sábado, marzo 23, 2013

El sistema, contra sus propias creaturas

Las reformas a la Ley de Telecomunicaciones y de Radiodifusión forman parte de una estrategia del gobierno de Peña Nieto para legitimar su gestión en el marco de sus 100 días de gobierno. Pero estas acciones agitaron las aguas y los magnates de este sector, como Carlos Slim, de Telmex y Telcel, y Emilio Azcárraga, de Grupo Televisa –asociado con TV Azteca–, sintieron que esos cambios llevaban dedicatoria en su contra. Lo que importa recordar es que ambos corporativos son producto de las concesiones y los beneficios, legítimos o no, que los anteriores gobiernos les otorgaron para convertirse en los monopolios que son.

La tarde del viernes 8, horas antes de la reunión del Consejo Rector del Pacto por México que analizaba el último borrador de la reforma a las telecomunicaciones y a la radiodifusión, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray Caso, realizó una sorpresiva visita a las instalaciones de UNO TV, el canal de televisión por internet de Carlos Slim.
El funcionario estuvo acompañado por Carlos Slim Domit, hijo del principal accionista de América Móvil, el gigante de las telecomunicaciones que controla las dos principales compañías de telefonía en México: Telmex y Telcel. El recorrido se hizo con el fin de eliminar desacuerdos entre el gobierno federal y el magnate.
La tensión entre el gobierno de Enrique Peña Nieto y Carlos Slim Helú se incrementó cuando el accionista de Telmex abandonó días antes Los Pinos, tras una agria discusión con el presidente.
Slim reclamó que el proyecto de reforma constitucional para telecomunicaciones lo afectaba más a él que a Grupo Televisa, de Emilio Azcárraga Jean, el pilar del otro monopolio en televisión abierta y restringida en México, con quien sostiene una guerra abierta desde 2011.
El borrador del texto de la reforma le confería facultades al nuevo órgano regulador para desagregar activos y declarar la dominancia de más de 50% del mercado a las dos principales subsidiarias de América Móvil. Además, mantenía el candado para que el must carry y el must offer no se ofreciera a empresas con ese mismo porcentaje de dominio del mercado.
En otras palabras, argumentaron Slim y sus principales asesores, la reforma tenía una “clara dedicatoria” al magnate de las telecomunicaciones, ya que no afectaba de igual forma a su exsocio y actual competidor, Grupo Televisa, asociado desde el año pasado con Grupo Iusacell, de TV Azteca.
El domingo 10, Azcárraga Jean también hizo una visita sorpresiva a Palacio Nacional. Los testigos relatan que llegó con una carpeta de papeles. Se reunió también con Videgaray, auténtico artífice y redactor de buena parte de las medidas de desconcentración económica de la reforma.
Como a Slim, el secretario de Hacienda tuvo que convencer a Azcárraga Jean de que la reforma no lo iba a afectar tanto. Y era cierto. Los criterios para ordenar medidas a fin de eliminar barreras a la competencia y la libre concurrencia, así como para “ordenar la desincorporación de activos”, establecidos en la reforma al artículo 28 constitucional, privilegió criterios de servicios de telecomunicaciones (tarifas, porcentaje de usuarios, interconexión, etcétera) y no los propios de los servicios de radiodifusión (concentración de concesiones, publicidad, audiencia y producción y distribución de contenidos).
El “candado” regulador que afectaba más a Grupo Televisa y a su socio TV Azteca establece que ninguno de ellos podía participar en ninguna nueva licitación de televisión abierta si tenían más de 12 MHz. Ambos poseen más de tres canales de televisión (cada uno tiene 6 MHz).
De última hora, Azcárraga Jean logró frenar la posibilidad, planteada en el Consejo Rector, de que también se abriera al 100% la inversión extranjera en radio y televisión. Argumentó que son mercados distintos. Y consiguió que se mantuviera el límite de 49% de inversión foránea.
La incomodidad de los dos principales monopolios en telecomunicaciones y en radiodifusión frente a la reforma por venir fue frenada con promesas y acuerdos que aún no están del todo claros.

