Crédit Agricole así lo hizo.
Y por último, comenta, para evitar la obligación de ofertar de manera pública ese 10% de las acciones.
Incluso Repsol en el comunicado que emitió para justificar la compra inmediata del 10% de las acciones dijo: “La falta de acuerdo entre los bancos y Sacyr Vallehermoso habría producido un escenario de incertidumbre prolongada en esa compañía, lo que resultaría dañino para la cotización de Repsol y tendría efectos negativos adicionales sobre el proyecto de crecimiento de la empresa. Además, dado el gran número de bancos involucrados y la heterogeneidad de sus planes e intereses era previsible una venta masiva y desordenada de títulos”.
Repsol anunció que el jueves 22 realizaría sesión de consejo para determinar qué hacer con ese 10% de acciones que adquirió. Entre las opciones está: “Analizar la venta a inversores institucionales y/o inversores estratégicos, que contribuirán al cumplimiento de los objetivos a largo plazo de Repsol. Adicionalmente, parte de estas acciones podrían ser utilizadas como fórmula de remuneración al accionista”.
Sin embargo dicha reunión no se realizó o por lo menos no fue notificada a través de ningún medio oficial.
El consejero Alarcón dijo que al presentarse las salvedades del punto ocho del acuerdo Pemex perdió automáticamente su derecho de tanto, es decir a que se le ofreciera primero ese 10%.
Además, dijo, “al hacerse la venta también se anuló de manera automática el acuerdo entre Sacyr y Pemex pues el punto 10.1 del acuerdo establece que si una de las partes vende 50% de sus acciones, el convenio concluye de manera inmediata”.
Fluvio Alarcón rechazó que la paraestatal haya perdido con todos estos movimientos: “Pemex no necesariamente pierde pues el plan estrictamente financiero, a raíz de los importantes yacimientos existentes en Argentina y en donde Repsol es socio, incrementa el valor de la acción. Y por la situación económica, del día de la compra al de hoy Pemex ya recuperó 200 millones de dólares”.
Lo que se deberá definir ahora, continuó, es ver cuál será la relación o peso que tendrían los accionistas principales pues con la venta ahora Sacyr tiene 10%, Pemex 9.9% y La Caixa 13%. Están casi igual. “Relevado el acuerdo que generó tanto encono, ahora se abre la posibilidad de que las relaciones se establezcan sobre otras bases y existe la posibilidad de un convenio industrial, como por ejemplo que Pemex se asocie con Repsol para trabajar en aguas someras en otras partes del mundo o un intercambio de tecnología, pues Repsol tiene un sistema de análisis sísmico muy avanzado”.
Y defendió el acuerdo: con esa firma y esta nueva venta Pemex dejará esa actitud pasiva que tuvo durante 30 años en Repsol “y es posible que tenga mayor peso, quizá otro consejero más, pero no sabemos”.
Como resultado del fiasco con Sacyr, en enero el Consejo de Administración de Pemex sesionará de manera extraordinaria para definir una estrategia de internacionalización, aclarar qué tiene que pasar por la aprobación del consejo y qué no, y qué se hará en función de lo que decida hacer Repsol con ese 10%.

Los operadores callan

El 30 de octubre de 2011 el corresponsal de Proceso en Madrid reveló que un consultor español, que estuvo al tanto de la relación Pemex-Repsol-Sacyr, se enteró de que el acuerdo Sacyr-Pemex tuvo “el visto bueno del presidente Felipe Calderón y agilizaron los preparativos antes de la salida de Ernesto Cordero de la Secretaría de Hacienda”, para que autorizara los mil 600 millones de dólares que se necesitaron para la compra de las acciones, condición establecida en el acuerdo.
Y añadió: “En esa operación fue clave la gestión de Ignacio Quesada, director de Finanzas de Pemex y hombre cercano a Ernesto Cordero, para que Hacienda agilizara los recursos públicos con el propósito de comprar acciones”.
Ignacio Quesada Morales, a quien hace referencia el consultor español, es el director financiero de Corporativo Pemex y fue quien firmó el acuerdo con Sacyr Vallehermoso, junto con José Manuel Carrera Panizzo, representante de PMI Holdings BV, una filial de Pemex.
Apenas el 25 de octubre pasado, bajo las órdenes de Quesada Morales, se nombró a Antonio Murrieta Cummings gerente de Administración Financiera del Corporativo. Entre sus funciones está la de autorizar y delinear la distribución, integración y difusión de techos presupuestales en las direcciones corporativas, la coordinación e instrumentación de fondos revolventes y la cancelación y apertura de cuentas bancarias de las unidades administrativas del corporativo, entre otras.
Pemex y los involucrados en la operación del acuerdo no han dado una explicación pública, pero la paraestatal anunció algunos cambios: entre ellos que en PMI Internacional se nombró como director a Luis Felipe Luna Melo; de esta área forma parte PMI Holdings BV que fue otra instancia que firmó el acuerdo con Sacyr.

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