viernes, junio 01, 2012

La farsa del sexenio

México no libra “guerra” alguna contra el narcotráfico. Por el contrario, ese negocio ilícito florece y goza de todas las garantías para su crecimiento y expansión. El discurso de todo el sexenio es desnudado por la investigación precisa y el dato duro, incontrovertible, de Nancy Flores en el libro de próxima aparición La farsa, detrás de la guerra contra el narco. La violencia generada entre bandas de criminales y efectivos policiacos y castrenses –con un trágico e inconmensurable número de daños colaterales– es el objetivo de las políticas “antidrogas” y no una consecuencia de la “lucha” contra la delincuencia organizada. En el capítulo 3 “México exporta cárteles”, del que Contralínea reproduce los extractos más significativos, Flores revela –siempre con documentos– que la presencia de cinco cárteles mexicanos, encabezados por el de Sinaloa, se ha extendido a más de 50 países, donde producen y trafican drogas, pero también lavan dinero y trafican seres humanos, maderas y piedras preciosas… Un mapa infográfico se incluye en la presente edición para  dar cuenta del boyante negocio mundial del que las mafias mexicanas se convirtieron en el engrane motor, en plena “guerra” de Felipe Calderón.

Nancy Flores

Como una incontenible plaga, la economía del crimen se extiende por todos los rincones del planeta. Hasta ahora, no sólo ningún cártel mexicano ha sido desmantelado, sino que, con total impunidad, cinco de ellos se consolidan en los grandes mercados del mundo, según informes públicos de los aparatos de inteligencia de Estados Unidos y Europa. El mejor ejemplo parece ser la empresa de Joaquín Guzmán Loera, el cártel del Pacífico o de Sinaloa, que tendría como puntos geoestratégicos a Colombia y a Perú, pero cuyos nexos podrían llegar hasta Rusia y África.

Según el informe Drug trafficking organizations: source and scope of the rising violence, elaborado por June S Beittel para el Congreso de Estados Unidos y dado a conocer el 7 de septiembre de 2011, el cártel de Sinaloa “tiene una importante presencia internacional en más de 50 países, incluyendo todo el continente americano, Europa, África occidental y el Sureste de Asia. Éste se describe como la organización mafiosa más poderosa en el hemisferio occidental”.
Así, y sin ninguna limitación, la organización del Chapo Guzmán expande sus negocios en el país y en el extranjero. Pero no es la única en los negocios ilícitos trasnacionales. Otras cuatro de las siete agrupaciones criminales más importantes de México incursionan en éstos: Los Zetas y los cárteles del Golfo, Tijuana y Juárez.
La demanda mundial que contribuyen a satisfacer está calculada entre 155 millones y 250 millones de personas consumidoras de sustancias ilícitas.
Una de las explicaciones para la ascendente internacionalización de los cárteles es la enorme impunidad de que gozan, tanto por la ineficiencia del combate a sus actividades como por las redes de protección que, según se ha denunciado, operan a su favor. Al respecto, sobresalen los señalamientos que involucran a autoridades de Estados Unidos y de México –incluidas las revelaciones del testimonio ministerial de Vicente Zambada Niebla– en la salvaguarda del cártel de Sinaloa.