Caída en la bolsa

Paradójicamente, la reforma que va a afectar a los monopolios fue “saludada” por Grupo Televisa y por América Móvil, así como por otros agentes que pretenden competir en el mercado, como Grupo MVS, que acabó enfrentado con el gobierno de Felipe Calderón por el “rescate” de la banda 2.5 GHz.
Grupo Televisa, poseedor de 70% de las concesiones en televisión abierta, 60% de los suscriptores en la industria por cable y que acapara más de 50% del mercado publicitario nacional y de la producción y distribución de contenidos, emitió un comunicado para anunciar que continuará con sus inversiones.
“Grupo Televisa ha realizado inversiones importantes y se ha preparado para competir ahora en un campo más parejo, con nuevas reglas del juego, como las que contempla la reforma que toma en consideración las asimetrías existentes en el sector”, afirmó el comunicado del lunes 11.
Desde la mañana, a través de su cuenta de Twitter, Azcárraga Jean escribió: “Ya se presentó la #ReformaTelecomunicaciones. Tiempo de grandes retos y también de oportunidades. Bienvenida la competencia”.
Durante las primeras horas posteriores al anuncio de la reforma, realizado por el jefe del Ejecutivo en el Museo Tecnológico de la Comisión Federal de Electricidad, América Móvil mantuvo un extraño silencio; finalmente, en un escueto comunicado difundió que recibía “con beneplácito” la iniciativa de reformas constitucionales y “celebraba la apertura de una nueva etapa” en el desarrollo del sector.
La empresa más poderosa en telecomunicaciones, que controla 70% del mercado de telefonía móvil, 80% de telefonía fija y 71% del internet alámbrico en México, afirmó que daba la bienvenida, como lo ha planteado en varias ocasiones, “al incremento de la participación al 100% de la inversión extranjera en telecomunicaciones, factor necesario para incrementar la demandante inversión, tanto local como externa, que requiere el sector”.
A pesar del beneplácito de ambos actores dominantes, el mercado bursátil opinó lo contrario: las acciones de América Móvil disminuyeron 2.64% ese mismo día y las de Televisa 1.36%.
Tres días después, la más afectada fue América Móvil, al acumular un decremento de casi 13%, mientras que sus acciones en el mercado bursátil de Estados Unidos disminuyeron 11.4%. Esta baja representó una pérdida de 9 mil 201.43 millones de dólares para América Móvil, superiores a los 7 mil 500 millones de dólares que obtuvo la compañía por concepto de utilidades en 2012.
A su vez, Televisa tuvo un retroceso de 3.1% en el valor de sus acciones, que representaron pérdidas por 678.5 millones de dólares, mientras que los títulos de TV Azteca descendieron 5.1%, lo cual equivale a una pérdida de 76.4 millones de dólares.

La historia

La historia de los dos grandes monopolios de radiodifusión y telecomunicaciones en México muestra que su crecimiento, expansión y privilegios sólo fueron posibles a través de decisiones presidencialistas. Y lejos de afectar o aminorar su poder, cada reforma los ha fortalecido.
En especial, la historia de Grupo Televisa va de la mano con el monopolio del poder político y del control de la opinión pública en la era dorada del PRI. La primera concesión televisiva se dio cuatro años después de la fundación del Revolucionario Institucional, al inicio del sexenio de Miguel Alemán, “el cachorro de la revolución”.
En el alemanismo se otorgaron las tres primeras grandes concesiones de televisión pública que posteriormente se fusionaron en Telesistema Mexicano, dirigido por Emilio Azcárraga Vidaurreta, El León, cabeza de la dinastía que ha dominado este mercado.
En 1950 se le otorgó a Rómulo O’Farrill la concesión de XHTV, Canal 4; en 1951 a Azcárraga Vidaurreta la de XEW TV, Canal 2, y en 1952 al ingeniero Guillermo González Camarena, creador de la televisión a color y considerado una especie de prestanombres del alemanismo, la concesión de XHGC Canal 5. Un lustro después, las tres señales se fusionaron para crear Telesistema Mexicano.
En 1973, tras el fallecimiento de Emilio Azcárraga Vidaurreta, su hijo Emilio Azcárraga Milmo, El Tigre, se quedó al frente de Telesistema. Tras un primer enfrentamiento con el presidente Luis Echeverría Álvarez, quien amenazó incluso con suprimir las concesiones, la empresa de Azcárraga Milmo quedó más fortalecida. Absorbió la concesión de XHTMTV Canal 8 y se creó Televisión vía Satélite (Televisa), inicio del verdadero imperio televisivo de los Azcárraga.
Durante los ochenta, El Tigre logró la expansión y consolidación de Grupo Televisa. Se convirtió no sólo en el auténtico “quinto poder”, sino en el vocero del sistema. “Soy un soldado del PRI”, se justificó cuando se le criticó en 1986 su cobertura sesgada a favor del fraude electoral en Chihuahua.
El mejor sexenio para Azcárraga Milmo fue el de Carlos Salinas de Gortari, el mismo presidente que ofreció oponer una competencia al poder de Televisa, cuando ordenó la licitación de las señales del Instituto Mexicano de Televisión (Imevisión), que en 1993 fue vendida al empresario de electrodomésticos Ricardo Salinas Pliego. La operación fue criticada y luego se confirmó que hubo inversión del “hermano incómodo” del presidente, Raúl Salinas de Gortari.
Salinas también decidió licitar en 1990 las acciones de Teléfonos de México para dárselas a Carlos Slim, un hábil inversionista financiero beneficiado con la burbuja bursátil de 1986-1987. Asociado con South Western Bell, France Telecom y empresarios mexicanos, Slim ganó la licitación para adquirir 10.4% del capital social de la empresa que pronto se convirtió en una auténtica “mina de oro”.
Durante décadas Telmex fue la única compañía con cobertura nacional en materia de telefonía. En septiembre de 2000 realizó la escisión de sus negocios de celulares y creó la empresa América Móvil, controladora de Radiomóvil Dipsa, de Telcel.
A partir del dominio de la telefonía fija, sin ningún órgano regulador que realmente pusiera contrapeso a su crecimiento y a sus tarifas, la expansión de la telefonía celular de Slim fue exponencial. En 1992 sólo tenía 146 mil usuarios y 10 años después, en 2002, los clientes de Telcel llegaron a 17 millones; para 2012 sumaron 65 millones.
Paradójicamente, un “candado” para evitar que Emilio Azcárraga Milmo adquiriera Telmex se convirtió en el origen del conflicto entre la compañía telefónica y la televisiva durante los últimos seis años. En la cláusula 1.9 del título de concesión de Telmex se le prohíbe a esta empresa dar servicios de televisión restringida. Y hasta ahora no se ha podido cambiar esta restricción.
En 1997 falleció El Tigre y el presidente Ernesto Zedillo operó para que al frente de Grupo Televisa quedara Emilio Azcárraga Jean, El Tigrillo. El gobierno federal apoyó para evitar la insolvencia financiera de Grupo Televisa, le condonó deudas fiscales y permitió que el heredero de El Tigre pasara de tener 10% a 50.1% del control accionario de la compañía.
Con la intención de regular el poder dominante de Slim, el gobierno de Zedillo decretó una nueva Ley Federal de Telecomunicaciones y creó la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), el órgano regulador que nació débil y sin capacidad para frenar los millonarios intereses del sector.

