sábado, marzo 10, 2012

Disculpa oficial light a la indígena Inés Fernández

*Hace 10 años fue violada por militares, a quienes no se mencionó
Disculpa oficial light a la indígena Inés Fernández
*"Los del gobierno, aunque digan, no van a cumplir", dice la afectada
*Alejandro Poiré, Marisela Morales y Ángel Aguirre, impávidos
*Celebra AI que el Estado mexicano reconozca esa agresión sexual
Escúchenme todos, los del gobierno no cumplen, aseguró Inés Fernández al recibir la disculpa pública del secretario de Gobernación (izquierda), Alejandro Poiré.

Cometieron ese crimen contra mí porque somos pobres, reclama Inés Fernández Ortega

Es una victoria del pueblo; los soldados ven a las indígenas como botín de guerra, asegura ONG

Ayutla de los Libres, Gro. Tenía 24 años cuando tres soldados del 48 Batallón de Infantería con sede en Cruz Grande, Guerrero, agredieron sexualmente a Inés Fernández Ortega en la cocina de su casa, en la comunidad de Barranca Tecuani, municipio de Ayutla. Hoy, con sus 34 años, curtida ya no sólo en la lucha social de su organización sino en las grandes ligas del derecho internacional, aún monolingüe –sólo habla me’phaa (tlapaneco)–, pudo escuchar de boca del secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, en representación del presidente Felipe Calderón:

A usted, a su esposo Prisciliano Sierra y a sus hijos Noemí, Ana Luz, Colosio y Nélida, les ofrezco las más sentidas y sinceras disculpas por los hechos ocurridos hace casi una década en los que resultaron gravemente lesionados sus derechos. Fue la única frase en el discurso de Poiré en la que no la tuteó. Nunca mencionó a los militares. Jamás aludió que el lamentable hecho fue un ataque sexual.

La respiración de Inés Fernández se agitó; estrujó un pañuelo que tenía en la mano. Aguantaba.

Como lo había expresado antes en su discurso Abel Barrera, de Tlachinollan: Inés, señora que vale mucho, sólo tu corazón sabe lo que esta disculpa significa. Y había aludido al revés de la moneda del Estado, que hoy se mostraba contrito y generoso, pero que durante 10 años te llamaron mujer mentirosa y dudaron de tu palabra.

Momentos antes, Inés Fernández había estado de pie frente al micrófono sin dar tregua a los funcionarios de los tres niveles de gobierno que se habían dado cita en los portales del ayuntamiento de Ayutla de los Libres para dar cumplimiento a uno de los 16 resolutivos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que en octubre del 2010 había declarado culpable al Estado mexicano por las violaciones de Inés y Valentina Rosendo, en hechos separados, por elementos del Ejército.

Escúchenme todos, hombres, mujeres y niños: los del gobierno, aunque te digan que están de tu lado, no van a cumplir, no les hagan caso.

Instantes antes de recibir una disculpa por parte del Estado mexicano, Inés Fernández volvió a sentir el latigazo de la discriminación racial. ¿Cómo pretendía esta mujer morena, con la cola de caballo despeinada y sandalias de hule, subir al estrado donde se estrechaban ya las manos el secretario de Gobernación, Alejandro Poiré; la procuradora general, Marisela Morales, y el gobernador, Angel Aguirre? Los militares de guayabera blanca y armas mal disimuladas le cerraron el paso. Nadie les advirtió que ella era la pieza central en el acto público que se celebraba en los portales del palacio municipal.

Por eso cuando le tocó hacer uso del micrófono estaba indignada. Y ese coraje dictó sus palabras:

El gobernador Ángel Aguirre, político con tablas, sólo sonreía como si estuviera recibiendo flores cuando Inés le echaba en cara desatenciones e incumplimientos: Cometieron ese crimen contra mí porque somos pobres. Y no sólo contra mí sino contra otras personas. Y seguía: El gobernador, aunque está aquí presente, no va a cumplir. Yo por eso tuve que ir a buscar justicia a otro lado, porque aquí no me atendieron. Que hoy nos diga qué puede hacer y qué no puede hacer.

Y enumeraba los hechos de una agresión que continúa; los retenes, los interrogatorios, el asesinato de su hermano Lorenzo como represalia a su denuncia penal, los cateos ilegales, el robo de sus cosechas, las órdenes de los sucesivos presidentes municipales de no entregar recursos a Barranca Tecuani o a Barranca Bejuco, mientras Inés y Valentina Rosendo, víctima de hechos similares, no desistieran de sus denuncias penales.

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http://youtu.be/lzd3oDp-dMg



http://youtu.be/qQa5RHEmrwM

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