Los cárteles mexicanos se integran como una pieza relevante en la industria criminal internacional, en donde operan la Yakuza japonesa, las tríadas chinas, el Círculo de los Hermanos de Rusia, la ‘Ndrangheta… Sea cual sea el nombre y nacionalidad de las empresas, ni el tráfico de drogas ni su economía cesarán de existir en distintos rincones del planeta, y los consumidores tampoco.
Sucede que el negocio que mueve a los criminales es altamente rentable. En el ámbito mundial, el valor de mercado de la cocaína y la heroína se estima en 143 mil millones de dólares anuales (1 billón 615 mil 900 millones de pesos al año), indica la ONU [Organización de las Naciones Unidas] en su Informe mundial sobre las drogas 2010. Y la guerra que se libra en México no menoscaba en ningún sentido esas ganancias. De enero de 2007 a junio de 2011, se estima que los capos mexicanos lavaron más de 2 billones de pesos, sólo por venta de drogas en Estados Unidos.
Pero es un hecho que los negocios no se limitan al país con más consumidores en el mundo. De acuerdo con la Oficina contra la Droga y el Delito de la ONU, los mercados de la cocaína, la heroína y los estimulantes de tipo anfetamínico son los más importantes del planeta. En estos tres mercados, los cárteles mexicanos tienen una vigorosa participación.
—Las drogas también son la economía. ¿Por qué no las quieren legalizar? Porque alguien se queda sin dinero –plantea el doctor en Derecho Daniel Márquez, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM [Universidad Nacional Autónoma de México].
Para satisfacer los mercados, las mafias emplean complejos esquemas comerciales, de corrupción y de lavado de dinero. Con esos mismos métodos, los cárteles mexicanos fortalecen su presencia en América Latina, Europa, Asia y África, donde ya se les mira como el sustituto natural de los traficantes colombianos. Aunque el presidente Calderón Hinojosa asegura que la “guerra” se va a ganar, a meses de que termine su gobierno, la expansión mundial de los cárteles desmiente su discurso triunfalista.
Sabemos que, como cualquier obra humana, en nuestra tarea hemos tenido aciertos y errores; pero les puedo asegurar, en conciencia, que México está actuando con toda su capacidad como Estado organizado para hacer frente a un problema que, por otro lado, es un desafío de carácter internacional.
Parte del problema que vivimos los mexicanos tiene que ver con nuestra vecindad con el mayor consumidor de drogas en el mundo, que paga a los criminales miles y miles de millones de dólares al año para satisfacer su enorme demanda de drogas.
En el ámbito internacional, la corresponsabilidad exige no sólo enfrentar juntos este problema, sino que exige, también, una solución que reduzca sustancialmente esas exorbitantes rentas, porque lo que fortalece a los criminales y les da el poder de corrupción y las armas con las que siembran de muerte al país es, precisamente, ese dinero.
En suma, señoras y señores, los mexicanos estamos luchando por construir un país de leyes y de libertades, y en ese empeño, claudicar no es opción. Las capacidades, la organización, la disciplina, la lealtad, el armamento de nuestras fuerzas del orden son muy, muy superiores a las de los delincuentes.
Por eso, por muy difícil que parezca la lucha, ténganlo por seguro, vamos a vencer a esos criminales.
(Fragmento del mensaje del presidente Felipe Calderón, con motivo del Quinto informe de gobierno, 1 de septiembre de 2011).
 Los socios internacionales
Al menos 14 países de América Latina, Europa y Asia han sido penetrados por el hampa mexicana, revelan informes del Departamento de Estado de Estados Unidos y de la Unión Europea. Investigaciones internacionales descubren estrechos vínculos con mafias de Italia, Japón, Perú e India para transportar decenas de toneladas de drogas. El acceso a los narcóticos ilegales y los precursores químicos necesarios para su producción local, así como a los grandes mercados, se facilita a través de esos nexos entre grupos criminales, pero también a los que sostienen con los representantes de los poderes institucionales y económicos.
Los negocios funcionan como engranes de una gran maquinaria. La ruta puede comenzar, por ejemplo, en Colombia y Perú. En ambas naciones, los delincuentes mexicanos adquieren la cocaína que transportan a lo largo del continente y del mar. Sus principales destinos son Estados Unidos e Italia. En esos dos últimos países también se comercian cargamentos de heroína, mariguana y metanfetaminas con el “sello azteca”.
De acuerdo con las autoridades estadunidenses, Colombia y Perú ocupan el primero y segundo lugares en producción mundial de cocaína. Se calcula que, a lo largo del territorio peruano, unas 40 mil hectáreas se destinan al cultivo de coca. Entre los principales socios y clientes de los productores y traficantes andinos están los cárteles de Sinaloa, Los Zetas, Tijuana y Juárez. A la primera organización también se la vincula con lo que queda de la mafia colombiana.
El Consejo de la Unión Europea posee información que involucra a las mafias mexicanas con las redes criminales peruanas. “La anterior hegemonía de los cárteles colombianos en el negocio de la droga en Perú es actualmente compartida con los cárteles de Tijuana, Sinaloa, Juárez y Guadalajara [sic]”, detalla el Regional report on south America. El informe refiere que, aunque su presencia en las zonas de producción es mínima, estos cárteles centralizan sus operaciones en Lima y otras grandes ciudades costeras desde donde gestionan sus negocios y acumulan grandes cantidades de drogas para su envío al extranjero, principalmente por vía marítima. Su destino es conocido: “Según las cifras facilitadas por las autoridades peruanas, confirmadas mediante análisis químicos realizados en cooperación con la DEA y por controles in situ de los contenedores de carga en el puerto del Callao, aproximadamente 80 por ciento de la cocaína peruana se destina a Europa”.
La información del Departamento de Estado estadunidense también enfatiza los métodos del envío: “La cocaína se transporta por tierra a los países vecinos, mientras que a Europa, al lejano Oriente, a México, al Caribe y a Estados Unidos se trasiega por las vías marítima y aérea (en vuelos comerciales)”.
  
Italia
 Una de las sociedades más importantes con el hampa internacional se ubica en Europa. Se trata del discreto pero potente negocio establecido entre los narcotraficantes mexicanos y la mafia de Italia, documentado por los carabineros de ese país y la representación de la DEA en Roma. Las investigaciones bilaterales han descubierto que es, sobre todo, el cártel del Golfo el que mantiene vínculos con la ‘Ndrangheta, organización criminal que controla la región de Calabria.
Para las autoridades estadunidenses e italianas, la operación binacional Reckoning fue el primer antecedente respecto de los enlaces del tráfico de drogas entre la Bota y México. La pesquisa descubrió que los delincuentes mexicanos exportan cocaína, heroína, metanfetaminas y mariguana en grandes cantidades a Italia.
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