Complicidades

Los 12 años de la alternancia del PAN en la Presidencia de la República no afectaron en lo más mínimo a los dos grandes consorcios. Por el contrario, Slim se volvió el hombre más rico del mundo durante este periodo, y Azcárraga Jean dejó de ser un “soldado del PRI” para proclamar desde 2004 que “la democracia es un buen negocio” y Televisa se benefició ampliamente al convertir la competencia partidista en un mercado de control de los contenidos.
La promesa de una reforma integral a la Ley Federal de Radio y Televisión, discutida en el seno de la Secretaría de Gobernación entre 2001 y 2002, abortó con el famoso decretazo de octubre de 2002. El gobierno de Vicente Fox y de Marta Sahagún cedió por completo a las presiones y demandas de Televisa.
En diciembre de ese año, TV Azteca se apropió mediante la fuerza de la señal de Canal 40, en el episodio conocido como El Chiquihuitazo. La reacción de Fox ante el uso ilegal de grupos armados propios para quedarse con esta concesión de televisión metropolitana no pudo ser más reveladora de la debilidad o la complicidad presidencial.
“¿Y yo por qué?”, respondió Fox cuando le preguntaron por qué no intervino su gobierno en el aparatoso operativo de la gente de Ricardo Salinas Pliego.
En 2004, el gobierno foxista prorrogó hasta 2021 las concesiones de Televisa y de TV Azteca. En 2005 le entregó 130 permisos al consorcio de Azcárraga Jean para que entrara al negocio de los centros de apuestas, y en 2006 avaló la contrarreforma conocida como Ley Televisa, aprobada en menos de 15 minutos y sin discusión previa en la Cámara de Diputados.
El gobierno de Felipe Calderón decidió beneficiar abiertamente a Grupo Televisa y a su socio TV Azteca, a cambio de que ambos consorcios lo apoyaran en su cruzada contra el narcotráfico y no revivieran la crisis de legitimidad con la que llegó al poder en 2006.
A cambio, propició una ruptura entre las televisoras y el consorcio de Carlos Slim. Detuvo durante un sexenio el ingreso de Telmex al mercado del triple play, mientras que Televisa se convirtió en este periodo en el agente dominante también en el mercado de televisión restringida: adquirió Cablemás, TVI, fortaleció Cablevisión y Sky hasta llegar el dominio de más de 50% de este mercado.
Al término de su sexenio, Calderón aprobó dos medidas polémicas: la fusión de Televisa y Iusacell, compañía de Ricardo Salinas Pliego, con lo que el duopolio televisivo se convertiría en un solo bloque, y “rescató” los 190 MHz de la banda 2.5 GHz. que controlaba en su mayoría el Grupo MVS, de Joaquín Vargas, en medio de un escándalo público sobre presiones gubernamentales.
El gobierno de Peña Nieto inició con la promesa de regular los monopolios, acabar con los “poderes fácticos” y alentar la competencia. La sombra de un presidencialismo que acabó por beneficiarlos, en lugar de reglamentarlos, está presente de nuevo.

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